La casta torera de Emilio Mu?oz
En lo alto del pit¨®n estuvo Emilio Mu?oz y luego vino otro derrote. Campane¨® y cay¨® herido, cuando la faena ya estaba hecha y el triunfo pr¨¢cticamente ganado. Pero quiso apurar una embestida noble que ya era corta. Y una vez m¨¢s cit¨® con la izquierda, ahora de frente, y aguant¨®. Humill¨® el toro sin responder al enga?o y le prendi¨® por la ingle, levant¨¢ndole al aire, como si en el asta llevara un trofeo.La Maestranza fue un grito. La Maestranza, ayer celada por crespones, embarrado el albero, se entregaba a este torero de casta, valiente como hay pocos, que hab¨ªa construido un faen¨®n, mandando y templando en derechos y naturales, hondos, y ci?¨¦ndose hasta la angustia. Esta fue otra de las faenas importantes que se han visto en la feria; este es otro torero que se abre paso entre las aut¨¦nticas figuras del toreo.
Plaza de Sevilla
20 de abril. Quinta corrida de feria.Toros de Ferm¨ªn Bohorquez, con trap¨ªo, tres broncos y tres manejables. Luis Francisco Espl¨¢. Dos pinchazos, estocada corta atravesada y dos des cabellos; la presidencia le perdon¨® un aviso (ovaci¨®n y saludos). Estocada y descabello (oreja con protestas). Emilio Mu?oz. Estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio). Cogido en el quinto. Estocada corta (dos orejas). Espartaco. Pinchazo y estocada ca¨ªda (aplausos y saludos). Pinchazo y estocada (oreja). Partes facultativos: Emilio Mu?oz sufre cornada en muslo, sobre fibrosis de cicatriz anterior, que rompe fibras del sartorio, llegando hasta su inserci¨®n en fosa il¨ªaca, sin penetrar; y otra herida contusa en escroto que interesa piel (pron¨®stico menos grave). El pe¨®n Cayetano Navarro sufre contusi¨®n en abdomen (pron¨®stico reservado).
M¨¢s toreo de calidad hubo en la tarde de lluvia, en otro estilo seguramente no tan dram¨¢tico pero igualmente puro, y lo hizo Luis Francisco Espl¨¢ en el toro anterior, cuarto de la tarde. El alicantino atraviesa un espl¨¦ndido momento de madruez t¨¦cnica y art¨ªstica, que le permite torear relajado, imprimiendo sentimiento a las suertes. Los redondos de su segunda faena le salieron impecables y si de alg¨²n defecto adolecieron fue, precisamente, de su excesiva largura, pues prolongaba la embestida, en c¨ªrculo, hasta exprimirla.
La corrida hab¨ªa estado a punto de suspenderse, pues llovi¨® torrencialmente durante todo el d¨ªa y, a pesar de la protecci¨®n de los pl¨¢sticos, apareci¨® el ruedo lleno de charcos. Con m¨¢s de media hora de retraso empez¨® el festejo y los toreros estuvieron todo el tiempo jug¨¢ndose el fisico, pues era peligros¨ªsimo bregar en barro. Salieron los boh¨®rquez, adem¨¢s, bien presentados, con cuajo, serios, bien armados y duros. Los tres primeros desarrollaban sentido. Espl¨¢ le hizo al que abri¨® plaza una faena meritoria, excesivamente larga. El segundo se paraba y derrotaba, a pesar de lo cual Emilio Mu?oz lo intent¨® torear por ambos pitones. No pudo dar ni un pase pues deb¨ªa liberar como pod¨ªa los continuos ga?afones. Tampoco fue f¨¢cil el tercero, con el que se eterniz¨® Espartaco. En este toro, en un momento de duda durante el primer tercio, result¨® cogido el pe¨®n Cayetano Navarro. Al sexto, manejable, le instrument¨® Espartaco una faena vibrante y valerosa, y de esta forma redondeaba la tarde triunfal.
Una corrida celebrada en tales circunstancias resultar¨ªa de tanto inter¨¦s. La fiesta de toros requiere sol y moscas, como dicen los castizos, pero est¨¢ comprobado que tampoco le va mal el aguacero. Hubo momentos en que las escenas de la lidia eran aguafuertes solanescos y t¨¦tricas sombras daban un aspecto fantasmag¨®rico a la Maestranza. Mediada la corrida, el oficio de la lidia lo era de tinieblas. Luego encendieron los focos y la luz se reflejaba con viveza en los charcos. "Es la luna", coment¨® una sevillana, "y el toro se va a enamorar de ella, como en la canci¨®n". Multiples lunas florec¨ªan sobre el barrizal y hubo tambi¨¦n luceros despu¨¦s de que el nubarr¨®n se ense?oreara del coso y lanzase agua a mantas. "Ahora se suspende", fue el vaticinio. Pero no se suspendi¨® el festejo, salieron los toros cuarto y quinto, y hubo lugar a que Luis Francisco Espl¨¢ desgranar¨¢ la interpretaci¨®n cadenciosa de su arte levantino y a que Emilio Mu?oz liberara su casta torera en una faena impresionante, de intensa emoci¨®n, que pag¨® con tributo de sangre.
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