Desigual respuesta de los trabajadores a la huelga general convocada por los dos principales sindicatos argentinos
La huelga general de ayer en Argentina, convocada por las dos ramas de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT), aun paralizando pr¨¢cticamente el pa¨ªs, no tuvo la respuesta total de la del 6 de diciembre, cuando las calles de las grandes ciudades quedaron desiertas y abandonadas a las patrullas de la polic¨ªa. Circularon numerosos taxis y autobuses -no as¨ª el metro-, abrieron algunos establecimientos hoteleros y salieron a la calle los dos principales diarios de Buenos Aires. Las emisoras de radio y televisi¨®n suspendieron sus programas durante diez minutos.
Han circulado numerosos taxis y no pocos autobuses, han abierto algunos establecimientos hoteleros, quioscos de Prensa y la mayor¨ªa de los tradicionales puestos de tabaco, fichas telef¨®nicas y chucher¨ªas que han proliferado a ra¨ªz de la crisis econ¨®mica. Los dos principales diarios bonaerenses, Clar¨ªn y La Naci¨®n, han salido a la calle -sin editoriales sobre la huelga- con s¨®lo algunas dificultades de distribuci¨®n. Las emisoras de radio y los canales de televisi¨®n suspendieron peri¨®dicamente sus emisiones por espacio de diez minutos. En provincias tambi¨¦n se han producido algunas irregularidades en el seguimiento de la huelga, aunque los transportes ferroviarios y por carretera, fluviales, mar¨ªtimos y a¨¦reos han quedado paralizados, as¨ª como la pr¨¢ctica totalidad de la actividad industrial, comercial, bancaria y docente.El tr¨¢fico en Buenos Aires ha sido m¨¢s fluido que de costumbre, pese a que los autom¨®viles particulares han invadido el casco urbano aprovechando que las autoridades municipales suspendieron por 24 horas las limitaciones de aparcamiento. La ciudad permaneci¨® tranquila, y las medidas de seguridad no fueron aparatosas. En suma, otra matera (un d¨ªa para quedarse en casa tomando mate) en menos de cuatro meses, pero sin la espectacularidad y la rabia de la huelga de diciembre.
Sin duda, ha influido la decisi¨®n de ¨²ltima hora del ministro de Trabajo, H¨¦ctor Villaveir¨¢n, curiosamente m¨¢s proclive que su colega de Econom¨ªa a la comprensi¨®n de las demandas sindicales, de declarar la huelga ilegal. En diciembre no se tom¨® esta medida y a la postre resulta parad¨®jica por cuanto el derecho de huelga se encuentra suspendido en el pa¨ªs desde 1976.
Medidas contra los huelguistas
Pero la ilegalidad decretada por el Gobierno hace incurrir a los trabajadores en una cascada de medidas que van desde el despido sin indemnizaci¨®n hasta la prisi¨®n por uno a seis a?os, y hasta diez a?os al que ejerce coacci¨®n para que otros abandonen el trabajo. No obstante, no est¨¢ este horno para tales represalias y el propio ministro de Trabajo ha declarado que no quiere llevar las cosas mucho m¨¢s all¨¢ como para decidir que se van a aplicar tales o cuales medidas". Los sindicatos, por su parte, han reputado de grotesca y de irreal la decisi¨®n del Gobierno.Mayor incidencia en el ¨¢nimo de los trabajadores aut¨®nomos o por cuenta ajena que han acudido a sus trabajos habr¨¢ tenido la perspectiva de la p¨¦rdida de ingreso o el jornal diario (los que han secundado la huelga no cobran la jornada), y hoy al obrero argentino se le hace muy duro prescindir del salarlo de un solo d¨ªa.
La Confederaci¨®n General del Trabajo ( CGT-Azopardo), Ia primera que empez¨® a colaborar con el r¨¦gimen militar, exige un 15% de aumento salarial y subidas m¨ªnimas de 10 millones de pesos; la CGT-Rep¨²blica Argentina (m¨¢s radical) exige subidas superiores, y el Gobierno ha decidido que lo ¨²nico que se puede repartir es un 12% de aumento acumulativo durante s¨®lo tres meses para quien gane menos de 10 millones de pesos, 1.200.000 pesos tambi¨¦n por tres meses para quien gane m¨¢s de 10 millones, y medio mill¨®n de pesos por una sola vez para quien gane menos de los 10 millones. Veinticuatro millones de pesos es el l¨ªmite estricto para que una familia de dos hijos pueda adquirir mensualmente los art¨ªculos indispensables para su supervivencia.
Ambas centrales reclaman, adem¨¢s, lo que acaso sea m¨¢s importante: un giro de 180 grados en la pol¨ªtica econ¨®mica, precios m¨¢ximos y controles en art¨ªculos alimenticios, medicamentos e indumentaria escolar, as¨ª como la restituci¨®n de los sindicatos todav¨ªa intervenidos por los militares. Cuatro grandes sindicatos controlan la vida gremial argentina. La CGT-Azopardo controla uno (la banca), y la CGT-Rep¨²blica Argentina, otro (ferroviarios); los otros dos (metal¨²rgicos y construcci¨®n) contin¨²an intervenidos por los militares. La central sindical que los recoja ser¨¢ hegem¨®nica en Argentina. Y ante la divisi¨®n interna de los partidos en general y del peronismo en particular (desde la muerte de Per¨®n las dos CGT ya no son meras correas de transmisi¨®n del peronismo), los militares desarrollan un sutil juego de palo, zanahoria y divisi¨®n con los sindicatos en procura de un pacto pol¨ªtico que les permita salir de este atolladero.
Por el momento las centrales se han unido en la huelga de ayer para demostrar que hoy por hoy frente al poder de los militares no hay en Argentina otro poder organizado que el de los sindicatos. Pero ma?ana, mi¨¦rcoles, la radical CGT-Rep¨²blica Argentina marchar¨¢ sobre la plaza de Mayo y sobre la sede de la CGT-Azopardo, el edificio hist¨®rico del sindicalismo argentino, en un intento de presionar una fusi¨®n obrera todav¨ªa temprana.
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