La deuda exterior de las el¨¦ctricas se ha duplicado en menos de dos a?os, hasta rondar el bill¨®n de pesetas
El endeudamiento exterior de las empresas el¨¦ctricas, expresado en pesetas, se ha doblado pr¨¢cticamente en poco m¨¢s de a?o y medio como consecuencia de la depreciaci¨®n experimentada por la moneda espa?ola. Seg¨²n fuentes solventes, la deuda exterior viva del sector ascend¨ªa a finales del ejercicio de 1982 a una cifra que ronda el bill¨®n de pesetas (un tercio de la acumulada por el Estado) cuando, a principios de 1981, se situaba en torno a los 488.000 millones de pesetas. Y mientras las empresas del sector se ven forzadas a continuar financiando sus inversiones con un mayor recurso a los mercados internacionales, el riesgo de cambio que ello implica amenaza con desequilibrar sus cuentas de resultados. Para analizar la situaci¨®n financiera de las empresas y el aparente sobredimensionamiento del sector se re¨²nen hoy, en la sede del Ministerio de Industria y Energ¨ªa, su titular, Carlos Solchaga, y los presidentes de las compa?¨ªas del sector m¨¢s importantes.
Seg¨²n estimaciones fiables, el endeudamiento exterior del sector el¨¦ctrico se ha incrementado en una cifra pr¨®xima a los 300..000 millones de pesetas, como consecuencia de la depreciaci¨®n experimentada por la peseta en el ¨²ltimo a?o y medio. A esta cifra habr¨ªa que a?adirle el apreciable aumento de las salidas de las empresas al exterior en los primeros meses de este a?o. La reducci¨®n del dividendo distribuible por parte de Iberduero, sin ser una medida totalmente compartida por el sector, es un indicio, junto a la elevaci¨®n de los m¨¢rgenes experimentada por las empresas en sus cr¨¦ditos exteriores, del dif¨ªcil momento que atraviesan estas sociedades.Aunque la opini¨®n extendida en medios de la Administraci¨®n y del sector es que el problema del riesgo de cambio tiene remedio, aunque dif¨ªcil, en medios financieros responsables se coincide en afirmar que la situaci¨®n de las empresas el¨¦ctricas es un ejemplo palpable del desequilibrio general de la econom¨ªa espa?ola, que no puede contener, por medio de recetas cl¨¢sicas, el efecto en cadena de la p¨¦rdida de posiciones que supone la depreciaci¨®n de la moneda espa?ola.
El riesgo de cambio
Si en un supuesto se repercutiera el efecto del riesgo de cambio en la cuenta de resultados de las empresas por medio de una hipot¨¦tica amortizaci¨®n ¨²nica, las p¨¦rdidas globales de las empresas arrojar¨ªan una cantidad claramente insoportable, y que algunos expertos sit¨²an en mucho m¨¢s de 300.000 millones de pesetas. Esto ha hecho pronosticar a un alto cargo del Gobierno actual que alguna empresa el¨¦ctrica puede estar necesitando ayuda institucional urgente antes de un a?o.
El endeudamiento exterior de las empresas agrupadas en UNESA, que engloba al 90%, del sector el¨¦ctrico, ha pasado de 38.000 millones de pesetas en 1974 a 488.000 millones en 1980, ¨²ltimo ejercicio sobre el que se disponen datos consolidados. Un avance del ejercicio de 1981, al que este peri¨®dico ha tenido acceso, sit¨²a ya este endeudamiento en 693.000 millones, y las estimaciones para 1982 hablan de 940.000 millones, es decir, una cifra que ronda el bill¨®n de pesetas. Gran parte de este incremento, descontando el ejercicio de 1981, cuando las el¨¦ctricas salieron en tromba a los mercados internacionales, se debe exclusivamente al factor que se conoce como riesgo de cambio.
Si esta cifra es de por s¨ª notable, en los cuatro primeros meses del a?o en curso el endeudamiento global ha podido elevarse en algo m¨¢s de un 15%, seg¨²n estimaciones solventes. Los cr¨¦ditos negociados en d¨®lares por Fuerzas El¨¦ctricas de Catalu?a (FECSA), Uni¨®n-Fenosa e Iberduero, por citar los tres ejemplos m¨¢s notales, junto a una depreciaci¨®n adicional de la peseta (que ha perdido casi 10 puntos desde el pasado diciembre), ele van dicha cantidad en una barrera superior a los 250.000 millones de pesetas, que el sector el¨¦ctrico reconoce en t¨¦rminos contables para la totalidad del riesgo de cambio. Un riesgo de cambio que hizo incrementar la deuda exterior en 22.000 millones de pesetas en 1980, 90.000 millones en 1981 y el cuarto de bill¨®n mencionado para 1982.
Para paliar las consecuercias de este efecto en la cuenta de p¨¦rdidas y ganancias, el Ministerio de Hacienda ha recomendado a las empresas el¨¦ctricas, mientras se perfila el proyecto de ley que d¨¦ validez jur¨ªdica a la iniciativa, que, contrariamente a la costumbre tradicional de traspasar el riesgo de cambio al activo, disfraz¨¢ndolo de una inversi¨®n adicional en curso, se le considere un gasto mayor y se establezca un plazo de cinco a?os para proceder a su saneamiento.
