Un Presupuesto razonable
EL PRESUPUESTO de las Administraciones p¨²blicas, elaborado por vez primera por un Gobierno socialista, ha sido entregado por fin al Congreso de los Diputados. Como antesala del debate parlamentario, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda ha informado de las principales caracter¨ªsticas de las cuentas del Estado, la Seguridad Social, los entes auton¨®micos y locales y los organismos aut¨®nomos de car¨¢cter administrativo y comercial. El gasto inicialmente estimado para 1983 en las Administraciones p¨²blicas es de 7,39 billones de pesetas, equivalente a un 33% de los 22,53 billones de pesetas que representar¨¢ el valor de la producci¨®n de bienes y servicios en Espa?a durante el a?o. Los ingresos (impuestos y cotizaciones de la Seguridad Social) ser¨¢n del orden de los 6,29 billones de pesetas. As¨ª, el d¨¦ficit inicial queda fijado en 1,11 billones de pesetas, por debajo del 5% del Producto Interior Bruto.Estas cifras desvanecen en principio los temores de que el d¨¦ficit de arranque alcanzara 1,35 billones de pesetas. Recortes en el gasto por valor de unos 240.000 millones, realizados casi en v¨ªsperas del env¨ªo de los presupuestos a las Cortes, contribuir¨¢n a este empe?o y son un tributo al realismo y un gesto de buena voluntad del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. No obstante, las tuber¨ªas que desembocan en el gasto p¨²blico est¨¢n llenas de tensiones inflacionistas. Como advierten los propios elaboradores del Presupuesto, la ejecuci¨®n de gastos extraordinarios actualmente en tramitaci¨®n incrementar¨¢n las cifras iniciales hasta llegar a los 1,35 billones de pesetas, es decir, el 5,99% del PIB. El Gobierno pretende, de esta forma, cumplir su promesa de que el d¨¦ficit no supere el 6% del PIB, nivel en el que todas las alarmas comienzan a sonar estrepitosamente. De la correcci¨®n de los c¨¢lculos establecidos depende en gran parte el ¨¦xito en este importante empe?o.
La elaboraci¨®n de los Presupuestos ha sido demasiado larga y obligar¨¢ a que el Pleno del Congreso no los pueda debatir probablemente hasta junio. Aparte motivaciones electoralistas cara a las municipales, el Gobierno s¨®lo puede utilizar como excusa su inexperiencia en el poder y su empe?o por iniciar el cambio econ¨®mico con un programa propio de gastos e ingresos. En esa demora ha podido influir tambi¨¦n el contacto con la dura realidad de la vida econ¨®mica, que ha rebajado las iniciales expectativas socialistas de un relanzamiento de la actividad basado en un elevado d¨¦ficit presupuestario. El d¨¦ficit de 1982 hab¨ªa alcanzado ya un 6% del PIB, sin producir efectos favorables sobre el crecimiento econ¨®mico y el empleo. Ese d¨¦ficit -que se nos anuncia ha de repetirse en el ejercicio en curso- repercuti¨® de manera poco saludable en las cuentas con el exterior y los niveles de inflaci¨®n. Por otra parte, la velocidad del crecimiento del d¨¦ficit respecto a los a?os anteriores quitaba cualquier margen de maniobra a una pol¨ªtica monetaria capaz de reducir los tipos de inter¨¦s y estimular la inversi¨®n. La influencia perturbadora del d¨¦ficit se manifest¨® en que, pese a la devaluaci¨®n de la peseta y la absorci¨®n de unos 120.000 millones mediante el alza del coeficiente de caja de las entidades bancarias, no se consigui¨® la tranquilidad en el frente exterior. La consecuencia fue la reciente nueva depreciaci¨®n de la peseta, al abrigo del ajuste de paridades de las monedas europeas, y la retirada adicional de otros 150.000 millones de pesetas mediante la subida en un punto del coeficiente de dep¨®sitos obligatorios remunerados de la banca y cajas de ahorro. La salida de divisas parece, por el momento, contenida, lo que permitir¨¢ prestar mayor atenci¨®n al crecimiento de la producci¨®n y el empleo.
