Radicalizaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco

La celebraci¨®n ayer del Aberri Elguna ha sido algo m¨¢s que un simple pulso al Gobierno. Estamos ya, probablemente, ante una cuesti¨®n de Estado de dif¨ªcil tratamiento y de proporciones que pueden alcanzar cotas verdaderamente vidriosas. En una breve comparecencia ante las c¨¢maras de televisi¨®n, Carlos Garaikoetxea se pironunci¨® con una radicalidad y, a la vez, con una claridad que no eran usuales en ¨¦l. Por lo pronto, ni una alusi¨®n -ni una sola- a la solidaridad de Euskadi con el resto de los pueblos de Espa?a. Una alusi¨®n, incluso hiriente, para los inmigrantes en el Pa¨ªs Vasco. Una afirmaci¨®n rotunda de la identidad espec¨ªfica del pueblo vasco, de la patria vasca y del euskera como sost¨¦n de esa identidad, como conciencia de la personalidad de ese pueblo. Es decir, una definici¨®n de nacionalismo que en nada se debe y apenas se relaciona con el resto de Espa?a. Ni una vez, por supuesto, la menci¨®n de esa palabra, Espa?a. Los dirigentes vascos siguen jugando a dos barajas. Con una mano tiran la piedra y con la otra esconden la mano cuando se trata de declarar p¨²blicamente sus convicciones.Todo ello apunta hacia un grado d¨¦ radicalizaci¨®n que, mucho nos tememos, puede alcanzar la categor¨ªa de irreversible. Hay un dato que, en cierto modo, corrobora esta presunci¨®n: el de que la celebraci¨®n del Aberri Eguna se haya realizado de forma separada: PNV por un lado, EE por otro y, finalmente, Herri Batasuna por su cuenta. Podr¨ªa parecer, a simple vista, que esta parcelaci¨®n en las celebraciones indicase una falta de unidad de criterios entre las fuerzas pol¨ªticas vascas. Ahora bien, esa misma multiplicidad en los actos indica tambi¨¦n que se ha establecido una competencia, una rivalidad en la reivindicaci¨®n separatista. El PNV, habitualmente tachado de tibio por las dem¨¢s fuerzas, se ha decidido a encabezar, o a tratar de encabezar cuando menos, este protagonismo independentista. Las palabras del lendakari no dejaban lugar para la duda.

Hasta tal punto son as¨ª las cosas que cuando el se?or Garaikoetxea se refiri¨® al problema del terrorismo, si bien lo repudi¨®, dej¨® muy claro que estaba totalmente dispuesto a negociar, a hacer la paz, con esas minor¨ªas que recurr¨ªan a la violencia, diciendo que no necesitaba el pueblo vasco de quienes se arrogaban el papel de redentores. S¨²mese a ello la exigencia de que se suprima la figura del gobernador civil como representaci¨®n del poder central y se tendr¨¢ un cuadro suficientemente expresivo de hasta d¨®nde est¨¢n llegando las cosas.

Por eso decimos al principio de estas l¨ªneas que no estamos ante un simple pulso de los pol¨ªticos vascos al Gobierno. Estamos ya, eso s¨ª, ante un problema de Estado. (...)

, 4 de abril