La golilla
En Espa?a hace mucho sol, hay excesiva luz y por eso todo est¨¢ demasiado claro. Es un pa¨ªs de afirmaciones y negaciones rotundas, donde la duda hist¨®ricamente ha sido sometida a la hoguera, a esa siniestra claridad.El brillo ¨¢spero de la sequ¨ªa constituye un elemento primordial de cultura. En la orilla restallante del Mediterr¨¢neo se han elaborado los principios que todav¨ªa nos nutren: la religi¨®n monote¨ªsta en el desierto de Asia Menor, la filosof¨ªa y la ciencia en Grecia y el derecho en Roma. Pero ya se sabe que la cultura no impide las matanzas en homenaje a la verdad. Lo que ha parado alguna vez a los cuchillos no ha sido la filosof¨ªa sino el comercio, que tambi¨¦n fue inventado junto al Mediterr¨¢neo por los fenicios.
Para comprar y vender baratijas, primero los fenicios tuvieron que fabricar el alfabeto y la libertad.
Nuestro pa¨ªs se ha abastecido de griegos, romanos, jud¨ªos y fenicios. Es un solar con vieja sabidur¨ªa en la sangre y por nuestras venas corren adagios de arriero, consejas de pastor y refranes de habilitado. Aqu¨ª se ha asimilado muy bien la metaf¨ªsica, y mientras el reino de la certeza absoluta ha perdurado, no se ha logrado sacar a la patata ind¨ªgena de la alternativa de a?o y vez.
El cierto contraluz de la verdad, sin zonas de sombra, lleva a f¨®rmulas de vida bastante inh¨®spitas. Bajo su imperio s¨®lo germinan garbanzos. Durante siglos, en este pa¨ªs se han comido verdades redondas con cuchara, pero no se ha conseguido digerir la suprema belleza del comercio.
Frente a la cultura est¨¢ la civilizaci¨®n, es decir, la transacci¨®n, el peso y la medida, el c¨¢lculo, el intercambio y la duda. En Espa?a todav¨ªa es un elogio afirmar de alguien que es un hombre entero, de una pieza o de un bando. Tirar por la calle de en medio significa una clase de rebeli¨®n. Y con eso el espa?ol ha dibujado su perfil pol¨ªtico, religioso y econ¨®mico en el tiempo: es un ser constituido por verdades engoladas que carece de la m¨ªnima habilidad para vender una prostituta a un tren de soldados.
Nuestros agregados comerciales por el mundo a¨²n tratan de comprar un mill¨®n de barriles de crudo sin quitarse la golilla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.