Modelo de reyes
EL 'MODELO sueco' es la designaci¨®n de un sistema econ¨®mico de una tradici¨®n ya larga -su primer Gobierno socialista es de 1920- que ha conjugado al mismo tiempo una recuperaci¨®n agraria, un desarrollo industrial y el sistema de impuestos y retribuciones por la Seguridad Social m¨¢s adelantado del mundo (aunque hoy est¨¦ alcanzado por la crisis). Pero probablemente ese modelo, algunas de cuyas conquistas son irreversibles porque forman parte de una calidad de vida y de relaciones humanas que configuran el pa¨ªs, no habr¨ªa sido posible de no existir otro modelo sueco: el de sus reyes, cuyo heredero actual, Carlos XVI Gustavo, nos visita con la reina Silvia.Algunos estudiosos de la historia sueca y de su sociedad hacen ascender esta tradici¨®n hasta la llamada 'era de la libertad', en la que desapareci¨® el absolutismo de Carlos XI y Carlos XII y se entr¨® en una nueva ¨¦poca parlamentaria: de 1719 a 1772. Puede que fuera entonces cuando se fijaron las grandes l¨ªneas del papel del monarca: la Constituci¨®n de 1720, en la que el rey s¨®lo dispon¨ªa de dos votos en el Consejo y, por tanto, pod¨ªa ser puesto en minor¨ªa. No ha sido, sin embargo, tan coherente la historia posterior, y hacia finales de siglo Suecia se formaba seg¨²n modelos cl¨¢sicos europeos, donde el equilibrio aristocracia-nueva burgues¨ªa, y el prestigio de la reina Victoria irradiaba desde Inglaterra unas formas de sociedad; pero ya a partir de entonces el poder real aceptaba como deber patri¨®tico la entrega sucesiva de poderes hacia la soberan¨ªa popular. A¨²n hasta 1975 Suecia se ha regido por la Constituci¨®n de 1809, sin que los reyes presionaran sobre el pueblo, el Parlamento y el Gobierno; cuando en 1975 una enmienda restring¨ªa el poder real y convert¨ªa al rey en un personaje emblem¨¢tico, no hac¨ªa m¨¢s que consagrar una realidad preexistente.
La misma libertad del rey forma parte del modelo. No es un prisionero de Estado, un encarcelado del protocolo. Carlos XVI Gustavo se ha casado con la mujer de su elecci¨®n sin buscar en las p¨¢ginas del Gotha, sin problemas morgan¨¢ticos: convirtiendo en reina a la hija de un industrial alem¨¢n y de una brasile?a. Se le ve pasear por las calles de Estocolmo, mirando escaparates o entrando en un restaurante; es una cabeza m¨¢s entre los muchos centenares de cabezas de los participantes de las maratones populares. Es decir, que, al hacer accesible el emblema, el ceremonial y el ritual; al convertirse en personaje cotidiano, eleva a su vez las condiciones de soberan¨ªa de los que no son s¨²bditos, sino conciudadanos.
En la pareja real que hoy nos visita, y que visita personalmente a unos Reyes de Espa?a que han dado paso voluntariamente a la soberan¨ªa popular, hay que ver la continuidad de una tradici¨®n de modernidad que ha hecho posible un pa¨ªs igualitario, un sistema ampliamente social, una neutralidad siempre defendida y un esp¨ªritu c¨ªvico ejemplares. Todo ello, a pesar de las crisis y de los avatares de esta ¨¦poca turbulenta, ha permitido la construcci¨®n de lo que todav¨ªa sigue siendo un 'modelo'.
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