La siderurgia mundial, un enfermo cr¨®nico esperando la recuperaci¨®n econ¨®mica
Los expertos, sin embargo, no son optimistas y, pese a prever incrementos de la demanda en zonas espec¨ªficas, como EE UU, no creen que una reactivaci¨®n en la econom¨ªa pueda tener consecuencias concretas en el campo de la siderurgia antes del a?o pr¨®ximo. Ser¨¢ 1983, pues, en palabras del secretario general del Instituto Internacional del Hierro y el Acero (IISI), de Bruselas, un a?o de supervivencia para la industria sider¨²rgica.Durante el primer trimestre de 1983, la producci¨®n mundial de acero crudo ha sido considerablemente m¨¢s baja que en el mismo per¨ªodo del a?o pasado, seg¨²n datos del IISI, que apuntaban un descenso del 14,1 %. En EE UU, el descenso fue de un 19,8%; en los pa¨ªses de la CEE, de un 17,1%, con porcentajes m¨¢s peque?os para pa¨ªses como el Reino Unido y Francia, y en Jap¨®n la producci¨®n trimestral baj¨® un 12,6%.
Producci¨®n y consumo de acero hab¨ªan crecido de forma paralela y veloz, durante la d¨¦cada de los cincuenta y sesenta, en los pa¨ªses occidentales industrializdos Desde finales de la segunda guerra mundial hasta 1974, la fabricaci¨®n de acero en bruto creci¨® un 600% en el mundo y, junto a los productores tradicionales, aparecieron otros nuevos y agresivos fabricantes, que en ocasiones jugaban con la ventaja de la mano de obra barata y la modernidad del equipo. Jap¨®n se consolid¨®, as¨ª, como uno de los gigantes del sector, pasando a dominar un 16% de la producci¨®n mundial y a multiplicar por 32 sus exportaciones. El Tercer Mundo se puso a atender a sus propias necesidades en una medida creciente y los pa¨ªses socialistas convirtieron el acero en un s¨ªmbolo del buen funcionamiento de su sistema econ¨®mico.
Disminuy¨® la producci¨®n
Luego lleg¨® la crisis econ¨®mica y el hundimiento continuado del consumo de acero en los pa¨ªses industrializados occidentales, que empez¨® a registrarse en 1973 y 1974 y oblig¨® a las composiciones de lugar que siguen vigentes en la actualidad. Por una parte, se trataba de reducir la producci¨®n, con las consiguientes secuelas en el sector laboral y el desmantelamiento de capacidades, y por otra, de sacar los excedentes a mercados exteriores cada vez m¨¢s concurridos y proteccionistas.
Al estancamiento y disminuci¨®n del consumo han contribuido tambi¨¦n las innovaciones tecnol¨®gicas, que han logrado disminuir los porcentajes de acero utilizados en diversos sectores industriales, sustituy¨¦ndolos por otros materiales o bien rentabilizando m¨¢s su empleo. Los expertos calculan que el rendimiento prestado por dos toneladas de acero laminado en 1974 ser¨¢ igualado en el a?o 2000 por una sola tonelada.
En 1982, la producci¨®n mundial de acero fue, en su conjunto, de 643,6 millones de toneladas y disminuy¨® un 10,4% respecto a los 710 millones de toneladas producidas en 1981, seg¨²n datos del IISI. La URSS, Jap¨®n, los pa¨ªses de la CEE y EE UU figuraron a la cabeza de los principales productores, afectados todos ellos por diversos descensos. Si bien el descenso fue generalizado en la mayor¨ªa de pa¨ªses altamente industrializados, otros Estados, especialmente del Tercer Mundo, continuaron desarrollando su producci¨®n. Entre ellos figuraban Corea del Norte, con un 45% de aumento; Corea del Sur, con un 9,3%; Taiwan, con un 28,1% Argentina, con un 11,5%, y Venezuela, con un 15%. Espa?a, que fabric¨® 13,2 millones de toneladas, aument¨® su producci¨®n en un 2,3% respecto a 1981, seg¨²n datos del IISI (un 1,5%, seg¨²n datos de la patronal sider¨²rgica espa?ola).
El comercio internacional del acero, que mueve una cuarta parte de la producci¨®n mundial, se desarrolla en un ¨¢mbito proteccionista de reacciones en cadena, cuyos principales ejes son EE UU, Jap¨®n y la CEE. Las limitaciones estadounidenses a las exportaciones sider¨²rgicas procedentes de la CEE (aceptadas por la Comunidad en oto?o de 1982) se han traducido en nuevos recortes proteccionistas en la CEE con el fin de dejar sitio para el acero que no va a ser absorbido por el mercado norteamericano. Por otra parte, la industria sider¨²rgica norteamericana ha anunciado una campa?a para restringir las importaciones de Jap¨®n, argumentando que las medidas proteccionistas de la CEE respecto a Jap¨®n han desviado el acero japon¨¦s hacia el mercado norteamericano.
