El cuartel general de la Armada no era partidario de enviar unidades para controlar a la Royal Navy
El cuartel general de la Armada no se mostr¨® partidario del env¨ªo de unidades navales al Estrecho cuando las autoridades del Ministerio de Asuntos Exteriores, convencidas de la necesidad de evidenciar fisicamente la soberan¨ªa espa?ola sobre esas aguas, hicieron ese requerimiento. El criterio adverso de la Marina se bas¨® en la falta de barcos y en la necesidad de ahorrar incidentes con los efectivos de la Royal Navy.
Medios solventes del palacio de Santa Cruz confirmaron ayer que, a trav¨¦s de la agregadur¨ªa naval de la embajada espa?ola en Londres, el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA), Saturnino Suances, fu¨¦ informado de las maniobras brit¨¢nicas el 30 de marzo, sin que Asuntos Exteriores tuviera noticia alguna, hasta que el 8 de abril di¨® la informaci¨®n la televisi¨®n gibraltare?a, seg¨²n adelant¨® el lunes un colega de la ma?ana. El hecho ha sido valorado muy negativamente por las autoridades pol¨ªticas del ministerio que hubieran deseado disponer de la informaci¨®n con la mayor antelaci¨®n posible.As¨ª se hubiera evitado que, cuando el embajador de Gran Breta?a, Richard Parsons, acudi¨® en la ma?ana del s¨¢bado a Santa Cruz urgentemente convocado por el director general de Pol¨ªtica Exterior para Europa, Mariano Berdejo, pudiera limpiamente aducir que los movimientos de la escuadra de su pa¨ªs hab¨ªan sido advertidos diez d¨ªas antes. La presencia de la flota brit¨¢nica en Gibraltar no es nada nuevo y durante la pasada dictadura constituy¨® un hecho habitual sin que la prensa bajo censura o consigna hiciera constar oposici¨®n alguna. Ahora el Gobierno de la democracia parlamentaria espa?ola ha calibrado con su nota que la opini¨®n p¨²blica no hubiera aceptado el silencio oficial sobre la llegada de la escuadra de las Malvinas, con el pr¨ªncipe Andr¨¦s a bordo del portaeronaves Invencible.
Informaciones de la agencia Europa Press se?alan que los barcos brit¨¢nicos permanecieron en Gibraltar unas 125 horas, que el pr¨ªncipe s¨®lo baj¨® a tierra por espacio de 55 minutos para tomar a cup of tea at five o'clock, en la residencia del gobernador de la colonia, y que en la Roca han quedado nuevos misiles tierra-aire tipo blowpipe y un refuerzo de dos mil soldados que se sumar¨¢n a la guarnici¨®n de la base. Un despacho de la agencia Efe precisa que a las 9 de la ma?ana del lunes, las unidades navales abandonaron la d¨¢rsena del puerto, rumbo al Atl¨¢ntico Occidental, donde desarrollar¨¢n la segunda parte de la operaci¨®n Springtrain.
Tensiones diplom¨¢ticas
Trascienden ahora algunos detalles sobre la tensi¨®n registrada en Londres durante la visita en Marzo del ministro de Exteriores, Fernando Mor¨¢n, y especialmente en las entrevistas con el secretario del Foreing Office, Francis Pym, y con la primera ministra, Margaret Tatcher, cuando se le puso de manifiesto que el Gobierno de Gran Breta?a "considera inconcebible que Espa?a acceda a la Comunidad Europea mientras se mantienen las restricciones sobre las comunicaciones normales entre Espa?a y el pe?¨®n de Gibraltar". El ministro Douglas Hurd, ha reiterado esa posici¨®n en la c¨¢mara de los Comunes el pasado d¨ªa 13.El punto muerto en que se encuentra actualmente el desarrollo de la declaraci¨®n de Lisboa, suscrita en 1.980 por Marcelino Oreja y Lord Carrington, se debe, seg¨²n medios diplom¨¢ticos espa?oles, al encastillamiento de la parte brit¨¢nica. Los ingleses quieren el fin de todas las resctricciones de manera inmediata antes de sentarse a negociar. Para el caso de que Espa?a, como no puede por menos, plantee la cuesti¨®n de la soberan¨ªa, adelantan su "disposici¨®n a tomar buena nota". El gobierno de Madrid exige contrapartidas simult¨¢neas que terminen con las discriminaci¨®nes que afectan a los espa?oles en la Roca. El argumento de Londres es refugiarse en que la modificaci¨®n de esos aspectos debe hacerse en la legislaci¨®n del territorio, pero oculta la capacidad legislativa que tiene el Gobernador. Espa?a, insisten las autoridades de Exteriores, quiere respetar al m¨¢ximo los intereses de la poblaci¨®n llanita y cuanto se refiere a su status personal, pero no puede aceptar que tenga competencia alguna en cuanto a la soberan¨ªa del territorio que s¨®lo puede tratarse entre Madrid y Londres.
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