Patriotas
Entre el fascismo y el comunismo, la marihuana ha creado un terreno de nadie, un espacio neutral para parlamentar.Los nietos de aquellos anarquistas que arrojaron una bomba contra la procesi¨®n de? Corpus est¨¢n ahora recostados al pie de la colina, con ojos de alb¨®ndiga, fumando grifa de mala calidad. Los descendientes de unos burgueses que jugaban a la perejila en salones isabelinos hoy humeceden en ¨¢cido un terroncillo de az¨²car para ver la s¨¦ptima cara del dado.
Bajo el cielo de Europa, en las viejas barricadas, las botas de los guerreros abandonadas se han convertido en macetas de geranios. Llegan los mandos con arengas de viejas palabras y una botella de cazalla para exaltar el yo de los combatientes. Nadie les hace caso.
Los nuevos combatientes tienen la cabeza llena de humo dulce y en lugar de causas sagradas y enemigos sociales, s¨®lo ven columnas d¨®ricas enracimadas de cabras, que tocan el caramillo con el belfo h¨²medo y amoratado en direcci¨®n al Mediterr¨¢neo.
En los tiempos heroicos, los efectos de la marihuana eran suplidos por el anh¨ªdrido carb¨®nico. En las grandes concentraciones de masas, se cantaban muchos himnos, se hac¨ªan juramentos a coro, se gritaban promesas violentamente. En esa situaci¨®n siempre se expel¨ªa m¨¢s aire del que se inhalaba, se establec¨ªa una falta general de ox¨ªgeno. El cuerpo se llenaba de anh¨ªdrido carb¨®nico hasta alterar la qu¨ªmica cerebral y entonces se ve¨ªan claras algunas cosas confusas: el Palacio de Invierno, asaltado por coristas de revista, armadas con tenedores; los Campos El¨ªseos, con yerba hasta la rodilla, donde desfilaba una formaci¨®n de adolescentes anfibios con polainas y brazaletes:
Pero hoy ya se ha demostrado que el patriotismo s¨®lo es una secreci¨®n hep¨¢tica de la derecha. Cuando la derecha hace buenos negocios, su h¨ªgado segrega un patriotismo sereno de ferias de inter¨¦s tur¨ªstico, simposios de ginec¨®logas, suecas que vienen a tentar vaquillas, de ferias monogr¨¢ficas del juguete.
Y si la cosa se tuerce, entonces los grandes patriotas cogen una Isabel la Cat¨®lica de trapo, la rellenan de billetes y la mandan a Suiza.
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