Ni cerca ni lejos
El programa que Televisi¨®n Espa?ola dedic¨® el jueves pasado a Canarias dentro del espacio En este pa¨ªs quer¨ªa ser, de acuerdo con su t¨ªtulo -Tan cerca, tan lejos- una maniobra de acercamiento a los problemas del archipi¨¦lago y fue, en realidad, una maniobra de acercamiento tan incierta como la que hac¨ªa, al muelle de la isla de El Hierro, el ¨²nico barco que hasta fecha reciente arribaba al puerto de la Estaca una o dos veces por semana.Amparado bajo un t¨ªtulo que recuerda las viejas l¨¢grimas literarias de Pearl S. Buck, y dicho por un locutor susurrante que nos llev¨® de isla a isla como si la c¨¢mara tuviera la velocidad de una mota de polvo bailada por el viento del Teide, el programa se fabric¨® sus buenos prop¨®sitos para una audiencia que, al final, no entendi¨® nada.
Los datos sobre la crisis econ¨®mica del archipi¨¦lago fueron difusos. Al final no supimos si el total de la flota pesquera de Lanzarote era el total de la flota pesquera de Canarias, cosa que obviamente no puede ser, ni si, en efecto, la per¨ªfrasis del pescador de El Hierro que asegur¨® llevarse a su casa cada semana cuatro kilos de pescado se corresponde s¨®lo con una met¨¢fora habitual cerca del faro de Orchilla o es la a¨²n m¨¢s triste realidad de una econom¨ªa a la deriva.
El programa comenz¨® siendo un intento de aproximaci¨®n al problema de la diferencia entre Canarias y la pen¨ªnsula, y el escritor Domingo P¨¦rez M¨ªnik puso la c¨²esti¨®n en sus justos l¨ªmites.
En efecto, los canarios son diferentes a los peninsulares, y a partir de esa diferencia puede iniciarse cualquier discusi¨®n. Despu¨¦s, el equipo de En este pa¨ªs comenz¨® a fabrico un puzzle en el que la emigraci¨®n, el planeamiento urbano, la decoraci¨®n de las playas, la estructura econ¨®mica paup¨¦rrima de un archipi¨¦lag¨® asolado y el alto porcentaje de analfabetismo eran piezas que saltaban una y otra vez sin asentarse.
La vista que sobre los problemas canarios lanz¨® la c¨¢mara fue justamente la vista de un p¨¢jaro canario, cambiante y sin perspicacia. Hubiera sido necesaria la mirada de un b¨²ho para que esos ojos de la caja televisiva dominaran un panorama quiz¨¢s m¨¢s exiguo pero mucho menos frustrante que el que vimos el jueves por la noche.
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