Simone de Beauvoir publica en Par¨ªs dos libros in¨¦ditos de Jean-Paul Sartre
En oto?o se editar¨¢ una voluminosa 'Correspondencia' del escritor
El pr¨®ximo d¨ªa 1 de abril aparecer¨¢n en las librer¨ªas francesas dos libros in¨¦ditos de Jean-Paul Sartre, el escritor y fil¨®sofo y hombre pol¨ªtico fallecido hace tres a?os: Diario de la chusca guerra (Carnets de la dr?le de guerre) y Cuadernos para una moral (Cahiers pour une morale). Y durante el oto?o del a?o en curso se publicar¨¢ una voluminosa Correspondencia, de m¨¢s de mil p¨¢ginas. El Diario fue escrito en sus tiempos de soldado, durante la guerra, y los Cuadernos, en los a?os 1947-1948. El autor de La n¨¢usea nunca quiso que estos escritos fuesen publicados antes de su muerte. Ahora, la que fue su compa?era, Simone de Beauvoir, los da al p¨²blico y los comenta.
Dice Simone de Beauvoir que la lectura del Diario cuarenta a?os despu¨¦s "no me ha emocionado, sino que me ha interesado, apasionado, como cuando los le¨ª por primera vez, al escribirlos Sartre".Eran los tiempos del soldadoSartre, en Alsacia, cuando ya hab¨ªa publicado La n¨¢usea y El muro. Su celebridad entonces no hab¨ªa desbordado el peque?o mundo de la intelligentsia de Saint Germain de Pres.
La evoluci¨®n de Sartre
El principio, el Diario estaba dedicado exclusivamente a Simone de Beauvoir, pero esta ¨²ltima confiesa ahora que el autor se lo dio a leer a algunas personas m¨¢s de su entorno. Y su compa?era descubre que le hab¨ªa pedido que nunca jam¨¢s fuesen publicados estos escritos mientras ¨¦l viviese.En una carta a su compa?era incluso le manifestaba sus reticencias a prop¨®sito de la interpretaci¨®n a que pudiesen dar lugar sus meditaciones cotidianas. "Cuando se lea este diario tengo miedo de que se desprenda de ¨¦l un personaje m¨ªo bastante vil. Espero que cuando, a t¨ªtulo p¨®stumo, los publique usted, a?adir¨¢ algunas notas diciendo que yo era mucho m¨¢s gentil que todo eso".
A lo largo del Diario se deja entrever la evoluci¨®n de Sartre, del individualismo hacia un cierto socialismo. Seg¨²n explica ahora De Beauvoir, "hasta entonces la palabra socialismo le horrorizaba. Nunca jam¨¢s hab¨ªa pensado que pudiese ser feliz en un mundo socialista. Y esto no quiere decir que le gustase el mundo capitalista; pero este ¨²ltimo le permit¨ªa cultivar lo que ¨¦l llamaba una est¨¦tica de oposici¨®n".
Lo de la est¨¦tica de oposici¨®n fue en cierto modo la filosoria del Sartre reci¨¦n salido de sus estudios superiores.
?l lo manifestaba as¨ª: "No est¨¢ mal que el mundo sea malo para que yo pueda oponerme a ¨¦l. ?ste es mi papel: ser un opositor en un mundo que me disgusta, que no me conviene. De esta manera es como yo puedo escribir, trabajar, ser un fil¨®sofo, ser un escritor". Se ve que por aquellas calendas Sartre no se andaba por las ramas cuando, con su diario, se dirig¨ªa a la que era la mujer de sus entretelas: "La vida que hay que hacer ya est¨¢ cuadriculada en mi cabeza. Es la vida de un gran escritor".
Tambi¨¦n anotaba: "Soy muy consciente de ser eljoven Sartre, como se dice el joven Berlioz o el joven Goethe". Luego, a?os m¨¢s tarde, Sartre le dec¨ªa a su Castor (Simone de Beauvoir) que, en definitiva, "prefiero quedar en la historia como un escritor y no como un fil¨®sofo, porque una obra literaria es el absoluto, mientras que la filosof¨ªa, por muy importante que fuere, se hace siempre para que sea superada".
B¨²squeda de una moral
En sus Cuadernos para una moral afloran los cimientos de lo que fue toda la obra de Sartre: la b¨²squeda de una moral. "Yo apuesto por el hombre, no por Dios". El postulado de uno de los fragmentos centra sus reflexiones. Algunos de los que ya han le¨ªdo todos estos antiguos escritos estiman que ahora es cuando "realmente se va a poder leer a Sartre".Se le podr¨¢ desligar de los descarrilamientos pol¨ªticos-ideol¨®gicos que en los tiempos de la guerra fr¨ªa Este-Oeste le inspiraban: "Todo anticomunista es un perro"; "Abatir a un europeo es matar dos p¨¢jaros de un tiro, suprimir al mismo tiempo a un opresor y a un oprimido: queda un hombre muerto y un hombre libre".
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