Sindicatos de elite
Los sindicatos de elite -altos funcionarios y profesionales cualificados- celebran a su manera el centenario de Marx mont¨¢ndose una huelga de calit¨¦.Qu¨¦ menos. Aqu¨ª, a los sindicatos obreros, vastos y currantes, les tiene en un grito eso del sindicalismo fino. La otra tarde, en la recepci¨®n que los reyes de Suecia nos dieron a la pomada, en El Pardo, estuve con Marcelino Camacho, que se par¨® a dar la mano a unas enfermeras en un pasillo. Deb¨ªan ser del servicio de urgencias o as¨ª. Se quedaron como con un poco de corte, quiz¨¢ porque no sab¨ªan que las correas transmisoras tambi¨¦n dan la mano. Tanto vender a Marx en los drugstores culturales no pod¨ªa ser bueno, siempre lo he dicho. La burgues¨ªa de elite, la retroprogres¨ªa de elite y los lectores de elite, que s¨®lo leen un libro al a?o, pero bien elegido, y a ser posible recomendado por la televisi¨®n, llevan desde cuando la apertura compr¨¢ndose un Marx/paperback, por asombrar un poco a la, santa esposa, por ponerse con los hijos al paso alegre de la paz y porque Marx tiene mucho vicio, cuando se le coge el vicio, o sea, para qu¨¦ vamos a enga?arnos. Ya ahora sacan las ma?as del socialismo entrele¨ªdo, y montan sus huelgas de calit¨¦, sus sindicatos de elite, su inimetismo de la lucha de clases, que sus mentores siempre han negado. A lo mejor llaman a Marcelino para que les d¨¦ unas clases aceleradas y nocturnas de sindicalismo a domicilio (que ellos de eso no saben), como antes se llamaba al profesor de solfeo. El solfeo sindicalista, laboral y reivindicativo, cuando la burgues¨ªa lo mimetiza del proletariat, puede acabar en concierto de las cacerolas. Tiene uno escrito que quien ha consagrado a Marx en el siglo es la derecha, naturalmente, pues que duermen con un ojo puesto en el Marx/paperback de la mesilla, "duales y contrarios", como Valle-Incl¨¢n dec¨ªa de los leones del Congreso. Duales, porque saben, como clase culta que son, que la conciencia del siglo es la conciencia social, que la moral cristiana puesta al d¨ªa es,la moral colectiva, pero, al mismo tiempo, llevan en el forro del alma un pilarista que se resiste. Y contrarios por eso mismo, porque el pilarista se lleva fatal con el marxista de drugstore, que es como el hermano interior de la rama s¨¢lica. Me lo preguntaba hace poco una dama:
-Ya veo que hay que leer un poco de eso de Marx, que estamos en su a?o santo. ?T¨² qu¨¦ me recomiendas, Umbral?
Le recomend¨¦, claro, el Marx juvenil, que algunas hijas de los sindicalistas de elite leen ya como sus madres leyeron a B¨¦cquer. Un rom¨¢ntico de los n¨²meros, al fin. Hasta me parece que hay, hombre, una exposici¨®n conmemorativa de Marx, en alg¨²n sitio de Madrid, lo cual que es pasarse, porque la burgues¨ªa y alta burgues¨ªa aprenden las ma?as y se convierten en unos lumpem de oro. El fantasma que recorre hoy Europa, el equivalente educado de los fascismos de los a?os treinta, son los lumpem de oro, gentes que, entre el cinismo y la ingenuidad, han decidido aplicar, en defensa de sus privilegios de clase, la estrategia de la lucha de clases. Antes echaban la cachicuerna legal contra las bases, pero ahora se lo hacen m¨¢s fino (sutil influencia del Marx te¨®rico/cient¨ªfico), y se organizan en sindicatos de elite y huelgas como saraos. La visita de los reyes de Suecia ha sido oportuna tambi¨¦n en este sentido: la democracia m¨¢s avanzada del mundo, con sesenta.a?osde tradici¨®n, soporta hoy la misma amenaza que nuestra democracia germinal y tercermundista: los lumpem de oro, la rebeli¨®n de las masas acomodadas, una nueva revoluci¨®n burguesa que esta vez rebobina y no quiere tomar La Bastilla y liberar simb¨®licamente al marqu¨¦s de Sade, sino enmoquetar La Bastilla, ponerle nuevos grilletes al divino. marqu¨¦s y a toda la galer¨ªa de libertadoresdel siglo XX, eso que hoy llamamos "la modernidad". Asistimos a una latente Revoluci¨®n Francesa al rev¨¦s. Hay una burgues¨ªa que se desdice siempre en la segunda vuelta, como en las municipales. Y Europa es un municipio.
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