La 'cumbre' econ¨®mica de 1983 analizar¨¢ el comercio con el Este
La Casa Blanca prepara el comunicado final; los cr¨ªticos gastron¨®micos, el men¨², y las cadenas de fast food, las hamburguesas y la coca-cola para los periodistas. Todo est¨¢ en marcha para que los dirigentes de las siete principales potencias econ¨®micas del mundo capitalista celebren, del 28 al 30 de mayo, en Williamsburg (Virginia), la cumbre econ¨®mica de 1983.
Si los preparativos son tradicionales a las anteriores cumbres, tambi¨¦n contin¨²a la tradici¨®n a la hora de abordar los problemas: el comercio con los pa¨ªses del Este, la fluctuaci¨®n de las divisas y los litigios en la producci¨®n y comercio agr¨ªcola internacional ser¨¢n los puntos fuertes del encuentro patrocinado este a?o por el presidente estadounidense Ronald Reagan.En junio de 1982, en Versalles, la cumbre se sald¨® con un roce entre europeos y estadounidenses, a prop¨®sito de la pol¨¦mica sobre la construcci¨®n del gasoducto sovi¨¦tico, que debe suministrar parte del gas natural consumido en los pa¨ªses de Europa occidental.
Al final, Europa gan¨® la partida, gracias a la mediaci¨®n posterior del secretario de Estado George Shultz. Para la cumbre de Williamsburg, las relaciones con los pa¨ªses del Este continuar¨¢n ocupando el tema central del temario. En esta ocasi¨®n, la Administraci¨®n Reagan, aludiendo problemas estrat¨¦gicos, quiere que Europa occidental limite las ventas de productos de tecnolog¨ªa avanzada a la Uni¨®n Sovi¨¦tica o sus aliados.
A un mes vista de la cumbre, la delegaci¨®n de CEE en Washington, junto al embajador de la Rep¨²blica Federal de Alemania, en sus funciones de representante del pa¨ªs que ejerce la presidencia de la Comunidad, acudieron al Departamento de Estado para depositar una queja formal de los 10 Estados miembros del Mercado Com¨²n sobre la pretensi¨®n del presidente Reagan para que Europa limite la exportaci¨®n a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En definitiva, aludieron a que el principio de restricciones es contrario a las pr¨¢cticas existentes en el comercio mundial.
Casi todos los jefes de Estado o de Gobierno que participar¨¢n en la cumbre, en representaci¨®n de Canad¨¢, Rep¨²blica Federal de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Jap¨®n y presidencia de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas, han desfilado, o lo har¨¢n en fecha pr¨®xima, por la Casa Blanca. Reagan quiere preparar con detalle su ofensiva, con el firme prop¨®sito de ganar la partida en la localidad hist¨®rica y colonial de Williamsburg. EE UU quiere condicionar las ventas a la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Contrapartidas a Europa
Para dulcificar el ambiente, la Administraci¨®n Reagan prepara contrapartidas hacia Europa, en otro de los grandes cap¨ªtulos de esa y anteriores cumbres: el problema de la cotizaci¨®n del d¨®lar y la pol¨ªtica de altos tipos de inter¨¦s en el mercado monetario norteamericano.Paul Volcker, presidente del Federal Reserve, anunci¨® hace unos d¨ªas, en Nueva York, que EE UU podr¨ªa considerar la posibilidad temporal de un sistema de intervenci¨®n monetaria en el mercado mundial de divisas. De aplicarse, EE UU podr¨ªa ver rebajar la fuerte cotizaci¨®n del d¨®lar, para relajo de las econom¨ªas europeas. Pero la Administraci¨®n Reagan prometi¨® ya algo an¨¢logo en la pasada cumbre de Versalles, sin que realmente actuara a fondo en el cap¨ªtulo monetario internacional en lo que va de a?o.
La coyuntura econ¨®mica en que se desarrollar¨¢ la cumbre de Williamsburg ser¨¢ de neta recuperaci¨®n en Estados Unidos, donde todos los indicadores econ¨®micos y la euforia de Wall Street, con r¨¦cords casi diarios en las cotizaciones del ¨ªndice Dow Jones, apuntan hacia la reactivaci¨®n de la econom¨ªa norteamericana. Y Ronald Reagan no sacrificar¨¢ en la cumbre, ninguna medida que pueda perjudicar un est¨ªmulo de la econom¨ªa interna, de cuyo resultado depender¨¢, en gran parte, su eventual reelecci¨®n en noviembre de 1984.
Evitar el proteccionismo
En comercio, en general, Estaos Unidos, Canad¨¢, los pa¨ªses de la CEE y Jap¨®n continuar¨¢n abogando en Williamsburg por la necesidad de evitar toda tentaci¨®n proteccionista. Noble ideal cada vez m¨¢s alejado a medida que discurren las cumbres. Cada pa¨ªs intenta proteger su econom¨ªa como puede y las cr¨ªticas y reproches pueden ser v¨¢lidos para todos los participantes. EE UU insistir¨¢ en el sector de la agricultura -tambi¨¦n de neta influencia electoral para Reagan- en un momento en que los graneros norteamericanos rebosan de cereales, la Administraci¨®n da cr¨¦ditos para limitar la plantaci¨®n y no se perfila que la URSS, tras un embargo de tres a?os, aprovechado para diversificar proveedores, vuelva a ser el c¨®modo cliente para los excedentes de la agricultura de EEUU. Reagan se lamentar¨¢ del proteccionismo e intervencionismo agr¨ªcola de la CEE, mientras los europeos llorar¨¢n por el cerrojo sider¨²rgico del mercado americano.
6.000 periodistas
Con una cumbre cuyo texto final est¨¢ ya pr¨¢cticamente preparado, los 6.000 periodistas que se calcula cubrir¨¢n el hecho -casi tantos como en unos juegos ol¨ªmpicos- dispondr¨¢n de suficiente tiempo para degustar la comida tradicional del norteamericano: hamburguesas, pollo frito, coca-cola, gaseosa y cerveza. En principio, la Administraci¨®n Reagan, firme defensora de la empresa privada, no estaba de acuerdo con facilitar comida gratuita para la Prensa. Pero, siguiendo la tradici¨®n de otras cumbres, acudi¨® a las multinacionales norteamericanas para que calmen el hambre y la sed de quienes poco nuevo tendr¨¢n que escribir.Sin embargo, como previsiones, puede anunciarse que la gran diferencia entre la cumbre de Versalles, en Francia, y la de Williamsburg, en Estados Unidos, ser¨¢ la gastronom¨ªa. Excepto para los siete jefes de Estado o de Gobiernos, que degustar¨¢n excelentes manjares americanos regados por reservas de vinos californianos.
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