El idioma en Catalu?a
El se?or Jordi Boixad¨®s contesta a mi carta en EL PAIS, 16-3-83, y a mi vez me permito molestar su atenci¨®n en sincera r¨¦plica a dicho se?or.Referente a la "naturaleza" de la lengua, en efecto, generalmente es una: la materna. Pero hay much¨ªsimas familias aqu¨ª en Catalu?a que tienen las dos, el catal¨¢n y el espa?ol, ambas por naturaleza o naturalmente. Padres que entre ellos hablan en catal¨¢n y a sus hijos en espa?ol o inversamente. El caso del padre o madre no catalanes. Repito, en much¨ªsimos catalanes ambos idiomas lo son por naturaleza. Sobre el idioma materno se ha creado aqu¨ª un clima emocional en el cual una serie de gente se siente v¨ªctima perseguida, llegando a creer que estaba prohibido totalmente, bajo sever¨ªsimas penas, hablar en catal¨¢n.
A m¨ª no me preguntaron en qu¨¦ idioma quer¨ªa aprender. Fui a la escuela y tanto mis condisc¨ªpulos como yo nunca nos pusimos a llorar reclamando la vern¨¢cula, que era la lengua en que jug¨¢bamos y nos pele¨¢bamos en el patio de recreo, y que incluso habl¨¢bamos con los profesores, particularmente. Lo mismo ocurre en pa¨ªses como Suiza. Cuando p¨¢rvulos, se emplea el suizo-alem¨¢n, pero a medida que la ense?anza sube de grado se va introduciendo el granalem¨¢n (hog deustch). Lo mismo ocurre en Alemania con los dialectos o idiomas germ¨¢nicos. En Alsacia y Lorena, en Escocia, en Gales y en Irlanda.
La vida p¨²blica, dice el se?or Boixad¨®s, deber ser indistinta en ambos idiomas. No es ¨¦sa la pol¨ªtica actual. El biling¨¹ismo es tolerado, pero el fin perseguido es eliminarlo, que sea pasiv¨® (Aina Moll), y conseguir de esa forma plantear un dilema pol¨ªtico a los "otros" catalanes.
Si el "otro" debe catalanizarse, debe hacerlo por su propia voluntad, con la ayuda generosa, abierta y fraterna del nativo. Que pueda sentirse naturalmente integrado, no pol¨ªticamente obligado. Hay que evitar que el "otro" se encuentre sometido dentro de Espa?a a una opci¨®n sociopol¨ªtica que tendr¨¢ que aceptar por la fuerza, pero que nunca lo har¨¢ por convicci¨®n, ya que no olvidemos que, por ahora, ese "otro" cree que a¨²n est¨¢ en Espa?a. /
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