Delincuencia juvenil y prevencion
La prevenci¨®n de la delincuencia juvenil se puede enfocar desde muy distintos puntos de vista, seg¨²n se est¨¦ hablando desde el ¨¢mbito jur¨ªdico, m¨¦dico, de ciencias sociales o de ciencias del comportamiento, por poner algunos ejemplos. El autor afirma en esta tribuna la necesidad de unificar criterios y pasar del campo te¨®rico a las realidades concretas; para tratar un fen¨®meno que preocupa a amplios sectores de la sociedad y que se puede definir como una no superaci¨®n del narcisismo y de la fase oral.
A todos nos preocupa la existencia de una serie de comporta-mientos juveniles caracterizados por desviarse de las normas y costumbres sociales mucho m¨¢s all¨¢ de lo que en buena l¨®gica podr¨ªa considerarse permisible. Dichos comportamientos no son otra cosa que una imitaci¨®n de aquello que se sanciona en los adultos con la ¨²ltima raz¨®n, contenida en el ordenamiento jur¨ªdico, por medio de la justicia penal.La delincuencia juvenil a que nos estamos refiriendo es una preocupaci¨®n tan profunda que hace correr r¨ªos de tinta. Reuniones internacionales, congresos, simposios, etc¨¦tera han llegado en multitud de ocasiones a concluir en la necesidad de su prevenci¨®n y, lo que es m¨¢s importante, la posibilidad real de la misma.
Desde distintos campos del saber se enfoca el problema; as¨ª, desde las ciencias sociales se habla de que la prevenci¨®n tiene cuatro formulaciones: informaci¨®n, educaci¨®n, oferta de opciones e intervenci¨®n. Desde las ciencias m¨¦dicas, aplicando su modelo y conceptualiz¨¢ndola desde la epidemiolog¨ªa, se habla de prevenci¨®n primaria, secundaria y terciaria. Desde el punto de vista jur¨ªdico-criminol¨®gico se habla de prevenci¨®n especial y general. Desde las ciencias del comportamiento, de informaci¨®n, evaluaci¨®n e intervenci¨®n...
Son enfoques que necesitan de una unificaci¨®n de criterios para en alg¨²n momento funcionar, y que se pase a realidades concretas, en vez de moverse en el campo de los constructos te¨®ricos.El primer gran escollo aparece en la definici¨®n del propio t¨¦rmino. Prevenir es precaver, estorbar o evitar, es decir, impedir su materializaci¨®n, labor que debe realizar la polic¨ªa desde sus estructuras de seguridad y protecci¨®n ciudadana. Pero prevenir tambi¨¦n es prepararse anticipadamente para un fin, llegar m¨¢s all¨¢, de forma tal que los pasos que se dan para llegar a la delincuencia juvenil, y, por tanto, la. posibilidad de ejecuci¨®n de determinados actos, no se llegue a plantear.Superaci¨®n del narcisismoLa delincuencia juvenil es una forma de vivir que psicol¨®gicamente, desde el psicoan¨¢lisis, se puede definir como una no superaci¨®n del narcisismo y de la etapa oral. Con palabras menos t¨¦cnicas, se puede considerar como un vivir visceral, no racional, cr¨ªtico y reflexivo, acorde con los impulsos naturales de origen animaloide, obviando las caracter¨ªsticas sociales del ser humano. Si no existen los pasos que llevan a ese modo de vivir, la delincuencia que se materializa en determinados actos se hace imposible, y los actos o hechos delictivos, inexistentes. De esta prevenci¨®n no jur¨ªdico-criminol¨®gica y policial es de la que interesa practicar, ya que hasta el momento, salvo honrosas excepciones, estamos en blanco.
Para hacer prevenci¨®n de la delincuencia juvenil se pregunta muchas veces qu¨¦ se debe hacer. Muchos respondemos que todo, que no se ha hecho nada.
Lo primero es abandonar ideas moralizantes y vindicativas. Si el inundo lo dividimos en buenos y malos, si¨¦ndolo en funci¨®n de caracter¨ªsticas innatas o de cuna, no tendremos nada que hacer. Lo segundo es tener bien claro en qu¨¦ consiste la delincuencia juvenil, c¨®mo se genera. Simplificando, cu¨¢l es el resultado de un entorno que no sabe o no quiere, a veces no le interesa morbosamente socializar adecuadamente al joven, proveniente de la familia y la escuela, con un comportamiento disonante, poco corriente y beneficioso a la colectividad.
Pero quiz¨¢ el paso m¨¢s importante est¨¢ dentro de la propia familia, evitando la manipulaci¨®n del menor, los malos tratos f¨ªsicos, ps¨ªquicos, emocionales y sexuales, la explotaci¨®n, la marginaci¨®n ¨¦tnica, cultural o social, etc¨¦tera, incuestionablemente incitadores del vivir hed¨®nico y narcisista, es decir, por impulsos de placer, al margen de lo social.Desarraigo y consumismo
Como quiera que la familia es un tema tab¨², se debe, desde fuera, realizar otras muchas cosas, especialmente en la relaci¨®n menor-instituciones. El ni?o problerri¨¢tico (posiblemente la sociedad problem¨¢tica) con la primera instituci¨®n que choca es con la polic¨ªa. Del trato, del c¨®mo se afronta este primer encuentro, va a depender en mucho el paso a actividades delictivas. El menor fugado, el menor inhalador, lo es en gran medida por tensiones familiares insostenibles por su etapa evolutiva y por su esquema emocional. Ante una polic¨ªa que tensiona, todav¨ªa m¨¢s, por su parcialidad ante el problema y por sus rigideces autoritarias, provoca un abocamiento al enfrentamiento joven-polic¨ªa, en el. cual se hace necesario torear a los polic¨ªas. La forma de hacerlo es con hechos delictivos, especialmente hurtos de veh¨ªculos a motor, objeto de la custodia y actividad policial.
Una sociedad que consiente con descaro determinados tratos a ni?os, inhibibi¨¦ndose en absoluto la comunidad, es una sociedad que est¨¢ generando delincuencia juvenil (y, por supuesto, a medio y largo plazo, delincuencia adulta), hecho especialmente corriente y potenciado, donde existe masificaci¨®n, desarraigo y consumismo competitivo.
Est¨¢ claro que la delincuencia juvenil, cuando ha aparecido, necesita de instrumentos para su intervenci¨®n, prevenci¨®n terciaria, terapia, tratamiento, prevenci¨®n especial, etc¨¦tera. Pero esto nunca deben hacerlo los tribunales de justicia, por muy humanizados que est¨¦n con su esp¨ªritu normativo, recurriendo a la reclusi¨®n, amonestaci¨®n y castigo,' partiendo de la premisa, que tan siquiera se enuncia, de una hipot¨¦tica desviaci¨®n del menor, sino que debe ser realizado por la propia sociedad, comunidad, barriada, etc¨¦tera, asesorada por los correspondientes t¨¦cnicos en ciencias sociales y del comportamiento. Muchas veces llegar¨ªamos a la conclusi¨®n de que el tratamiento se debe dirigir a otros y no precisamente a los menores.
En principio bastar¨ªa con una informaci¨®n exacta, veraz y objetiva a todos los encargados de tratar o relacionarse con j¨®venes, especialmente con los sometidos a gran presi¨®n o exposici¨®n al riesgo de convertirse en delincuentes. es inspector del Cuerpo Superior de Polic¨ªa y miembro de la Secretar¨ªa de la Comisi¨®n Interministerial de Prevenci¨®n de Delincuencia Juvenil.
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