Estreno de 'La clase muerta' de Tadeusz Kantor en Barcelona
Ayer era Brook, hoy es Kantor, ma?ana podr¨ªa ser Klaus Micha?l Gr¨¹ber o Richard Foreman. Poco a poco, el p¨²blico barcelon¨¦s va descubriendo los artistas que han revolucionado el teatro en los ¨²ltimos a?os. La clase muerta de Tadeusz Kantor ha llegado a Barcelona con ocho a?os de retraso respecto a su estreno, en noviembre de 1975, en la Galer¨ªa Krzysztofory, de Craciovia. Nos llega despu¨¦s de un viaje de siete a?os de duraci¨®n, a trav¨¦s de los escenarios del mundo , donde K¨¢ntor es conocido desde hace unos quince a?os.La clase muerta, al igual que su posterior Wielopole, wielopole (1980), que se present¨® en Madrid hace un par de a?os, es una buena tarjeta de visita. A la media hora de espect¨¢culo uno se da perfecta cuenta de que se halla frente a un teatro distinto, s¨®lidamente construido, con gran coherencia y fuerte personalidad. Detr¨¢s de ese teatro de la muerte que nos presenta Kantor hay, se ha dicho, una personal¨ªsima interpretaci¨®n sobre el mundo de la marioneta. Se ha hablado de Kleist, para el que la marioneta ten¨ªa la ventaja sobre el actor de carecer de conciencia, de Gordon Craig, que quer¨ªa hacer del actor una supermarioneta, y se ha hablado tambi¨¦n de un autor poco conocido, al menos entre nosotros, polaco como Kantor: Bruno Schulz, autor de un Tratado de los maniqu¨ªes. Sin olvidar otro Polaco ilustre: el Gombrowicz de Ferdydurke, cuyo mundo guarda una clara relaci¨®n con el de Kantor.
La clase muerta, en cuanto ofrece una original y rigurosa meditaci¨®n sobre el espect¨¢culo teatral y el juego del actor, tiene, evidentemente, un. gran inter¨¦s para los hombres de teatro. Pero ser¨ªa injusto limitar su indudable atractivo a un p¨²blico de iniciados. La clase muerta es, ante todo, un espect¨¢culo que entra por los ojos, de una fuerza, de un humor extraordinario.
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