Las interpretaciones sobre la declaraci¨®n de Lisboa, origen de la crisis diplom¨¢tica hispano-brit¨¢nica
La crisis por la que atraviesan las relaciones diplom¨¢ticas hispanobrit¨¢nicas se explica no s¨®lo por la visita de una numerosa flota de la Royal Navy a Gibraltar, sino tambi¨¦n por el bloqueo absoluto en que se encuentran las conversaciones entre los ministros de Asuntos Exteriores de ambos pa¨ªses en relaci¨®n con la declaraci¨®n de Lisboa de 1980. En medios brit¨¢nicos no oficiales se estima que en este ambiente de frialdad no resulta tan extra?a la fulgurante reacci¨®n del Gobierno espa?ol ante la presencia de 12 buques en el puerto de Pe?¨®n.
El Gobierno conservador brit¨¢nico acogi¨® fr¨ªamente la decisi¨®n del Gobierno socialista espa?ol de abrir parcialmente la verja que separa Gibraltar y el Campo de Algeciras, y as¨ª lo hizo saber en su momento. La apertura de la verja, presentada por el Gobierno espa?ol como un gesto de buena voluntad, no obtuvo ninguna respuesta por parte de Londres, para quien los t¨¦rminos de cualquier futura conversaci¨®n segu¨ªan siendo los mismos.No es un secreto diplom¨¢tico que el ministro espa?ol de Asuntos Exteriores, Fernando Mor¨¢n, mantiene serias reservas sobre la oportunidad de la declaraci¨®n de Lisboa, firmada en 1980 por Marcelino Oreja y lord Carrington. Para Mor¨¢n, la declaraci¨®n es demasiado ambigua y permite diferentes interpretaciones. Los brit¨¢nicos afirman que las conversaciones sobre el desarrollo de la declaraci¨®n -acuerdo para Londres- pasa por la apertura completa de la frontera, sin que, en contrapartida, el Reino Unido est¨¦ obligado a iniciar una discusi¨®n sobre la soberan¨ªa del Pe?¨®n.
Mor¨¢n acudi¨® el pasado mes de marzo a Londres con una propuesta en la cartera: puesto que los dos pa¨ªses conceden un sentido diferente a lo firmado en Lisboa, lo m¨¢s adecuado ser¨ªa discutir a nivel de directores generales el contenido de la declaraci¨®n, y s¨®lo despu¨¦s de llegar a un acuerdo sobre este punto iniciar las conversaciones al m¨¢s alto nivel. La acogida brit¨¢nica no pudo ser m¨¢s fr¨ªa. El ministro del Foreing Office, Francis Pym, desenga?¨® a su colega manteniendo una actitud extremadamente dura, seg¨²n fuentes espa?olas. Las cosas no fueron mejor en la entrevista con la primera ministra, Margaret Thacher.
La actitud de dureza brit¨¢nica supuso V jarro de agua fr¨ªa para la diplomacia espa?ola, que si bien no ha cre¨ªdo nunca en una r¨¢pida soluci¨®n del problema de Gibraltar, s¨ª esperaba al menos una acogida menos g¨¦lida de sus propuestas. Para algunos diplom¨¢ticos espa?oles, el s¨ªndrome de las Malvinas tiene a¨²n una gran fuerza en el n¨²mero 10 de Downing Street. Margaret Thatcher plantea el problema de ambas colonias en t¨¦rminos parecidos y presta atenci¨®n a los grupos de presi¨®n dentro de su propio partido que se niegan a discutir con nadie sobre la soberan¨ªa de estos territorios, apoyados por una Prensa popular fuertemente nacionalista.
En este clima de falta de confianza sobre la voluntad negociadora de Margaret Thatcher, el ministro de Asuntos Exteriores espa?ol consider¨® oportuno responder con fuerza a un gesto que, desde su punto de vista, es absolutamente injustificado, como la presencia de una flota numerosa en aguas de Gibraltar. Las protestas espa?olas no parecen haber conmovido ni al Foreign Office ni a la propia Thatcher, que cuentan en este aspecto con el apoyo un¨¢nime de toda la Prensa del pa¨ªs. La ¨²nica reacci¨®n oficial, al margen de la sorpresa, ha sido una velada alusi¨®n a las aspiraciones espa?olas de ingresar en la CEE, ingreso inconcebible, para el subsecretario brit¨¢nico de Asuntos Exteriores, si la veda contin¨²a para aquel entonces parcialmente cerrada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.