La corrupci¨®n salpica a los ayuntamientos italianos de izquierda
La Democracia Cristiana aprovecha los esc¨¢ndalos que afectan a socialistas y comunistas para intentar recuperar el poder local perdido en 1975
El a?o 1975 quedar¨¢ grabado fuertemente en la historia pol¨ªtica italiana porque represent¨® el momento culminante de la escalada de la izquierda a los Gobiernos regionales, provinciales y municipales. Por primera vez, la Democracia Cristiana (DC) perd¨ªa el poder en los grandes centros urbanos. Ciudades como Bolonia, Roma, N¨¢poles, Tur¨ªn, Florencia, Venecia, G¨¦nova, Pav¨ªa, etc¨¦tera, quedaron en manos de comunistas y socialistas. En muchos casos, con alcaldes comunistas, como en Roma, N¨¢poles, G¨¦nova, Tur¨ªn, Bolonia y otras.
La Democracia Cristiana se replegaba y manten¨ªa su poder a nivel nacional, impidiendo al Partico Comunista Italiano (PCI) el acceso al Gobierno. Era como si la DC admitiese que la izquierda pudiera realizar una experiencia de gobierno en la periferia de un pa¨ªs en el que razones internas e internacionales hac¨ªan imposible la presencia del PCI, la mayor fuerza pol¨ªtica de la izquierda, en el Gobierno.
Empez¨® as¨ª una especie de compromiso hist¨®rico larvado, ya que en muchos lugares los comunistas gobernaban, bien juntos, bien con el apoyo de los democristianos. Al mismo tiempo, empez¨® a nacer lo que se llam¨® el Gobierno de las manos limpias, de muchas administraciones en manos de la izquierda, para distinguirlas de los pasados Gobiernos corrompidos de la Democracia Cristiana. Nacieron tambi¨¦n los Gobiernos de la fantas¨ªa y de la creatividad, ya que la savia izquierdista llegada a los Gobiernos locales, se prodig¨® en proyectos e iniciativas nuevas en los campos m¨¢s variados para hacer m¨¢s habitables las grandes metr¨®polis urbanas.
Ocho a?os despu¨¦s
Han pasado ocho a?os. Dentro de unas semanas, casi 10 millones de italianos ir¨¢n a las urnas en unas elecciones administrativas parciales. Faltar¨¢n s¨®lo las grandes ciudades, donde se votar¨¢ en 1985, pero, como siempre en Italia, cada consulta electoral constituye una prueba importante, y todo acaba politiz¨¢ndose. En realidad, ha empezado ya la campa?a, esta vez con no muy buenos auspicios para los Gobiernos en manos de la izquierda. Se trata de una crisis espectacular y grave.Repentinamente, los esc¨¢ndalos, que hasta hace unos a?os parec¨ªan una exclusiva de la Democracia Cristiana, han estallado en las casas comunista, socialista, socialdem¨®crata y hasta republicana. No se salva nadie, y empiezan a desfilar hacia la c¨¢rcel o a ser implicados judicialmente hombres pol¨ªticos en los Gobiernos de las regiones, de las provincias y de los municipios.
El caso m¨¢s dram¨¢tico es el de la ciudad de Tur¨ªn y de la regi¨®n de Piamonte. Pero esc¨¢ndalos han aparecido tambi¨¦n en G¨¦nova, en Venecia, en Bolonia, en Florencia, en N¨¢poles, en Bari, en Palermo, en Pav¨ªa, etc¨¦tera. Por supuesto, tambi¨¦n aqu¨ª est¨¢n implicados democristianos, pero lo nuevo, lo que preocupa es que por primera vez han empezado a ir a la c¨¢rcel tambi¨¦n comunistas y socialistas. En un primer momento se habl¨® de un compl¨® contra las administraciones de izquierdas en v¨ªsperas de elecciones. Se acus¨® a los jueces de haberse puesto al servicio de ciertos intereses pol¨ªticos. Pero ellos se defienden diciendo que los esc¨¢ndalos son reales y no inventados, sobre todo cuando se trata de l¨ªderes pol¨ªticos que acaban en la c¨¢rcel.
