El Gobierno franc¨¦s vuelve a situar la 'locomotora' de la iniciativa privada en lugar prioritario
De cara a la reindustrializaci¨®n del pa¨ªs, el Gobierno franc¨¦s, en lo sucesivo, contar¨¢ m¨¢s con la empresa e iniciativas privadas que con el sector que nacionaliz¨® cuando lleg¨® al poder, en mayo de 1981. El primer ministro, Pierre Mauroy, en su discurso de pol¨ªtica general, d¨ªas pasados, anunci¨® su intenci¨®n de hacer de Francia uno de los grandes pa¨ªses industriales, y para ello incit¨® a la "creaci¨®n de 10.000 empresas". El problema se considera arduo.
El primer ministro, Mauroy, centra las ambiciones del Gobierno, en su nueva y decisiva fase econ¨®mica, en una frase: "El proyecto industrial del Gobierno permitir¨¢ a Francia situarse en la primera fila de las cuatro grandes potencias industrializadas". Sabido es que la reindustrializaci¨®n de los pa¨ªses avanzados de Occidente es la gallina de los huevos de oro de su futuro. Seguir consumiendo, es decir, mantener el nivel de vida presente, equivale, para el mundo occidental, a la innovaci¨®n o, lo que es igual, al dominio de la tercera revoluci¨®n industrial. Todos los planes de austeridad, todas las argucias sociales o presupuestarias, destinadas a equilibrar las cuentas p¨²blicas y a paliar el desempleo, o la inflaci¨®n, a largo plazo no servir¨¢n para nada si, entre tanto, no se han liberado y revitalizado las fuerzas productivas.Este es, en pocas palabras, el discurso dominante de la Europa occidental en crisis. Los socialistas franceses no lo ignoran y, desde que Fran?ois Mitterrand accedi¨® a la magistratura suprema, su Pierre Mauroy decisi¨®n m¨¢s r¨¢pida y agresiva apuntaba en esa direcci¨®n: la nacionalizaci¨®n, en efecto, de los cinco grandes grupos industriales del pa¨ªs estaba destinada precisamente a poner en manos del Estado lo que deb¨ªa ser, seg¨²n los dirigentes socialistas, la locomotora que arrastrar¨ªa tras ella a todo el potencial industrial del pa¨ªs hac¨ªa la tercera revoluci¨®n industrial. Se trataba, de hecho, de revalorizar en Francia la cl¨¢sica teor¨ªa de izquierdas, seg¨²n la cual el Estado debe jugar un papel preponderante en el desarrollo de la industria, frente a la doctrina capitalista, que funda el ¨¦xito en la iniciativa individual.
Dos a?os despu¨¦s, los socialistas moderan sus teor¨ªas iniciales. Tres ministros de Industria se han sucedido, en ese per¨ªodo de tiempo, en el Ministerio de la Industria y de la Investigaci¨®n. El ¨²ltimo de ellos, Jean Pierre Chevenement, fue acusado, por el propio Mitterrand, de bur¨®crata y de dirigista. Ocurre que la gesti¨®n de los cinco grandes grupos nacionalizados ofrece resultados altamente negativos: actualmente tienen que hacer frente a un d¨¦ficit de explotaci¨®n de 20.000 millones de francos y, para sus inversiones, han de solicitar 60.000 millones de francos de cr¨¦ditos, en los mercados nacionales o internacionales. En dos a?os de gesti¨®n, por a?adidura, los socialistas a¨²n no se han puesto de acuerdo sobre una filosof¨ªa industrial a practicar: los nacional-productivistas, partidarios de la reconquista del mercado interior y del proteccionismo, creen que Francia s¨®lo ser¨¢ rica e independiente produci¨¦ndolo todo, aunque sea a costa de los d¨¦ficit p¨²blicos. Los simbolizados por el delorismo (de Jacques Delors, ministro de Finanzas) creen en una econom¨ªa abierta, sometida a la competencia y, consecuentemente, en una reindustrializaci¨®n selectiva.
Giro sensible
De momento, el Gobierno, seg¨²n deja entender su primer ministro, da un giro sensible, al hacer un llamamiento para la creaci¨®n de 10.000 empresas: "El desarrollo de las voluntades individuales, o del esp¨ªritu de empresa si se quiere, dependen, en efecto, del entorno institucional", dijo Mauroy dirigi¨¦ndose a los diputados y, a trav¨¦s de ellos, a todos los que, en Francia, deseen fomentar la iniciativa privada. ?C¨®mo hacer tangible ese proyecto asentado en las 10.000 empresas imaginadas por el primer ministro franc¨¦s? Este ¨²ltimo anuncia muchas medidas, sin precisar mayormente: facilidades administrativas, posibilidad de excedencia de dos a?os para los empleados que se decidan a fundar una empresa, ayudas financieras, pr¨¦stamos participartivos.En suma, el nuevo proyecto industrial franc¨¦s revela, m¨¢s que nada, una nueva toma de conciencia de los gobernantes socialistas (o de la parte que dirige el pa¨ªs desde la cabeza del Estado), respecto a la iniciativa privada. En cuanto a su realizaci¨®n, de entrada en todo caso, en este sector, el Gobierno no tiene mucha influencia.
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