El director L¨®pez Cobos frente a tres generaciones de compositores espa?oles

El programa dirigido por Jes¨²s L¨®pez Cobos, al d¨ªa siguiente de formalizar su compromiso con la Orquesta Nacional, result¨® indicativo de una actitud al incluir nombres y obras representativas de tres generaciones musicales espa?olas: la de 1886, con Joaqu¨ªn Turina y su Canto a Sevilla, la de 1901, con Ernesto Halffter y su auroral Sinfonietta, y la de 1931, con Claudio Prieto, que estren¨® su Segunda sinfon¨ªa, escrita por encargo de la Orquesta-Nacional de Espaf¨ªa (ONE).Los cuatro poemas que consti,tuyen la versi¨®n con orquesta del Canto a Sevilla fueron cantados con incisiva expresividad, belleza vocal y aguda inteligencia por Mar¨ªa Or¨¢n, hoy profesora en el Conservatorio de Freiburg. La Or¨¢n supo extraer la belleza caracter¨ªstica de la melod¨ªa turiniana que, una y otra vez, acepta y niega la directa presi¨®n de lo popular para superarla en soluciones entre andaluzas y escol¨¢sticas a la francesa. Las se?as de identidad del m¨²sico sevillano se completan en una orquestaci¨®n clara, pl¨¢stica, mesurada o brillante, seg¨²n conviene a los versos de Mu?oz San Rom¨¢n y a las ¨ªntimas evocaciones del compositor.

El concepto que tiene L¨®pez Cobos de la dif¨ªcil Sinfonietta, de Halffter, me parece absolutamente fiel a la letra y el esp¨ªritu de la obra, y empieza por crear un sonido neocl¨¢sico sin olvidar el sentimiento romanticista del joven Ernesto Halffter de los a?os veinte ni sus conexiones con la est¨¦tica dominante: Stravinski, Ravel, los "Seis", Manuel Falla. Un tanto ca¨ªdo de tiempo el minuetto y el comienzo delfinal y casi descubierto el adagio, la Sinfonietta estuvo muy bien tocada y nos lleg¨® con transparencia su ¨¢nima desenfadada y melanc¨®lica. Ernesto Halffter recogi¨®, con L¨®pez Cobos en la ONE, muy repetidas ovaciones.

Una nueva sinfon¨ªa

de Claudio PrietoLa Sinfon¨ªa nl 2 es la obra de un maestro. Claudio Prieto profundiza, define y perfecciona caracter¨ªsticas que en sus ¨²ltimas composiciones recientes brillaban a gran altura. Ante todo manda un prop¨®sito expresivista, sentido y realizado con seguridad, un deseo, plenamente con seguido, de alcanzar la belleza. Desde un orden intemo formidable, el plan estructural de la sinfon¨ªa es sencillo en su material mel¨®dico -c¨¦lulas, breves dise?os- y espl¨¦ndido en su desarrollo, tan natural que ha debido costarle a Claudio Prieto no pocos esfuerzos. Rara vez escucharemos tan bien explotados la repetici¨®n y el desarrollo del pensamiento por evoluci¨®n t¨ªmbrica. Esto, a pesar de que en cada uno de los tres tiempos de la sinfon¨ªa se llega a soluciones completamente distintas, aunque radicalmente entra?adas.

En la partitura de Prieto brilla la perfecci¨®n que admiramos en los cl¨¢sicos, ideal preconizado por Falla como nivel de exigencia. No cabe mayor s¨ªntesis, mejor ausencia de manierismos, m¨¢s apurada condensaci¨®n de ideas, m¨¢s seguros trazos, para lograr un resultad de belleza m¨¢s trascendente por cuanto renuncia a las v¨ªas de lo sensitivo y lo sensual.

Con un par de generaciones por medio, se me antoja que Claudio Prieto es, en sus planteamiento ideol¨®gicos, el m¨¢s aut¨¦ntico continuador del ¨²ltimo Falla. Trabajada por L¨®pez Cobos con entusiasto rigor, la sinfon¨ªa fue interpretada por la ONE como si se tratara de una obra de repertorio.

El, ¨¦xito fue grande y 91 p¨²blico acogi¨® la presencia de Claudio Prieto en la escena con aplausos cerrados.