La eventual alianza con el PS divide a los socialdem¨®cratas
Dos d¨ªas despu¨¦s de la esperada victoria socialista en las elecciones generales portuguesas, la atenci¨®n pol¨ªtica se vuelve hacia el Partido Social Dem¨®crata (PSD), cuyo consejo nacional debe reunirse en Lisboa a finales de la pr¨®xima semana. Desde la noche del escrutinio se ha impuesto una evidencia: el PSD no tiene estrategia definida, y su direcci¨®n, elegida en el congreso de marzo ¨²ltimo, est¨¢ dividida muy profundamente sobre la cuesti¨®n de aceptar o no una coalici¨®n parlamentaria y gubernamental con los socialistas.
A t¨ªtulo individual, las personalidades m¨¢s influyentes del partido han tomado ya posiciones diametralmente opuestas: para unas, el lugar del PSD es la oposici¨®n, ya que una de las afirmaciones hechas por Carlos Mota Pinto durante la campa?a es que el PSD asumir¨ªa responsabilidades de Gobierno ¨²nicamente en caso de victoria; o sea, si hubiera sido el partido con mayor n¨²mero de votos.Para otros dirigentes, hay que aceptar con realismo y humildad el veredicto del sufragio universal. Y bastar¨ªa que el Partido Socialista renuncie solemne y p¨²blicamente a cualquier referencia a sus or¨ªgenes marxistas, colectivistas y estatalizantes para hacer de Mario Soares un aliado perfectamente aceptable para los socialdem¨®cratas.
En general adoptan la primera actitud los dirigentes que organizaron y apoyaron la sustituci¨®n de Francisco Pinto Balsem?o en la presidencia del partido. Su posici¨®n es compartida por el peque?o sector cr¨ªtico, que aprovecha la oportunidad para recordar que siempre se opuso a la ruptura de la coalici¨®n con los democristianos del CDS.
Por el contrario, los que mantuvieron su apoyo a Francisco Pinto Balsem?o son abiertamente favorables a un acuerdo negociado con los socialistas, y cuentan para ello con el apoyo del ala izquierda -socialdem¨®crata- del PSD y de los llamados basistas, que contribuyeron a la ca¨ªda de Balsem?o sin apoyar la soluci¨®n que se impuso como alternativa, o sea, el liderazgo de Mota Pinto.
El dilema interno del partido
Para agravar el dilema interno, los resultados alcanzados por el PSD el 25 de abril no pueden ser esgrimidos como argumento para unos u otros de los sectores en lucha: el PSD no gan¨® las elecciones, pero no sufri¨® la derrota que hubiese' permitido a la corriente vencida en marzo tomar su revancha.Balsem?o afirmaba al retirarse que hab¨ªa dejado el PSD en el preciso momento en que las encuestas de opini¨®n le atribu¨ªan el 27%, de las intenciones de voto, y ¨¦ste ha sido exactamente el resultado. alcanzado por Mota Pinto.
Puede decirse que el cambio de l¨ªder no hizo ganar ni perder nada al PSD, aunque los adversarios de la actual direcci¨®n puedan sacar argumentos de dos hechos: Mota Pinto rob¨® votos al CDS, pero aceler¨® la transferencia de los electores moderados hacia el Partido Socialista.
Presentado como el salvador del proyecto de Alianza Democr¨¢tica y como el ¨²nico heredero de la estrategia de Sa Carneiro para vencer a los socialistas y a la izquierda, Mota Pinto ha llevado al resultado ex¨¢ctamente opuesto: una victoria de la izquierda sobre el centro derecha en t¨¦rminos globales y un repliegue del PSD ante el Partido Socialista.
A su vez, los defensores de Mota Pinto pueden ahora argumentar que Alianza Democr¨¢tica sigue siendo la primera fuerza pol¨ªtica portuguesa, a pesar del desgaste de tres a?os de poder, y que, al mantenerse unida en la oposici¨®n, tiene leg¨ªtimas razones para esperar a corto plazo la recuperaci¨®n de la mayor¨ªa absoluta.
Con la derrota del CDS, ¨¦ste ya no puede aspirar a disputar al PSD el liderazgo de la oposici¨®n. Los socialdem¨®cratas deben pensar ya en las elecciones presidenciales de 1985, y la victoria de su candidato sobre el de la izquierda significar¨ªa retomar el proyecto de Sa Carneiro en el punto exacto en que se perdi¨® en 1980; o sea, con la elecci¨®n del general Eanes.
Argumentos no faltan para alimentar de nuevo estas luchas internas y personales, que fueron desde hace a?os el centro de la vida pol¨ªtica portuguesa.
La cuesti¨®n que se plantea ahora es saber si la guerrilla prevalecer¨¢ una vez m¨¢s sobre el deseo de paz y estabilidad que parece haber sido la principal motivaci¨®n del electorado portugu¨¦s el pasado lunes. Para muchos observadores, la ambig¨¹edad mantenida a lo largo de la campa?a electoral por el PSD era un subterfugio para evitar transferencias de votos.
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