Sean McBride
El gran luchador del pacifismo estuvo en Barcelona invitado por Justicia y Paz
Contemplado en el vest¨ªbulo de un hotel lujoso de Barcelona, con un chaleco a cuadros escoceses bajo su traje casta?o oscuro y un pa?uelo blanco del que asoman dos picos por el bolsillo de la chaqueta, Sean McBride parece un jubilado apacible y algo esc¨¦ptico que interroga al mundo conociendo las respuestas de antemano. M¨¢s all¨¢ de la apariencia, sin embargo, resulta que nos hallamos ante una especie de tit¨¢n de 79 a?os que ha asistido a gran parte de las luchas por la paz y la justicia mundiales durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pacifismo, liberalismo y fe parecen ser las llamas que consumen y sostienen a este hombre, del que puede decirse todo, menos que est¨¦ retirado.
La preocupaci¨®n fundamental de Sean McBride -que se halla en Barcelona para participar en el simp¨®sium Norte-Sur y nosotros, organizado por Justicia y Paz parece ser la carrera de armamentos. "La opini¨®n p¨²blica es la ¨²nica fuerza que puede ejercer presi¨®n sobre las superpotencias para que detengan la carrera de armamentos y se dediquen en serio a solucionar los problemas del mundo, pues eso es algo que los pa¨ªses poderosos no est¨¢n dispuestos a hacer por s¨ª mismos". Este hombre, que ha ganado el Premio Nobel de la Paz y que fue uno de los miembros fundadores de Amnesty International, conoce tambi¨¦n la guerra. La conoci¨® y la hizo cuando luchaba junto a Eamon de Valera por la independencia de Irlanda, all¨¢ en los a?os veinte y treinta. Conoce tambi¨¦n la violencia y la c¨¢rcel, pues los brit¨¢nicos lo encarcelaron tres veces por sus actividades independentistas.De la juventud luchadora de Sean McBride data tambi¨¦n su conocimiento de Catalu?a y su inter¨¦s por los problemas de Espa?a. "Creo que Espa?a e Irlanda tienen muchas cosas en com¨²n, comenzando por el car¨¢cter apasionado de la gente y terminando por el hecho de que ambos pa¨ªses han sido durante mucho tiempo los marginados de Europa". De Catalu?a dice estar "profundamente enamorado y bien informado de lo que ocurre aqu¨ª desde finales de los a?os veinte, cuando conoc¨ª a Francesc Maci¨¤ en Par¨ªs".
Sean McBride habla una y otra vez de la necesidad de movilizar a la opini¨®n p¨²blica mundial en contra de la guerra, las desigualdades y el "vac¨ªo de credibilidad moral que padece el mundo. La tarea m¨¢s es la de reconstruir las bases morales y ¨¦ticas de la organizaci¨®n social, y esto s¨®lo puede conseguirse con la presi¨®n de la gente". En la otra cara de la moneda, los riesgos son "la posibilidad de revueltas y caos generalizado en el Tercer Mundo, cuando sus masas comprendan que los pa¨ªses ricos no est¨¢n aut¨¦nticamente interesados en el progreso general. En lo que se refiere al peligro de guerra nuclear, ¨¦ste existir¨¢ mientras los ciudadanos de las superpotencias y de sus pa¨ªses aliados no obliguen a reaccionar a los Gobiernos".
Antes de participar en la fundaci¨®n de Amnesty International en 1961 y de estar en su consejo directivo hasta 1977; antes de recibir el Premio Nobel de la Paz en 1974, y mucho antes de que viera la luz el informe McBride sobre la colonizaci¨®n cultural y los problemas de la comunicaci¨®n en el mundo, elaborado bajo los auspicios de la ONU entre 1977 y 1.980, Sean McBride ya hab¨ªa sido testigo de primera fila de la pol¨ªtica mundial. Fue ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda entre 1948 y 1952, y ocup¨® la presidencia del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores del Consejo de Europa en 1950. Ahora, Sean McBride parece llevar una existencia m¨¢s tranquila, aunque en modo alguno ha renunciado a ser una de las conciencias de la paz de que dispone este planeta. Le gusta navegar por su mar de Irlanda, y tambi¨¦n le gusta estar con sus dos hijos o sus cinco nietos, pero su verdadera pasi¨®n es el activismo por la paz, matizado por la lucidez que le confiere su agitada vida. La lucidez que le hace ser ¨¢spero cuando habla de Irlanda del Norte: "la situaci¨®n no ha mejorado, y no mejorar¨¢ hasta que los ingleses se vayan". La misma lucidez que suaviza su semblante al hablar de Espa?a: "En conjunto, los espa?oles han sabido solucionar sus problemas despu¨¦s de Franco, lo cual no es nada sorprendente. Lo sorprendente fue que una dictadura como ¨¦sa durara tanto".
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