Esp¨ªas
ES OBVIO que la expulsi¨®n simult¨¢nea de esp¨ªas sovi¨¦ticos de Espa?a, el Reino Unido y Francia ha alcanzado el n¨²mero de una peque?a masa- se trata de una operaci¨®n conjunta o con un mismo origen. El espionaje cubre hoy una extens¨ªsima gama que va de la mera artesan¨ªa, a veces insignificante, hasta la electr¨®nica m¨¢s prodigiosa -sat¨¦lites, escuchas inal¨¢mbricas-; desde la transmisi¨®n de grandes o peque?os secretos industriales hasta la preparaci¨®n de golpes de Estado, atentados o terrorismo. La URSS no tiene la exclusiva, aunque haya introducido un elemento muy importante: la ideolog¨ªa. El Intelligence Service brit¨¢nico, la CIA, son instrumentos mitol¨®gicos, aunque los expertos coincidan en asegurar que el servicio m¨¢s importante del mundo es el de Israel (a cuya perfecci¨®n profesional se unen tambi¨¦n motivaciones ideol¨®gicas). Pero la Uni¨®n Sovi¨¦tica convirti¨® el espionaje y las acciones en el exterior, desde su fundaci¨®n, en una pieza clave de toda su pol¨ªtica, a partir ya de la mezcla de un "internacionalismo proletario" que, sin duda honestamente, figuraba en sus principios con los servicios a la "patria del comunismo". La cifra de 250.000 agentes sovi¨¦ticos diseminados por el mundo que dan algunas fuentes inglesas es tan cre¨ªble como cualquier otra: en realidad, cada ciudadano sovi¨¦tico en el extranjero informa a sus autoridades de cualquier noticia que le parezca de alg¨²n inter¨¦s.Inversamente, la respuesta al espionaje y la denuncia de ¨¦ste se ha convertido muchas veces en operaci¨®n pol¨ªtica. La URSS ha acusado a los servicios occidentales de las sucesivas rebeliones de Hungr¨ªa, Checoslovaquia y Polonia para restarles credibilidad y ocultar las razones locales y las quiebras pol¨ªticas, de la misma manera que se busca el desprestigio de los movimientos pacifistas, en Occidente, acus¨¢ndoles de estar manipulados por la URSS. La ¨¦poca que sigui¨® en Estados Unidos a la noticia de que la URSS ten¨ªa la bomba at¨®mica, presidida por el tristemente c¨¦lebre senador McCarthy, llev¨® la denuncia del espionaje hasta casi el establecimiento de un Gobierno paralelo y de una dictadura disfrazada.
Es posible creer que los descubrimientos actuales de esp¨ªas y las expulsiones consecutivas obedezcan, como se dice, al cambio de bando de un agente sovi¨¦tico que hubiera dado a Estados Unidos unas informaciones que ¨¦stos hubiesen transmitido a sus aliados, lo cual explicar¨ªa, en parte, su simultaneidad. Pero es m¨¢s f¨¢cil suponer que las expulsiones se han producido en un momento determinado y por unas razones pol¨ªticas. Generalmente, estos agentes menores, que no merecen el encarcelamiento o el proceso -sobre todo los que no est¨¢n amparados por la inmunidad diplom¨¢tica- est¨¢n suficientemente controlados, son m¨¢s o menos conocidos. Muchas veces se prefiere dejarlos actuar por dos razones: una, porque su seguimiento puede ampliar las informaciones hasta personas de mayor envergadura y los informes que transmiten son menores; otra, porque son susceptibles de intoxicaci¨®n, de ser convertidos en transmisores sin que ellos lo sepan de informaciones falsas.
Un grupo de expulsiones como el que ha realizado Francia hace pasar inmediatamente a la oscuridad las verdaderas cabezas del espionaje y dificulta m¨¢s que favorece el trabajo de la DST (contraespionaje). Las expulsiones menores se realizan muchas veces porque el grado de denuncia es de tal naturaleza que no se puede desatender; otras, para causar un determinado efecto pol¨ªtico. El descubrimiento de un esp¨ªa sovi¨¦tico pr¨®ximo a Willy Brandt sirvi¨® para desmontarle de la canciller¨ªa, acabar con su carrera pol¨ªtica y destruir la pol¨ªtica de apertura al Este; las misteriosas "pistas b¨²lgaras" en Italia trataban de actuar en un momento de crisis interna contra el partido comunista.
La ola de expulsiones, sobre todo las de Francia, coinciden con el "fin de semana pacifista" y con la presi¨®n en favor de negociaciones con la URSS. Algunos peri¨®dicos -como el Dady Mail, de Londres- relacionan directamente el espionaje sovi¨¦tico con las marchas antinucleares en el mismo n¨²cleo de informaci¨®n donde dan noticia del descubrimiento de la red de espionaje. En el caso peculiar de Francia, la expulsi¨®n en masa se relaciona con una operaci¨®n de desprestigio del partido comunista que, a pesar de tener ministros en el Gobierno, est¨¢ creando situaciones inc¨®modas.
No hay raz¨®n alguna por lo dem¨¢s para dudar de que los ahora descubiertos hayan practicado formas m¨¢s o menos sofisticadas de espionaje. Hay que suponer, sin embargo, que lo m¨¢s importante en este caso es la elecci¨®n del momento, y el montaje del espect¨¢culo.
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