El ingreso en la CEE, esperanza ante la crisis
"Si nos ci?¨¦ramos exactamente a lo que nos dicen las estad¨ªsticas y la mayor¨ªa de los expertos en econom¨ªa, al venir usted a Portugal en nuestros d¨ªas no hubiera encontrado bicho viviente. Todos habr¨ªamos muerto de hambre", cuenta el antiguo jefe de estudios de un banco. La pol¨ªtica econ¨®mica portuguesa es, vista as¨ª por sus especialistas: los principales objetivos y opciones econ¨®micas que el Gobierno se fij¨® para 1982 no fueron alcanzados ni cumplidos. La situaci¨®n econ¨®mica, financiera y social no s¨®lo no mejoro, sino que se agrav¨®. "Ficamos a beira da ruina". Una ruina que se debe tanto a ciertas medidas -o a su carencia- por parte de los Gobiernos de los ¨²ltimos a?os, como a la continua lucha social -propiciada y empujada por el Partido Comunista Portugu¨¦s (PCP)- a trav¨¦s de la Intersindical. Hoy, la prioridad econ¨®mica y social portuguesa no es otra que la adhesi¨®n al Mercado Com¨²n.
ENVIADO ESPECIALLos portugueses contemplan con un cierto optimismo su integraci¨®n en el Mercado Com¨²n europeo. "La situaci¨®n portuguesa es muy distinta de la espa?ola", me dec¨ªan, "ya que Portugal es un pa¨ªs peque?o, cuyas producciones en materias primas, agricultura o industria son perfectamente asimilables por las estructuras de la CEE donde apenas si se notar¨ªa nuestra adhesi¨®n, mientras que Espa?a, sobre todo por su potencial agrario y por su agricultura de primor y extratemprana, as¨ª como por su volumen industrial, tiene una potencialidad que puede poner en peligro muchas cuestiones internas de la Comunidad".
La deuda externa se triplic¨® en estos tres ¨²ltimos a?os de Gobiernos de la coalici¨®n socialdem¨®crata-democristiana, y representa ya bastante m¨¢s de la mitad de toda la producci¨®n de bienes y servicios que el pa¨ªs alcanza anualmente. El d¨¦ficit de la balanza de transacciones corrientes sobrepas¨® el doble de lo previsto y fijado por el Gobierno, llegando a la estruendosa cifra de 3.000 millones de d¨®lares en 1982. Han disminuido los salarios reales y ha aumentado el desempleo.
Para este a?o, el Gobierno, en el marco de la acentuaci¨®n del desastre econ¨®mico, estipul¨® una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) cercano al 0%,junto a la descapitalizaci¨®n (con tasa del -1%) en sectores b¨¢sicos de la econom¨ªa, como el p¨²blico (el m¨¢s importante en Portugal), el empresarial y el mixto.
Asimismo, con respecto a los Presupuestos Generales del Estado, el Gobierno fijaba una nueva disminuci¨®n del poder adquisitivo de los trabajadores, aumentaba los impuestos, que recaen principalmente sobre las clases sociales m¨¢s numerosas y menos pudientes, y se preparaba, para aumentar los precios de bienes y servicios duraderos. En resumen: que nos encontramos ante un hundimiento mayor del pa¨ªs en la crisis, con las consecuencias sociales que ello comporta.
M¨¢s cierto es que estas cr¨ªticas podr¨ªan aplicarse a otros pa¨ªses, aunque en menor medida. Portugal, como Espa?a Y todos las naciones desarrolladas o en v¨ªas de expansi¨®n, atraviesa un ya muy largo per¨ªodo de dificultades econ¨®micas, sobre todo en cuanto a su balanza de pagos y deuda externa. Todos quieren lo mismo: contener las importaciones y aumentar las exportaciones. Pero Portugal tiene escasos productos que exportar en volumen notorio, y cualquier elevaci¨®n en su nivel de vida, supone que las importaciones aumenten.
