La ¨²ltima modernidad
Muchas son las ideas que recibimos y en las que nos instalamos, como si fuesen algo definitivo e inalterable. As¨ª ocurre con la idea de modernidad. En la conciencia de todos los hombres cultos del planeta est¨¢ el convencimiento de que el proceso de la historia es una sucesi¨®n de modernidades.Quiz¨¢ quienes practicaron y sobrellevaron la modernidad en otros tiempos -los romanos, por ejemplo, en tanto cuanto se sent¨ªan modernos respecto de los griegos- no tuviesen esta idea de la historia como sucesi¨®n de modernidades, pero a partir de la formaci¨®n de la conciencia hist¨®rica o, para decirlo a la alemana, de la historicidad, ninguna persona culta duda de que a lo antiguo ha de contraponerse lo moderno, pues en otro caso no habr¨ªa noci¨®n de la antig¨¹edad en cuanto categor¨ªa hist¨®ricocultural, sino s¨®lo de pasado en cuanto concepto cronol¨®gico. Sin modernidades no habr¨ªa historia en tanto que dial¨¦ctica del esp¨ªritu objetivo.
Pero parece, y es idea de la que muchos procuran evadirse sin conseguirlo, que lo moderno se acaba para siempre. Quiz¨¢ los nombres queden, pero designar¨¢n conceptos que expresaron otras ideas, porque moderno significa que lo antiguo se ha transformado de tal modo que el mundo y sus fundamentos se ven con ojos nuevos, o lo que es lo mismo, que un antiguo no podr¨ªa ver lo que ve un moderno. Quiere decir esto que moderno es una categor¨ªa cultural de la que nos servimos para definir un segmento de la historia y que modernidad significa una nueva concepci¨®n cultural que expresa el cambio del propio proceso hist¨®rico.
El supuesto com¨²n y, si se quiere, la esperanza com¨²n, descansan en que las modernidades no se agotan. S¨®lo por modo hipot¨¦tico, algunos anticipadoreshan imaginado una historia en que no habr¨ªa antiguo y moderno, s¨®lo ayer y hoy. Se trata de notables sat¨ªricos o parodiantes que han pretendido burlarse de s¨ª mismos- matando su propia inquietud respecto de que los cambios se acabasen en cuanto transformaci¨®n y modernidad.
Pero, ?c¨®mo puede ser esto? ?C¨®mo puede ser que la modernidad se acabe? Sencillamente dicho: si la historia se convierte en desarrollo, la historia muere como modernidad. Seg¨²n el contenido de esta afirmaci¨®n, desarrollo quiere decir continuaci¨®n ininterrumpida desde el germen a la plenitud sin que aparezca la novedad si no es como resultado de la continuaci¨®n. Dicho en otras palabras, desarrollo significa la exclusi¨®n de la categor¨ªa salto cualitativo del proceso hist¨®rico y del salto mismo como un hecho. Hegel prest¨® especial atenci¨®n a la idea de salto- y Marx entendi¨®, con singular clarividencia, que la conciencia del salto cualitativo era la conciencia de lo nuevo, y que esto implicaba la idea general de modernidad. Ser moderno es tener conciencia del salto hist¨®rico.
Desde supuestos meramente intelectuales, moderno, dec¨ªamos al principio, equivale a ver con ojos nuevos tanto lo que ha sido como lo que es, y la conciencia que acompa?a a esta nueva visi¨®n es la conciencia de la modernidad, sobre la que no se ha reflexionado, a mi juicio, bastante.
Ser moderno es tener conciencia de la existencia de lo antiguo. En este sentido, modernidad equivale a distanciamiento creador, -y la conciencia de lo moderno aparece como una permanente acumulaci¨®n de novedades. El peso principal de la cuesti¨®n recae, si as¨ª se mira, sobre la novedad. Un hombre absolutamente moderno es un hombre cuya conciencia est¨¢ absolutamente henchida por las novedades, y viceversa. Ahora bien, no es nuevo lo que tan s¨®lo es diferente o simplemente distinto. Por nuevo absoluto entiendo lo que no tiene propia comparaci¨®n antigua. Por ejemplo, un cuadro del Giotto o un transistor. La conciencia de unas novedades que me dan conciencia de ser otro frente a lo antiguo es la conciencia de la modernidad. Pero si esta conciencia definidora y las ideas correspondientes permanecen sin que se produzca salto cualitativo, lo moderno se hace antiguo de s¨ª mismo, o lo que es igual, deja de ser moderno.
