El futuro del gas natural en Espa?a depende del ¨¦xito de las negociaciones hispano-argelinas
Hoy se reanudan en Madrid, a nivel t¨¦cnico, las negociaciones hispano-argelinas sobre el suministro de gas natural a Espa?a. En medios oficiales espa?oles se tiene la convicci¨®n de que un fracaso de estas conversaciones, abiertas a nivel pol¨ªtico tras el viaje del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, a Argelia, supondr¨ªa un importante e insalvable obst¨¢culo en el desarrollo del gas natural dentro de la estructura de energ¨ªa primaria espa?ola y, probablemente, su abandono definitivo como un recurso v¨¢lido alternativo al petr¨®leo y a la energ¨ªa el¨¦ctrica durante los pr¨®ximos diez a?os.
Aunque tanto Madrid como Argel han expresado, a trav¨¦s de declaraciones al m¨¢s alto nivel, su firme voluntad pol¨ªtica de llegar a un acuerdo, medios familiarizados con el problema del gas natural consideran como muy escasas las posibilidades reales de alcanzar un entendimiento que satisfaga plenamente todos los intereses involucrados. Es m¨¢s, algunas fuentes no descartan una eventual ruptura de las negociaciones, que muy bien podr¨ªa venir tras la denuncia por parte espa?ola de la relaci¨®n contractual que une a Espa?a y Argelia en este asunto desde 1974.El ministro de Industria y Energ¨ªa, Carlos Solchaga, reconoci¨® el pasado viernes, al t¨¦rmino de su entrevista con su colega argelino de Energ¨ªa y Petroqu¨ªmica, Belkacem Nabi, que la falta de un acuerdo entre ambas partes supondr¨ªa el fin definitivo de las expectativas de desarrollo del gas natural en Espa?a. Solchaga vino a decir que s¨®lo un acuerdo que reconozca las dificultades coyunturales espa?olas para desarrollar de forma inmediata el consumo de este hidrocarburo en Espa?a podr¨ªa ser viable para nuestro pa¨ªs. Esto, a juicio de expertos, supondr¨ªa la reducci¨®n de las cantidades de suministro acordadas a un precio que garantice la competitividad del gas frente a otras energ¨ªas.
Los acuerdos de 1974
El suministro de gas natural argelino a Espa?a est¨¢ regulado por unos acuerdos firmados entre la Empresa Nacional del Gas (Enagas) y la argelina Sonatrach. Este contrato fue firmado originalmente el 4 de marzo de 1974, pero fue revisado el 14 de agosto de 1975 y adecuado, de nuevo, en julio de 1979, especialmente en lo referente al cap¨ªtulo precios.Los contratos han sido calificados por algunos medios de excesivamente ambiciosos en lo que se refiere a las altas cantidades de suministro que contemplaban (5.000 millones de termias en 1976, 30.000 millones en 1978 y 45.000 millones a partir de 1980) y sobredimensionadas respecto a las posibilidades de consumo espa?olas. Pero si se tiene en cuenta el momento de la firma, meses despu¨¦s del primer choque petrol¨ªfero, y los ambiciosos planes de desarrollo de la empresa Enagas, las cr¨ªticas resultan menos convicentes. El gas natural supon¨ªa en 1975 el 2% de la energ¨ªa primaria consumida en Espa?a (frente a un 17% de media en Europa), y estaba previsto que se alcanzara hasta el 5% a finales de la d¨¦cada.
Pero, adem¨¢s, el contrato de gas presentaba otros problemas. El buen precio acordado en aquellos momentos -y, mucho mejor, a?os despu¨¦s, con el segundo choque petrolero- era compensado por Espa?a con la concesi¨®n de 300 millones de d¨®lares en cr¨¦ditos a bajo tipo de inter¨¦s, cuyo diferencial sobre el existente en el mercado de capitales era cubierto por Enagas. Esta financiaci¨®n estaba destinada, precisamente, a las inversiones que Argelia deb¨ªa realizar para poder suministrar las cantidades acordadas de gas a Espa?a, con el compromiso de que parte de los bienes de equipo se compraran en nuestro pa¨ªs.
Las dificultades surgidas en la pol¨ªtica de inversiones y en la comercial de Enagas, que algunos atribuyen a la ausencia de una pol¨ªtica gubernamental real y efectiva, impidi¨®, sin embargo, que se materializaran las favorables expectativas de desarrollo de este hidrocarburo en Espa?a. Las presiones argelinas para modificar el precio acordado terminaron, en 1979, por paralizar a¨²n m¨¢s este proceso, que entr¨® ya en barrena en 1980, cuando Enagas, por la clausula de taje o pay que conten¨ªa el acuerdo de gas, ni pod¨ªa retirar los 45.000 millones de termias acordadas y, mucho menos, pagarlas.
En algunas fuentes informadas se tiene la convicci¨®n de que en este tema del gas siempre ha existido una mano negra con intereses muy concretos que defender, que ha dificultado un desarrollo feliz de las relaciones hispano-argelinas, de un lado, o la creaci¨®n de una infraestructura gas¨ªstica adecuada. De hecho, el consumo de gas natural en Espa?a es rid¨ªculo para la media europea (23.000 millones de termias en 1982, apenas un 10% del consumo franc¨¦s o italiano), y es comprensible, en este sentido, que las autoridades energ¨¦ticas espa?olas traten ahora de corregir una situaci¨®n anacr¨®nica cuya responsabilidad quiz¨¢ tenga nombres y apellidos.
En cualquier caso, medios familiarizados con la negociaci¨®n no descartan que, incluso con la voluntad pol¨ªtica que dicen profesar las dos partes, el estrecho margen de maniobra que apenas permite la posici¨®n antag¨®nica de las dos partes d¨¦ lugar a un acuerdo pol¨ªtico cuya traducci¨®n t¨¦cnica sea inviable. En este caso puede darse la situaci¨®n anacr¨®nica de que, incluso con un acuerdo, sea poco rentable seguir comprando gas en el exterior, precisamente en una situaci¨®n de sobreequipamiento y sobreproducci¨®n en otros subsectores energ¨¦ticos.
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