Nadie niega los cambios
La realidad es que esta crisis de las administraciones dirigidas en los ¨²ltimos a?os por la izquierda est¨¢ causando gran preocupaci¨®n en las fuerzas democr¨¢ticas. S¨®lo los m¨¢s facciosos llegan a afirmar que comunistas y socialistas lo han hecho peor que los democristianos. Y nadie quiere negar los cambios llevados a cabo en Bolonia, Roma, N¨¢poles, Tur¨ªn o Florencia desde que lleg¨® la izquierda. Pero el problema es otro.Lo que se preguntan muchos observadores es si en realidad no existe un vicio de fondo, con ra¨ªces profundas, que impide a todos, democristianos e izquierda, llevar a cabo programas de reforma importantes. Y, seg¨²n muchos polit¨®logos, el verdadero c¨¢ncer es la invasi¨®n de las instituciones y de todos los ganglios del poder por parte de los partidos. Y, como para adue?arse de todos los puestos del poder es necesario dinero, mucho dinero, se explican entonces todos los esc¨¢ndalos financieros. Un constructor que se ha arrepentido se puso a gritar ante los jueces: "Estoy harto, no hacen m¨¢s que pedirme dinero estos pol¨ªticos para poder trabajar".
Y junto con esta ansia de ocuparlo todo, existe tambi¨¦n el problema de la burocratizaci¨®n de los l¨ªderes pol¨ªticos puestos al frente de los Gobiernos perif¨¦ricos, incluso de las nuevas generaciones. Se les acusa de ser m¨¢s t¨¦cnicos, y a veces sin escr¨²pulos, que verdaderos l¨ªderes y de permanecer demasiado tiempo en sus cargos.
Al PCI se le ha acusado de no haber hecho un cambio generacional, pero ahora el Partido Socialista italiano (PSI) est¨¢ preocupado viendo que sus l¨ªderes nuevos, flamantes j¨®venes, como en el caso de Tur¨ªn, no se revelan con mayor fuerza moral que sus antepasados los democristianos, y para asegurarse votos que les mantengan en sus puestos a toda costa se busca dinero por todos los medios, incluso ilegales.
Mientras tanto, quien se aprovecha, pescando en r¨ªo revuelto, es el nuevo secretario de la Democracia Cristiana, Ciriaco de Mita, quien ha sido muy inteligente frente a los esc¨¢ndalos explotados dentro de la izquierda. No los ha dramatizado ni explotado propagand¨ªsticamente. Ha planteado simplemente el problema de que ahora ya no se puede dividir a la gente en buenos y malos, y que lo importante es que cada uno demuestre, donde est¨¦, la capacidad de gobernar con creatividad y eficacia.
De Mita ha vuelto a acariciar el sue?o de poder reconquistar para su partido Gobiernos ca¨ªdos en manos de la izquierda o bien entrar formando una mayor¨ªa en administraciones donde actualmente esto podr¨ªa acaecer: en la regi¨®n de Piamonte, en 18 provincias y en 24 capitales, entre ellas, Tur¨ªn, Mil¨¢n, Venecia, G¨¦nova y Roma.
Lo que al parecer ya no permitir¨¢ la Democracia Cristiana, despu¨¦s de este terremoto, es el estar en la oposici¨®n en aquellas administraciones en las que, por el n¨²mero de votos, podr¨ªa entrar a gobernar. La idea de que cada fuerza pol¨ªtica tiene que conquistarse su propio espacio y de que hay que distinguir bien claro entre quienes quieren la alternativa de izquierda y quienes prefieren un Gobierno de centro o de centroizquierda, propugnado por De Mita, empieza ya a reflejarse.
Que los electores decidan
Al parecer, la DC quiere que antes de que se vote en las elecciones administrativas se presenten a los electores las posibles coaliciones de gobierno local para que puedan ser los electores quienes decidan los Gobiernos.Los democristianos ejercen presiones sobre los socialistas para que se decidan, bien a crear una alternativa de izquierda con los comunistas, o bien a proseguir con el centroizquierda. Es el eterno dilema del socialismo italiano.
Su l¨ªder, Bettino Craxi, hab¨ªa encontrado una f¨®rmula m¨¢gica para salir del atolladero: crecer para poder condicionar despu¨¦s a las otras dos fuerzas. Y para crecer hab¨ªa propuesto su pol¨ªtica de autonom¨ªa del partido comunista y de reformas. Acosado por De Mita, hab¨ªa amenazado con establecer acuerdos con Berlinguer. Pero De Mita sabe que esto ser¨ªa la muerte pol¨ªtica de Craxi.
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