La modernidad tiene que estar aumentando de modo continuo, merced a su propia creaci¨®n, la distancia con lo antiguo. En los casos en que lo moderno se puede predecir para siempre como un desarrollo lineal en el que no aparecer¨¢ lo nuevo que no tiene comparaci¨®n con nada antiguo, es razonable decir que lo moderno ha muerto o que estamos en la ¨²ltima modernidad posible. A mi juicio, ¨¦sta es la situaci¨®n de la cultura desarrollada actual: lo moderno ha muerto. Esto que digo no quiere decir que estemos en la decadencia o en la esterilidad, significa tan s¨®lo que ya nunca m¨¢s seremos modernos.
Pero tenemos que alentarnos m¨¢s en el sentido de la frase: "Ya no habr¨¢ m¨¢s Giottos". ?Qu¨¦ significa? Quiz¨¢ se entienda mejor si lo digo de esta otra manera:
"Ya no habr¨¢ m¨¢s Cervantes". No es posible, a mi juicio, que aparezca nadie que tenga la profund¨ªsima conciencia de plenitud de la modernidad- que tuvo Cervantes: saber que hemos rebasado el fin de una ¨¦poca antigua cuya perduraci¨®n no tiene sentido es la culminaci¨®n de la modernidad.
El predominio de lo absolutamente moderno se cifra en que el caballero andante muera cuerdo, pues ve la permanencia de lo antiguo como una locura. No es ¨¦ste un hecho moral, es, sobre todo, una actitud cultural e hist¨®rica.
El Renacimiento lleg¨® a su culminaci¨®n con el Quijote y, a partir de aqu¨ª, se renov¨® hasta la germinaci¨®n de la nueva y ¨²ltima modernidad, alrededor de 1900. Ahora, aproxim¨¢ndonos al a?o 2000, comenzamos a tener conciencia clara de nuestra modernidad respecto de la m¨¢quina de vapor y tambi¨¦n de que otra modernidad no es posible. Permaneceremos en el seno de la historia sin ser antiguos ni modernos, sino tan s¨®lo m¨¢s o menos desarrollados.
La conciencia de la modernidad supone un salto cualitativo, que estamos viviendo ahora. Los bancos de semen humano, los corazones artificiales, la informaci¨®n abundant¨ªsima clasificada y casi instant¨¢nea. Nuestra modernidad es un hecho y quiz¨¢ absoluto respecto de cualquier antig¨¹edad. Ahora no se hace que reaparezca una cultura el¨¢sica para que de un modo u otro sirva de soporte al cambio y empuje la novedad. Todo el pasado es antiguo. Ha ocurrido esto por el propio desenvolvimiento de la ciencia aplicada, lo que llamamos tecnolog¨ªa, que ha convertido en antiguo todo lo pasado en cuanto nada de lo que hemos heredado coincide o es coherente con las posibilidades de lo que hemos inventado. En esta falta de coincidencia y coherencia descansa la modernidad, pero una modernidad que no ser¨¢ nunca antig¨¹edad, ser¨¢ tan s¨®lo desarrollo.
La inclusi¨®n de Marx entre los ¨²ltimos modernos parece evidente. Yo dir¨ªa que es evidente la propiedad de la calificaci¨®n de Marx c¨®mo el ¨²ltimo moderno. A partir de ¨¦l, en el ¨¢mbito de las concepciones del mundo, s¨®lo hay reiteraci¨®n, repetici¨®n y, en los casos de mayor ingenio y fuerza creadora, desarrollo. El marxismo es la ¨²ltima modernidad, entendiendo que ¨²ltima no significa un momento en una serie, sino un punto final. Despu¨¦s del cual no ha habido nada que haya sido propiamente moderno. Si el lector hace tiempo que no ha hecho la experiencia, yo le invito a que lea el Manifiesto comunista, sin prejuicio ni pedanter¨ªa, y diga despu¨¦s si algo hay contempor¨¢neo que tenga el mismo vigor en cuanto a sugerir modernidad absoluta, expresi¨®n de algo nuevo que nunca se ha dicho que nos coloca en el seno de lo nuevo absolutamente diferenciado de lo antiguo. En otro nivel, lo mismo se puede decir de las partes esenciales de El capital.
Entienda el lector que me estoy refiriendo a concepciones del mundo. No a novedades meramente cient¨ªficas o t¨¦cnicas que son resultado del desarrollo o aut¨¦nticas innovaciones, pero que s¨®lo son modernas cuando se incluyen en una concepci¨®n del mundo. Cuando la obra de Marx deje de ser fuente de reflexi¨®n y de cambio habr¨¢ muerto la ¨²ltima modernidad, s¨®lo podremos contar con lo nuevo.
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