El 25 de abril
Por muchas cr¨ªticas que se le puedan hacer al 25 de abril, lo cierto es que, aparte de devolver a Portugal la libertad y la democracia, result¨® un beneficio notorio para gran parte del pueblo portugu¨¦s en aspectos b¨¢sicos e infraestructurales. Antes del 25 de abril no hab¨ªa ni tan siquiera ordenado m¨ªnimo (salario m¨ªnimo), ni seguro de desempleo, ni una pol¨ªtica educativa. El ¨ªndice de analfabetismo era superior al 25%.
La mayor¨ªa del pueblo portugu¨¦s vive mejor que antes del 25 de abril: de ah¨ª el aumento de las importaciones. "Lo que sucede", me dec¨ªan, "es que antes tuvimos una longe noite de pedra, de mordaza obligada, y ahora los descontentos se manifiestan a voz en cuello, se gritan los defectos, se queja cada uno en voz alta, sin temor a la PIDE (polic¨ªa pol¨ªtica), se hacen huelgas y caen los Gobiernos. Cierto que no estamos en una situaci¨®n brillante. Igualmente cierto que no acabamos de encontrar el camino de una democracia sosegada, firme y equilibrada, pero si somos sinceros, tenernos que pensat que m¨¢s de medio siglo de dictadura se paga muy caro. No se puede superar esa carga en una sola generaci¨®n".
El jefe de estudios del antiguo banco me explicaba: "?Por qu¨¦, aunque tengamos un bajo nivel de vida con respecto a otros pa¨ªses de Europa, no estamos ya todos muertos de hambre? Por una raz¨®n muy simple, de la que nadie habla. Hoy, en Portugal, cerca del 40% -y no quiero exagerar, pero puede que m¨¢s- de la poblaci¨®n trabajadora est¨¢ subsumida,en el empleo negro, en la economia sumergida. Y ese empleo no si refleja en estad¨ªstica alguna y, en lo posible, los empresarios intentan ocultarlo en sus producciones".
"Veamos" me dec¨ªa, "un ejemplo tan s¨®lo. S¨ª uno suma las viviendas, obras p¨²blicas y dem¨¢s sectores que utilizan cemento, se da cuenta inmediatamente de que hace falta una cantidad dada de cemento. Y entonces vemos c¨®mo el cemento producido -importado o lo que sea- no tiene correspondencia con el volumen de obras efectuado".
Econom¨ªa sumergida
Se carece de un solo estudio sobre esa clase de empleo negro y de econom¨ªa sumergida. Los pol¨ªticos ignoran en verdad en qu¨¦ pa¨ªs viven y c¨®mo viven sus condiudadanos. Todas las estad¨ªsticas sobre la naci¨®n padecen de graves insuficiencias, atrasos y carencias. En consecuencia, de fiarse s¨®lo de las estad¨ªsticas, ser¨¢ imposible tener un reflejo cabal de la sociedad portuguesa, aunque hay algunas que puedan servir de indicativo en cuanto a salud, ense?anza, etc¨¦tera, pero no en cuanto a producciones, productividad, desempleo real y otros de m¨¢xima importancia.
Una de las caracter¨ªsticas de Portugal es que la mayor parte de sus sectores b¨¢sicos fueron nacionalizados tras el estallido, revolucionario -con el consenso del Partido Socialista- y que desde hace tiempo -y sobre todo en estos tres ¨²ltimos a?os- se ha querido introducir una modificaci¨®n en la Constituci¨®n que pretende que la mayor parte de los sectores nacionalizados en la primavera de 1975 (un a?o despu¨¦s de la revoluci¨®n) volviesen al sector privado: banca, seguros, industria b¨¢sica, etc¨¦tera.
