El proletariat
El Uno de Mayo, partido por gala en dos, debe servirnos, a varios d¨ªas de distancia, como reflexi¨®n hacia el fondo, que no es precisamente una reflexi¨®n en profundidad, sino en realidad. Comisiones reuni¨® m¨¢s gente que UGT en Madrid y Barcelona. O sea, que hay un psocialismo y un socialismo.El otro d¨ªa hemos hablado aqu¨ª de las dos democracias, la real y la formal. Encuentro en la Democracia, esp¨ªritu de cooperaci¨®n iberoamericana, por un lado. El argentino Carlos Borsani, devuelto administrativamente a su patria funeral, por otro. Hoy podr¨ªamos hablar de dos socialismos. Lo que pasa es que el uno est¨¢ contenido en el otro. Y a la inversa. El socialismo/regeneracionismo gobernante tiene densidad en cuanto que no se aleje demasiado de las masas votantes. El socialismo real tiene posibilidad en cuanto que opere dentro del "marco macroecon¨®mico", como le gusta decir al presidente Gonz¨¢lez. Si unos creen tener la reserva espiritual y otros el poder oficial, partiendo el domingo en dos -"con el n¨²mero dos nace la pena", dijo el poeta-, en los Unos de Mayo habr¨¢ florecido la m¨¢s horrible flor humana del industrialismo paleocristiano: "El hombre de las multitudes", de Edgar Allan Poe. El que se queda solo mientras unos se van por un lado y otros por el otro. Pero no queremos, ning¨²n espa?ol, ser el hombre de las multitudes, la v¨ªctima allanpociana, y por eso pedimos al proletariat que se re¨²na, cuando menos ese d¨ªa. Y, ya que no ese d¨ªa, todos los del a?o. Rebeca de punto, hecha en casa, de Marcelino Camacho, cigarro perdurable de Carrillo, cojera elegante de Sartorius, plata pasada en el pelo de S¨¢nchez-Montero, desali?o a lo colegio mayor del ministro Solana, pesadumbre de continentes en Fernando Mor¨¢n, camisa abierta del bancario Justo Fern¨¢ndez. No hay dos proletariados en la Historia, pero s¨ª puede que haya dos socialismos en Espa?a, ay. Guerra/ Llorente/Castellano son el peso intelectual de "lo m¨¢s genital de lo terrestre", en el PSOE/UGT. Sin ese peso, el globo socialista podr¨ªa volar y perderse en las alturas como un p¨®ster de Aleorio/Alca¨ªn. Sartorius/Carrillo son lo m¨¢s parlamentador/parlamentario del otro socialismo, del socialismo otro, lo m¨¢s para qu¨¦ del "Libertad ?para qu¨¦?", de Lenin. Sin ellos, las herramientas y las manos podr¨ªan fluir sin destino en el r¨ªo heraclitano de la Historia. El delicad¨® equilibrio no se ha roto el primero de mayo, entre ambos socialismos, sino que dos multitudes se han reflejado una a la otra, como dos espejos, en la ma?ana feriada, primaveral y dial¨¦ctica. Vale para estos dos bloques lo de Sartre para los astros: "Les mantiene en equilibrio la mutua desconfianza". No debe ser as¨ª, no puede ser as¨ª. El regeneracionismo burgu¨¦s no es posible sino sobre el paisaje apaisado y profundo del proletariat. Esto lo sabemos todos. Adolfo Pi?al y Lorenzo Hern¨¢ndez hablan de la cosa municipal en Sant¨ªsima Trinidad. T¨¢bano presenta "El suicida", de Erdman. Ana Bel¨¦n me llama para contarme gritos y susurros. Este pa¨ªs va a su aire. No se puede dar el espect¨¢culo del trabajo partido en dos, porque no es verdad. Otros ser¨¢n los que se parten. Y no es el capital, precisamente, quien se olvida del trabajo/fuerza, de la fuerza del trabajo. El capital ha aprendido la lecci¨®n Son, ir¨®nicamente (la Historia siempre es ir¨®nica, como debiera haber dicho Couvertin o uno as¨ª), los m¨¢s cercanos a los trabajadores quienes confunden, a veces, el trabajo/ fuerza con el trabajo/pol¨ªtica. Todo un regalo, toda una tarta partida en dos que se le ofrece a nadie (el capitalismo ya no se f¨ªa) en algunos primeros de mayo.
Miles de polacos salieron a la calle en veinte ciudades, al llamamiento de Solidaridad. La polic¨ªa disolvi¨® violentamente a los manifestantes convocados al primero de Mayo en Varsovia. ?Es que el trabajo va a ser siempre una fuerza negativa que funcione s¨®lo frente a los Jaruzelski? Lo dijo Tierno en su mitin: "No queremos un sistema de ciudades/dormitorio".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.