La visita a Australia de los pr¨ªncipes de Gales pretende frenar el creciente sentimiento republicano
El domingo finaliza un largo viaje oficial de Carlos y Diana, pr¨ªncipes de Gales, a Australia. Esta es la primera visita oficial de la pareja principesca al extranjero. Durante cuatro largas semanas, Carlos y Diana se han paseado por la geograf¨ªa del nov¨ªsimo mundo saludando a cuantos quer¨ªan acerc¨¢rseles, recogiendo . flores, repartiendo sonrisas y asistiendo a galas ben¨¦ficas, en un intento de frenar el republicanismo en Australia.
El domingo, cuando abandonen el pa¨ªs con rumbo a Nueva Zelanda, ser¨¢n conscientes de que no volver¨¢n aqu¨ª en mucho tiempo. Al menos, no repetir¨¢n un viaje de estas caracter¨ªsticas mientras los laboristas, de trayectoria republicana, sigan en el poder.Nadie duda que este viaje tan largo no se hubiera realizado si hubiese dependido de la voluntad del actqal primer ministro, republicano empedernido. Pero al llegar al poder el 5 de marzo, Robert Hawke se encontr¨® con que el programa de la visita principesca estaba ya atada y bien atada por su predecesor, el liberal-mon¨¢rquico Malcolm Fraser. Sin embargo, cuando Carlos y Diana llegaron a este pa¨ªs con su hijo Guillermo, el pasado 20 de marzo, sab¨ªan ya que ¨¦sta era quiz¨¢ su ¨²ltima oportunidad de oro para frenar el avance republicano.
A la hora de hacer balance, todo parece indicar que las espadas siguen en alto. Ha habido escaramuzas de uno y otro lado. La presencia de los pr¨ªncipes en el pa¨ªs no fue ¨®bice para que el primer ministro advirtiera hace pocos d¨ªas a la reina Isabel II que en adelante no se efectuar¨¢ ninguna propuesta de condecoraci¨®n bajo los honores imperiales; s¨ª continuar¨¢, en cambio, la concesi¨®n de condecoraciones propias australianas. Seg¨²n Hawke, esta decisi¨®n est¨¢ en la l¨ªnea de la pol¨ªtica laborista en la materia y coincide con la decisi¨®n del anterior Gobierno laborista, de 1972 a 1975.
El republicanismo del primer ministro tampoco ha sido obst¨¢culo para que la polic¨ªa retirara de la circulaci¨®n unos carteles pornogr¨¢ficos con los cuerpos de Carlos y Diana. Pero las autoridades federales no han hecho el menor gesto cuando alg¨²n parlamentario boicote¨® un acto oficial en honor de los pr¨ªncipes, alegando su ideario republicano.
Y el republicanismo laborista no impidi¨® tampoco que, en Brisbane, m¨¢s de 100.000 personas, recibieran a los pr¨ªncipe de Gales, la mayor concentraci¨®n que nunca los rode¨® en cualquier pa¨ªs y que el premier de este Estado, el liberal Bjekle-Petersen, se descolgara jurando que si alguien quer¨ªa convertir Australia en una rep¨²blica deber¨¢ pasar por encima de mi cad¨¢ver".
La oposici¨®n australiana a la monarqu¨ªa la conoce Carlos desde hace ya alg¨²n tiempo, cuando el entonces primer ministro Fraser tuvo que renunciar a su propio deseo y al del pr¨ªncipe de que ¨¦ste se convirtiera en el gobernador general (representante de la reina) en el pa¨ªs, ante la contundente oposici¨®n manifestada en diversos sondeos de opini¨®n.
A pesar de ales sondeos, los republicanos son conscientes de que, de convocar hoy un refer¨¦ndum, posiblemente lo perder¨ªan. Las cosas de palacio van despacio y los australianos son extraordinariamente conservadores, incluso para conservar lo que no les gusta. La "Rep¨²blica de Australia" no ser¨¢ para 1988, segundo centenario del asentamiento de las tropas y de la llegada de los presidiarios brit¨¢nicos en este continente, como so?aban algunos. Pero todos son conscientes, como reconoc¨ªa un conocido analista londinense, de que la Corona brit¨¢nica perder¨¢ otro territorio. No ser¨¢ antes de 10 o 20 a?os, pero ser¨¢.
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