En este sentido, es previsible que en las memorias de las empresas correspondientes al ejercicio del a?o pasado comiencen a presentar en el pasivo, como norma habitual, una partida correspondiente a diferencias en la valoraci¨®n de moneda extranjera, algo que alguna sociedad ya realizaba en a?os previos por recomendaci¨®n de sus auditores externos.
En opini¨®n de medios oficiales, el elevado monto de estas sumas en el ejercicio de 1982, cuando la peseta se desvaloriz¨® con relaci¨®n al d¨®lar en m¨¢s de un 30%, no permit¨ªa continuar con una pr¨¢ctica que hubiera escondido artificialmente algo que se ha convertido en el principal problema del sector. Tal es as¨ª que empresarios el¨¦ctricos estiman ya insuficiente este plazo de cinco a?os dado por las autoridades para sanear esta partida y opinan que sena preferible hablar de per¨ªodos superiores a los 15 a?os. "Si se hace en 20 a?os, el problema de las el¨¦ctricas no es insoluble", opina un alto directivo de una sociedad de primer orden, que, adem¨¢s, se?ala la necesidad urgente de buscar con el Gobierno "medidas compartidas".
El debate nuclear
El debate en torno a la situaci¨®n el¨¦ctrica se ha recrudecido con la revisi¨®n ordenada por el Gobierno del ¨²ltimo Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN) que el Gabinete anterior present¨® al Congreso de los Diputados. El temor a que se convierta en una realidad la opini¨®n expresada por la directora general de la Energ¨ªa, Carmen Mestre, respecto a una eventual ralentizaci¨®n o par¨®n, en algunos casos, del programa nuclear, ha venido a acumular una serie de tensiones que algunos expertos opinan que debe clarificarse cuanto antes.
Precisamente es en el plan nuclear, al que se han apuntado desde hace a?os la mayor parte de las empresas el¨¦ctricas, donde se encuentra, en un elevado grado, el origen de la situaci¨®n actual. La necesidad de realizar grandes inversiones (las el¨¦ctricas han supuesto el 80% de la inversi¨®n global del sector energ¨¦tico durante los ¨²ltimos cinco a?os) forz¨® a las empresas a endeudarse en el exterior, alentadas adem¨¢s por unas necesidades urgentes del Estado de equilibrar su balanza de pagos. Y mientras algunas empresas contaron con la garant¨ªa de un seguro de cambio, caso de las autopistas, o recibieron subvenci¨®n oficial v¨ªa presupuestos, caso de Enagas o las empresas del INI, las el¨¦ctricas se han quejado hist¨®ricamente de la falta de una altemativa viable para su caso.
La ceguera del dividendo
En el otro lado de la balanza, sin embargo, algunos expertos apuntan la incongruencia de la pol¨ªtica seguida por las empresas del sector que, sabiendo el riesgo que asum¨ªan en sus heterodoxos mecanismos de financiaci¨®n, han mantenido invariables sus dividendos, aun cuando una pol¨ªtica m¨¢s realista hubiera aconsejado la reducci¨®n -e incluso cancelaci¨®n- de los dividendos.
Algunos expertos apuntan el ejemplo de las empresas extranjeras que, previendo una clara oposici¨®n interna al desarrollo de la energ¨ªa nuclear, suspendieron el reparto de dividendos hace a?os. Tal es el caso de la empresa alemana occidental m¨¢s importante, la RWE, que a partir de 1978 consegu¨ªa autofinanciarse por medio de beneficios no distribuibles, cargas sobre tarifas y una pol¨ªtica ambiciosa de amortizaciones.
Pero esta opini¨®n no es compartida por el sector. El hecho de que haya recibido con escasa simpat¨ªa la pauta marcada por Iberduero, que esta semana anunci¨® una reducci¨®n del 10% al 7,5% de su dividendo, habla por s¨ª solo. Adem¨¢s, las empresas argumentan que una reducci¨®n de los beneficios distribuibles supondr¨ªa de inmediato la anulaci¨®n de cualquier esperanza de financiarse en el mercado interno, concretamente por medio del recurso de la bolsa. "El problema es del Estado", opina un directivo. "Lo que no es congruente es que nos fuercen a asumir riesgos de cambio y adem¨¢s nos recorten la posibilidad de recabar recursos en pesetas", a?ade.
Mientras tanto, el problema del riesgo de cambio, y en general una orientaci¨®n clara de la pol¨ªtica gubernamental respecto al sector, ha llevado a las relaciones el¨¦ctricas-Gobierno a su momento m¨¢s bajo. La anunciada nacionalizaci¨®n de la red de alta tensi¨®n por parte del Gobierno Gonz¨¢lez, la revalorizaci¨®n de la funci¨®n del representante gubernamental en Asel¨¦ctrica y las recomendaciones claras administrativas en el tema de los dividendos hacen presagiar un pulso entre ambas partes en los pr¨®ximos meses, negociaci¨®n que puede ser clave para el futuro del sector energ¨¦tico.
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