En el d¨ªa de reflexi¨®n
Las municipales...LAS ELECCIONES municipales de ma?ana se celebran a la sombra de un presumible aumento de la abstenci¨®n y, sobre el trasfondo de una campa?a preparatoria mediocre e inadecuada. La singularidad del Pa¨ªs Vasco y de Catalu?a se manifiesta en esta ocasi¨®n en la circunstancia de que las elecciones municipales de ma?ana apuntan, desde ahora mismo, a los comicios auton¨®micos de la primavera de 1984. Las formaciones pol¨ªticas de ¨¢mbito estatal -con excepci¨®n del PSOE- han utilizado esta convocatoria para promocionar a sus l¨ªderes nacionales y para plantear la consulta ante las urnas como una segunda vuelta del 28-O o como las remotas primarias de las pr¨®ximas elecciones legislativas. Los problemas municipales han sido arrumbados en un rinc¨®n del escenario o manejados indirectamente como armas arrojadizas dirigidas contra el adversario. El menosprecio que ha significado para los ciudadanos, en tanto que vecinos, el martilleo propagand¨ªstico basado en cuestiones tan ajenas a los ayuntamientos como la pol¨ªtica intenacional o la despenalizaci¨®n limitada del aborto obliga a poner en duda la sinceridad de algunos elogios de la derecha y de la izquierda sobre la importancia de la vida municipal como soporte de la democracia y como ¨¢mbito aut¨®nomo.
Los socialistas se han resistido, incluso en esta ¨²ltima semana, a la tentaci¨®n de rivalizar con sus competidores en ese mismo nivel de abstracci¨®n y generalidad. La renuncia a utilizar en la campa?a el prestigio y la popularidad de Felipe Gonz¨¢lez, uno de los principales activos electorales del PSOE, pueden ser consecuencia de su confianza en la victoria o constituir un aferramiento a su estrategia inicial. En cualquier caso, no resulta f¨¢cil distinguir en esta decisi¨®n las posiciones de principio de los planteamientos t¨¢cticos. Si los socialistas no tuvieran una desahogada mayor¨ªa parlamentaria en las Cortes Generales y si no contaran con las Credenciales de cuatro a?os de buena gesti¨®n en la mayor¨ªa de los ayuntamientos de izquierda, especialmente notable en Madrid y Barcelona, sus enfoques posiblemente hubieran sido ,diferentes.
Ha sido Alianza Popular la formaci¨®n pol¨ªtica que ha llevado casi hasta el absurdo la decisi¨®n de transformar las elecciones municipales del 8 de mayo en una moci¨®n de censura al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, en una revancha del 28-O y en unas primarias de las futuras legislativas. La campa?a se ha centrado en Manuel Fraga, inquilino privilegiado de los carteles, orador casi solitario de los m¨ªtines y viajero incansable, por pueblos y ciudades.- Se puede decir, en suma, que Alianza Popular, con el gris a?adido del PDP y de la UL en la letra peque?a de su publicidad, ha presentado a Fraga como candidato a la alcald¨ªa de todos los municipios espa?oles. La cr¨ªtica de los ayuntamientos de izquierda ha ocupado un lugar subordinado en la campa?a, mucho m¨¢s orientada a presentar al l¨ªder aliancista como jefe de la oposicion y a polemizar con el Gobierno socialista sobre cuestiones de pol¨ªtica general.El probable incremento de la abstenci¨®n perjudicar¨¢ probablemente a los socialistas, que salen ganadores en esta carrera y que se presentan con un balance razonable y en algunos Casos brillante de su gesti¨®n municipal, compartida con los comunistas, en los ayuntamientos. La participaci¨®n ciudadana carecer¨¢ ma?ana del decisivo contenido pol¨ªtico que tuvo en las -elecciones genera les, cuando los espa?oles acudieron a las urnas para de mostrar, frente a los enemigos del sistema democr¨¢tico, su compromiso con las instituciones de la Monarqu¨ªa parlamentaria. En cualquier caso, un porcentaje elevado de abstenci¨®n, adem¨¢s de mostrar la diferencia cualitativa entre los comicios legislativos y la convocatoria municipal, constituir¨ªa una prueba de que la campa?a preparatoria de los partidos no ha conseguido convencer ' a los vecinos de la importancia que tiene para su vida cotidiana la gesti¨®n municipal
... y auton¨®micas
