Racismo de s¨¢bado noche
LA LOCALIDAD gerundense de Blanes vive d¨ªas de gran revuelo por la muerte de un joven en una reyerta entre blancos y negros. El suceso. ha ocurrido a los pocos meses de que emergieran a la luz p¨²blica los problemas de los africanos que malviven, explotados por empresarios desaprensivos, en nuestro, pa¨ªs. La pelea empez¨® con una discusi¨®n discotequera entre un blanco y un negro, la lucha se produjo entre, dos grupos compactos, uno de cada color; la repercusi¨®n inmediata del incidente fue abiertamente segregacionista: una manifestaci¨®n en la que unos exaltados denunciaban gen¨¦ricamente a quienes tienen un color de piel diferente al suyo e incitaban a linchamientos. Pero el racismo, desgraciadamente, no acab¨® ah¨ª: la misma noche del suceso fueron detenidos cuarenta de los 150 africanos que residen en Blanes. Por la cifra y la precipitaci¨®n, pues todo ocurri¨® en la madrugada del domingo, parece que durante algunas horas los agentes de la autoridad detuvieron a muchas personas por el simple hecho de ser negras.Estas componentes racistas y la inseguridad jur¨ªdica que han padecido unos ciudadanos que tienen derecho a ser tratados con todas las garant¨ªas de la ley no deben ocultar otros datos del problema de fondo. Blanes, antes de la crisis econ¨®mica, era el principal n¨²cleo industrial de la Costa Brava. Ahora, el 20% de la poblaci¨®n est¨¢ en paro. Un exponente de la situaci¨®n era el chico que ha muerto, quien aportaba, a sus diecisiete a?os, el ¨²nico sueldo de toda una familia con once hijos, y ese sueldo se deb¨ªa al empleo comunitario. En la localidad hay una colonia de color -formada especialmente por senegaleses- de 150 personas, que viven tanto de los trabajos que no aceptan los blancos como de realizar a bajo precio tareas que hacen rentables unos cultivos que sin esta mano de obra ya habr¨ªan desaparecido. La colonia. negra es consciente de que su situaci¨®n es lamentable desde el punto de vista estrictamente laboral y social, pero percibe, junto a la explotaci¨®n inhumana de que es objeto, el rechazo psicol¨®gico de quienes injustamente les acusan. de ocupar puestos de trabajo que pertenecer¨ªan, a los miembros de la comunidad. El resultado es qu¨¦ estos senegaleses son m¨¢s que escrupulosos, por no decir sumisos, en su comportamiento social y pr¨¢cticamente nunca han provocado -al igual que ocurre en la comarca del Maresme, donde existe la principal colonia africana de Catalu?a- ning¨²n incidente.
La contemplaci¨®n de los hechos nos habla de la irritante realidad de una subdivisi¨®n en clases dentro de la clase misma de los parados. Resultar¨ªa as¨ª que en esta hora de crisis hay dos tipos de desheredados de la fortuna: los nativos y los de fuera (en este caso, hombres de color; en otros, gitanos; gen¨¦ricamente, los intrigrantes), y que estos ¨²ltimos son parias entre los parias. Por si fuera poco, no gozan de iguales garant¨ªas jur¨ªdicas, y ciudadanas que el resto de sus vecinos, y s¨®lo el color de su piel, en la Espa?a de 1983, es indicio suficiente de criminalidad para llevarles a la c¨¢rcel.
La sensibilidad social del Gobierno no debe desatender estos signos de falta de solidaridad social que empeoran el panorama del empleo. Detr¨¢s de ellos se encuentra la situaci¨®n social en que viven tanto las zonas industriales, que soportan el mayor peso de la recesi¨®n como las zonas agr¨ªcolas, que ni siquiera tienen el con suelo de poder exhibir el recuerdo de un pasado mejor. Lo de Blanes puede considerarse un chispazo. Pero la tensi¨®n existe en muchas otras localidades.
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