En la estructura presupuestaria se observa una contenci¨®n en el cap¨ªtulo de personal, con un crecimiento de la masa salarial del 9,8% respecto a 1982 (seg¨²n se informa en el cuadro n¨²mero 9 de la memoria del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda sobre los Presupuestos Generales del Estado para 1983), lo que contrasta con los elevados incrementos acordados en algunas empresas p¨²blicas deficitarias (como la Renfe) y constituye un argumento en favor de los empresarios que desean mantener las alzas salariales en el extremo inferior de la banda acordada en el Acuerdo Interconfederal. Aunque el aumento de la masa salarial negociado con los funcionarios fue del 12%, el Gobierno s¨®lo garantiza a cada trabajador un 9%, que se le abonar¨¢ con car¨¢cter de anticipo retroactivo inmediatamente, y el resto se redistribuir¨¢ atendiendo a criterios de generaci¨®n de empleo, productividad y compensaci¨®n de los sueldos m¨¢s bajos. Las transferencias corrientes -233.000 millones para la cobertura del desempleo, 473.000 millones para la Seguridad Social y 211.000 millones para los ayuntamientos- crecen por encima de la media del gasto y representan el 38,5% de los 4,57 billones de los gastos del Estado. Las inversiones reales y las transferencias de capital crecen, en su conjunto, por debajo de la media. Los gastos de Seguridad Social crecen tambi¨¦n por debajo de la media del gasto, p¨²blico, elogiable novedad que habla en favor de la voluntad del Gobierno de corregir una evoluci¨®n al alza imposible de financiar.
Quiz¨¢ la nota m¨¢s destacada del nuevo Presupuesto sea la forma ideada para financiar el d¨¦ficit inicial. La apelaci¨®n al Banco de Espa?a es sustituida por la solicitud directa al ahorro de los ciudadanos y de las empresas. Los 1,11 billones de pesetas ser¨¢n cubiertos de la siguiente manera: 140.000 millones de deuda exterior, 240.000 millones en deuda amortizable a medio plazo y 650.000 millones en deuda del Tesoro a corto plazo. La apelaci¨®n al Banco de Espa?a se reduce a 81.196 millones de pesetas, frente a los 800.000 millones de 1982. El empe?o no es de realizaci¨®n f¨¢cil. La apelaci¨®n al Banco de Espa?a durante los cuatro primeros meses de 1983 sobrepasa ya los 200.000 millones de pesetas. O sea que ser¨¢ preciso que el ahorro de los particulares y las disponibilidades de los bancos experimenten una notable mutaci¨®n y sean capaces de financiar, a trav¨¦s de los instrumentos de deuda p¨²blica, el d¨¦ficit estatal. Las bolsas de valores sufrir¨¢n una fuerte presi¨®n y quiz¨¢ resulte preciso que el Estado favorezca la inversi¨®n en riesgo mediante mayores desgravaciones fiscales.
En definitiva, el Gobierno, heredero de un inc¨®modo legado financiero, ha enviado al Congreso un presupuesto razonable, cuya dosis de modernidad en la financiaci¨®n y su voluntad de contener el d¨¦ficit deben ser aplaudidas. Sobre algunos aspectos concretos -educaci¨®n, defensa, aumento de la presi¨®n fiscal- merecer¨¢ la pena extenderse en d¨ªas venideros. Por lo dem¨¢s, el impacto de los Presupuestos en la vida econ¨®mica depender¨¢ en gran medida de la capacidad del poder para mantener las previsiones y conseguir que el gasto p¨²blico no se desboque ante demandas sociales de muy diverso tipo. De otra forma, las repercusiones en los niveles de inflaci¨®n y equilibrio exterior provocar¨ªan nuevas correcciones en la conducci¨®n de la pol¨ªtica monetaria y en la cotizaci¨®n de la peseta. En cualquier caso, la estructura definida del gasto y la todav¨ªa considerable magnitud del d¨¦ficit obligan a mantener una pol¨ªtica monetaria poco propicia a la formaci¨®n de capital productivo, con lo cual las expectativas de creaci¨®n de puestos de trabajo siguen siendo pobres. El aumento de la producci¨®n y del empleo exigen elevar nuestra tasa de inversi¨®n desde el 18%20% actuales hasta el 24%-25% de per¨ªodos anteriores. Econom¨ªas maduras, como Alemania, invierten el 23% de su renta nacional, y Jap¨®n todav¨ªa dedica el 31% a la inversi¨®n productiva. S¨®lo un cambio de esta naturaleza, que implica dar esperanzas de rentabilidad a la inversi¨®n, lograr¨¢ situar a la econom¨ªa espa?ola en el camino adecuado para recuperar su dinamismo y combatir el paro.
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