Esa, especial circunstancia portuguesa es la mayor causa del no entendimiento de Alvaro Cunhal con Santiago Carrillo. El l¨ªder comunista portugu¨¦s siempre ha dicho: "Nuestra situaci¨®n es muy diferente, pues en Portugal casi todo lo que es b¨¢sico, estrat¨¦gico, etc¨¦tera, est¨¢ nacionalizado. No podemos seguir una pol¨ªtica ib¨¦rica com¨²n".
Por otra parte, seg¨²n estudios al respecto que se han encargado de divulgar los comunistas, la eventual adhesi¨®n de Portugal a la CEE no impone en absoluto la reprivatizaci¨®n de las empresas nacionalizadas. En t¨¦rminos estrictamente jur¨ªdico-formales no existe en el derecho comunitario, de hecho, incompatibilidad alguna en cuanto a que cada miembro nacionalice los sectores o¨¦tripresas que considere m¨¢s convenientes para el bien com¨²n.
Y, en efecto, aparte de que pa¨ªses como el Reino Unido o la Rep¨²blica Federal de Alemania -y otros, casi todos y sobre todo los m¨¢s importantes- tengan grandes sectores de la producci¨®n nacionalizados, el hecho reciente de las nacionalizaciones llevadas a cabo tras el acceso al poder de los socialistas de Mitterrand no ha dado que hablar -respecto a su entera legitimidad- ni una sola palabra en los pa¨ªses comunitarios. Otra cosa son las cr¨ªticas habidas sobre su oportunidad y/o gesti¨®n. Se dapor seguro de que si ganan los socialistas y tienen que coaligarse con los socialdem¨®cratas, ¨¦stos plantear¨¢n a Mario Soares el tema de las reprivatizaciones de ciertos sectores.
Porque la verdad es que democristianos y socialdem¨®cratas no han venido pidiendo que se reprivaticen todos los sectores nacionalizados en la ¨¦poca en que mandaba el militar Vasco Gon?alves, es decir, aquellas que exigen abultadas inversiones y que hoy est¨¢n en franca crisis, como la siderurgia y la construcci¨®n naval, sino tan s¨®lo de aquellos otros sectores que tienen empresas que siguen siendo hoy rentables, aunque sean gerenciadas por el Estado, en especial, la banca y los seguros. Ambas alcanzaron en 1980, ¨²ltimo a?o del que se poseen datos, porcentajes de beneficios l¨ªquidos del 6,6.
En resumen, lo que desean que a la construcci¨®n naval, la siderurgia, etc¨¦tera, que. en el a?o 1974 estaban en manos privadas y que hoy est¨¢n con fuertes d¨¦ficit, se les contin¨²e aplicando la socializaci¨®n de las p¨¦rdidas y que las empresas p¨²blicas con resultados positivos, se reprivaticen.
Viene a ser algo asi como el tema ya planteado en Espa?a con respecto al holding Rumasa: que muchos desean que las empresas del grupo que sean rentables pasen lo m¨¢s r¨¢pidamente posible a manos privadas (algunos bancos, bodejas, etc¨¦tera) y que el resto se quede en manos del Estado. La semejanza es a¨²n mayor por cuanto en Portugal hab¨ªa sectores enteros que actuaban con total impunidad en r¨¦gimen de monopolio. Por tanto, nacionalizando los bienes de seis o siete grupos, pr¨¢cticamente qued¨® nacionalizada la mayor parte del sistema productivo lusitano.
Esperando a Soares
Habr¨¢ que ver las promesas que hace al respecto el Partido Socialista Portugu¨¦s, aunque muchos piensan que su m¨¢ximo dirigente, Mario Soares, ha ca¨ªdo ya muchas veces en el pecado de decir digo donde ayer dec¨ªa Diego. A este respecto, un periodista portugu¨¦s recordaba que en cierta ocasi¨®n "dijo a los periodistas espa?oles una cosa en el aeropuerto de Barajas y, una hora m¨¢s tarde, todo lo contrario a los periodistas portugueses al llegar a Lisboa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.