LAS REFLEXIONES anteriormente expuestas sobre la preparaci¨®n de las elecciones municipales pueden ser aplicadas a la campa?a realizada por las diversas formaciones pol¨ªticas para promover -sus candidaturas a los parlamentos auton¨®micos. Sin embargo, es preciso a?adir que los esfuerzos formales de los partidos para situar en el mismo plano a los comicios municipales y a las elecciones para las 13 comunidades aut¨®nomas pendientes de rematar su proceso constituyente (faltan, pues, el Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, Galicia y Andaluc¨ªa), no se han visto coronados por el ¨¦xito. Existe, as¨ª, la generalizada impresi¨®n de que una buena parte de los ciudadanos de algunos de esos territorios no han Regado a entender cabal mente el significado de una convocatoria que les invita a designa representantes para unas instituciones de nuevo cu?o, mal conocidas, poco deseadas y en cuya creaci¨®n no han participado activamente.En las comunidades uniprovinciales, los electores encontrar¨¢n dificultades para distinguir entre el r¨¦gimen de autogobiemo reci¨¦n creado y las viejas diputaciones. En algunas comunidades pluriprovinciales -por ejemplo, Castilla-Le¨®n o Castilla-La Mancha- llevar¨¢ tiempo que sus habitantes lleguen a adquirir ese m¨ªnimo de sentimiento de pertenencia, capaz de dar sentido a un ¨¢mbito institucional intermedio entre la provincia y el conjunto de Espa?a. Otras comunidades territoriales, cuyas se?a! de identidad se hallan a medio camino entre las nacionalidades hist¨®ricas y las regiones-¨®mnibus, tendr¨¢n ocasi¨®n, en cambio, de instalar sobre bases administrativas s¨®lidas su vocaci¨®n auton¨®mica, frustrada con ocasi¨®n de la est¨¦ril y demag¨®gica- pelea en tomo a las v¨ªas previstas por los art¨ªculos 143 y 151 de la Constituci¨®n. En cualquier caso, el funcionamiento de las instituciones a lo largo de los pr¨®ximos cuatro a?os permitir¨¢ comprobar si la artificialidad de algunas de esas construcciones territoriales resiste las tensiones interprovinciales y si las comunidades aut¨®nomas pluriprovinciales no tropiezan, en el hacinamiento de las competencias, con las diputaciones.
El rodaje de la Espa?a de las autonom¨ªas no estar¨¢ a salvo, en cualquier caso, de dificultades. Las instituciones de autogobierno del Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, en funcionamiento desde 1980, siguen tropezando con problem¨¢s derivados de los h¨¢bitos centralistas de la Administraci¨®n, de la inexperiencia en el tratamiento de realidades complejas y de los desajustes en el reparto de competengias. Galicia y Andaluc¨ªa, las otras dos comunidades aut¨®nomas que disponen ya de parlamentos y gobiernos, siguen buscando su campo de actuaci¨®n propio y tratando de no defraudar las expectativas -muchas veces desmesuradas despertadas por su creaci¨®n. El ejemplo de estas cuatro comunidades aut¨®nomas, las ¨²nicas donde ma?ariano se celebrar¨¢n elecciones de ese car¨¢cter, hace temer que la puesta en marcha de los otros 13 territorios multiplique los conflictos y las tensiones con la Administraci¨®n Central y con las diputaciones. Mientras el Tribunal Constitucional no se pronuncie sobre los recursos interpuestos contra la LOAPA en agosto de 1982, que congelan su promulgaci¨®n y solicitan su derogaci¨®n, el Gobierno y las Cortes Generales no podr¨¢n llevar a cabo, de a?adidura, las acciones ejecutivas y legislativas orientadas a prever o minimar esos: previsibles roces. En cualquier caso, y pese al poco inter¨¦s que despiertan esos comicios en algunos de los 13 territorios afectados, 1,4 elecciones auton¨®micas que se celebran mafia?a permitir¨¢n que la Espa?a de las autonom¨ªas pase del estado de proyecto abstracto, imprecisamente bosquejado en el texto constitucional, al terreno de las realidades pol¨ªticas concretas. Tal vez la experiencia de los pr¨®ximos cuatro a?os haga posible que las elecciones auton¨®micas de 1987 sean percibidas y sentidas por los votantes como una consulta que les concierne tan directamente como los comicios municipales. Pero no es f¨¢cil que los intentos de nivelar y homogeneizar mediante leyes y discursos a las 17 comunidades aut¨®nomas consigan que las instituciones de autogobierno sean sentidas id¨¦nticamente, en t¨¦rminos tanto emocionales como pol¨ªticos, por los habitantes de todos y cada uno de esos territorios.
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