El sagastacanovismo
Parece que el sagastacanovismo vuelve a ser el "proyecto sugestivo de vida en com¨²n" que algunos est¨¢n mu?endo para Espa?a. Por la caja nos echaron el otro d¨ªa, en Memoria de Espa?a, un canto en sepia y fucsia a la ¨¦poca C¨¢novas/ Sagasta. Ya cuando la uced¨¦, que yo me recuerdo, comenzaba a siluetearse un sagastacanovismo Su¨¢rez/Gonz¨¢lez, coyunda de dos apellidos muy corrientes que ven¨ªa a rubricar las bodas de Espa?a con Espa?a. Luego, la uced¨¦ decidi¨® suicidarse con la pistola de Larra (que Sainz de Robles sosten¨ªa que el rom¨¢ntico estaba limpiando el arma y se le dispar¨®), lo cual que la uced¨¦ tendr¨ªa que estar ya, toda entera, en una urna del Museo Rom¨¢ntico. Don Marianito Rodr¨ªguez de Rivas no se habr¨ªa dejado escapar un muerto tan tonto. No hab¨ªa vuelto a hablarse del bipartidismo/sagastacanovismo (Gobierno de alternativa controlada) hasta la otra noche, bn los restaurantes tecno/pop con piano inexplicable, fotos sexy y toda la saga de los Shwartz. El almuerzo Fraga/Felipe se ha le¨ªdo por algunos analistas como un ensayo de sagastacanovismo. El sagastacanovismo es un enga?o al personal y a la democracia misma, por cuanto las libertades, en este sistema, acaban constando de dos: C¨¢novas y Sagasta. Aparte de no ser honesto y limitar la bulliciosa pluralidad pol¨ªtica del pueblo espa?ol, convirti¨¦ndola en una noria de sacar agua del pozo del Poder (la mula ciega ser¨ªa el peonaje, claro), aparte todo esto, el sagastacanovismo fue un invento de C¨¢novas, como el submarino Peral fue un invento de don Isaac, que necesitaba un l¨ªquido elemento para mover su industria: la mar oc¨¦ana. C¨¢novas tambi¨¦n necesitaba un l¨ªquido elemento para mover lo que en realidad estaba quieto (recordemos citas de Ortega sobre aquello), y a su mar oc¨¦ana la llam¨® Sagasta. Cuando se tiene que echar a andar un submarino, est¨¢n bien las aguas de la Oposici¨®n s¨®lo que aqu¨ª el oc¨¦ano psocialista es m¨¢s grande que el Oc¨¦ano Atl¨¢ntico, de modo que no se ve c¨®mo van a meter su submarino en un mar que les est¨¢ peque?o. Que no necesitan, o sea, el sagastacanovismo para nada. Ser¨ªa un regalo que le har¨ªan a Fraga, y a Fraga ya le han puesto ch¨®fer. El sagastacanovismo/bipartidismo -y la Oposici¨®n lo sabe-, equivale a la perpetuaci¨®n bimilenaria del PSOE en el Poder, con a?os sab¨¢ticos de Oposici¨®n, y eso no le interesa a un pa¨ªs con tanta marcha pol¨ªtica y que necesita encontrar su identidad tras cuarenta a?os en que todos hemos sido ni?os-privados-de-ambiente-familiar. Ceno con la bella Cristina Morodo y con Ra¨²l, que se van a Par¨ªs, a la Unesco, donde Ra¨²l suceder¨¢ a mi muy querido Tena Ybarra. Mi propio comensal, o sea Morodo, con sus pluralidades pol¨ªticas, es un ejemplo/ameba, al m¨¢s alto grado, de c¨®mo un joven pol¨ªtico espa?ol puede ir transicionando y sirviendo para muchas cosas. Cientos de Morodos se quedar¨ªan fosilizados en un sagastacanovismo que pretenda estabilizar el pa¨ªs (m¨¢s o menos, como lo pretendi¨® don Laureano, estabilizador hasta-las-cachas). Y aqu¨ª lo que necesitamos es marchamadrid, que ya lo dice Verstrynge, modelo de cheli fino primavera/verano.
Susan Linn¨¦, de la Associated Press, bell¨ªsima, a quien conoc¨ª la otra noche en Oliver, a ver qu¨¦ va a escribir de Espa?a, donde nos pasamos la Historia poniendo las cosas en desorden, con el sagastacanovismo, un ping/pong pol¨ªtico como el ping/pong que se inventaron los japonesitos como un tenis a su medida. (Alg¨²n lector saldr¨¢ diciendo que el tenis no lo inventaron los japonesitos, que aqu¨ª al se?orito y a m¨ª es que nos tienen tiesos a rectificaciones). Queen Beehive rompe el sagastacanovismo en Rock/Ola. Cornejo y yo hacemos bipartidismo de tertulia, por pasar la tarde, ante el silencio fosforescente de Sara Mora. Herrero de Mi?¨®n publica en este matutino manchego un art¨ªculo promocionando secretamente el sagastacanovismo. T¨² y tus viejos trucos, Michel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.