Espa?a, v¨ªctima del proteccionismo
En esta guerra, Espa?a, que exporta aproximadamente la mitad de lo que produce (6,3 millones de toneladas), experimenta las consecuencias negativas del proteccionismo estadounidense y del proteccionismo comunitario, sin haber llegado a imponer las medidas restrictivas a las importaciones que se vienen anunciando desde hace varios a?os. Las exportaciones espa?olas a la CEE est¨¢n contingentadas en 754.000 toneladas para 1983, y las ventas de productos sider¨²rgicos a EE UU, la principal partida de las escasas exportaciones de Espa?a hacia aquel pa¨ªs, pueden ser sometidas a cupos que desequilibrar¨ªan todav¨ªa m¨¢s la ya desfavorable balanza comercial.
Para resolver la dif¨ªcil situaci¨®n de la siderurgia integral espa?ola el Gobierno ha presentado a los sindicatos un plan que prev¨¦ inversiones por valor de 150.306 millones de d¨®lares y la eliminaci¨®n de 7.543 puestos de trabajo, seg¨²n informa Efe. Del conjunto de inversiones, 54.786 millones ir¨¢n destinados a Altos Hornos de Vizcaya, Ensidesa recibir¨¢ 82.230 millones y Altos Hornos del Mediterr¨¢neo, 13.300. Estas inversiones dar¨¢n lugar a que en 1986 se cierre el pozo de colada, el tren y el horno el¨¦ctrico de AHV y se proceda a una disminuci¨®n en la plantilla de la empresa que pasar¨¢ de 2.019 trabajadores en 1983 a 1.990. En Ensidesa, y en el mismo per¨ªodo, se perder¨¢n 5.061 puestos de trabajo mientras que a Altos Hornos del Mediterr¨¢neo le corresponder¨ªa un aumento de plantilla de 337 puestos de trabajo, si bien se desconoce el futuro de los 3.000 trabajadores de la cabecera.
En EE UU, donde la producci¨®n no llegaba el a?o pasado ni a la mitad de la capacidad disponible, las importaciones suponen aproximadamente una cuarta parte del consumo de acero. Desde 1970 hasta 1981, m¨¢s de 100.000 obreros perdieron el puesto de trabajo en la siderurgia norteamericana, que, pese a todo, sigue. ofreciendo sueldos muy por encima de la media del sector industrial y produce a precios entre un 25% y un 33% m¨¢s caros que los de las importaciones procedentes de Jap¨®n y Europa.
Para defenderse la industria sider¨²rgica norteamericana ha recurrido al proteccionismo de la Administraci¨®n. Desde 1968 hasta 1974, EE UU impuso restricciones voluntarias a las exportaciones sider¨²rgicas de japoneses y europeos. Posteriormente, y tras un breve per¨ªodo de liberalizaci¨®n, se estableci¨® el llamado mecanismo de los precios de gatillo (TPM), que permit¨ªa bloquear las importaciones de acero cuyo precio fuera inferior a una cifra de referencia, basada en los precios japoneses. La medida supuso una guerra abierta con los exportadores europeos, cuyos costes son superiores a los de los japoneses. En octubre del a?o pasado, los europeos aceptaron, finalmente, contingentes de exportaci¨®n.
Por razones de tipo social, los pa¨ªses de la CEE con una tradici¨®n sider¨²rgica sostuvieron en el pasado altos hornos ya obsoletos mediante altos subsidios y fuertes p¨¦rdidas. La siderurgia alemana occidental y algunos productores italianos mantuvieron su eficiencia, pero no sucedi¨® lo mismo con las industrias sider¨²rgicas nacionalizadas del Reino Unido, Italia, Francia y B¨¦lgica. Desde 1975 hasta 1980, pues, la Comunidad fue aumentando progresivamente sus controles sobre la importaci¨®n, los precios y la producci¨®n, e imponiendo fuertes barreras frente a terceros. La dieta de austeridad impuesta a la siderurgia comunitaria ha de concluir en 1985 con una disminuci¨®n de 30 millones a 35 millones de toneladas de capacidad. En t¨¦rminos de empleo, la reestructuraci¨®n sider¨²rgica dentro de la CEE ha supuesto la p¨¦rdida de unos 270.000 puestos de trabajo entre 1974 y 1982, y supondr¨¢ la p¨¦rdida de 150.000 empleos m¨¢s hasta 1986.
La crisis sider¨²rgica se ha dejado sentir tambi¨¦n en Jap¨®n, poseedor de una industria enormemente eficiente y moderna. Por primera vez en 10 a?os, la producci¨®n sider¨²rgica japonesa se qued¨® en 1982 por debajo de los 100 millones de toneladas, y para 1983 los expertos prev¨¦n ligeros descensos en la producci¨®n, consumo y exportaci¨®n de acero. Jap¨®n, se?alan, notar¨¢ as¨ª las consecuencias del endurecimiento del mercado estadounidense y la crisis de la industria de la construcci¨®n.
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