Pierre Mauroy: "Nuestras prioridades son las mismas que en 1981; no hemos renunciado a ning¨²n proyecto"
El primer ministro franc¨¦s, Pierre Mauroy, celebr¨® ayer, trabajando normalmente, el segundo aniversario de la victoria socialista en las elecciones presidenciales del 10 de mayo de 1981. A mediod¨ªa, en su despacho dorado y espacioso del palacio Matignon, recibi¨® al corresponsal de EL PAIS para completar las respuestas a un cuestinario previo presentado con motivo de aquel acontecimiento que, en todo Occidente, se calific¨® de hist¨®rico. En la entrevista, Pierre Mauroy habla, entre otras cosas, de la pol¨ªtica desarrollada hasta ahora por su Gobierno, de las relaciones hispano-francesas y de la pol¨ªtica comunitaria francesa.
Mauroy manifiesta su deseo de viajar oficialmente a Madrid muy pronto. De buena gana hubiese precisado la fecha, pero asegura que existen algunas dificultades para fijarla a la vista de sus ocupaciones y de las del presidente del Gobierno espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez. Alcalde de Lille y socialista de toda la vida, Mauroy es un hombre muy alto, muy fuerte, tirando a sonrosado, majestuoso, literario y sencillo al mismo tiempo. En el staff del socialismo franc¨¦s se le se?ala como uno de los aspirantes, llegado el d¨ªa, a ocupar la presidencia de laRep¨²blica. ?l encarna la generosidad y el optimismo del socialismo de este pa¨ªs. Sin mayores alardes, estos d¨ªas, los franceses rememoran los dos a?os de socialismo a la francesa con m¨¢s preocupaci¨®n aparente que su primer ministro.
Pregunta. ?Contin¨²a estando el socialismo a la francesa de actualidad a los dos a?os de la victoria de la izquierda en las elecciones presidenciales?
Respuesta. El Gobierno ha terminado o iniciado la realizaci¨®n de lo esencial de las 110 proposiciones que el candidato Fran?ois Mitterrand hizo a los
franceses. Estas reformas, progresivamente, entran en la vida cotidiana y empiezan a ser percibidas por los ciudadanos. Cambios importantes como la descentralizaci¨®n, las nacionalizaciones, los nuevos derechos de los trabajadores en las empresas, el impuesto sobre la fortuna, han permitido, al mism
o tiempo, la democratizaci¨®n del Estado y m¨¢s igualdad entre los ciudadanos. A¨²n queda mucho por hacer, nuestra sociedad sigue siendo demasiado desigual y, seg¨²n el camino trazado desde hace dos a?os, debe mostrarse m¨¢s atenta a los desfavorecidos. Hoy, nuestro pa¨ªs, como sus vecinos europeos, se enfrenta a una mutaci¨®n industrial y tecnol¨®gica. El esfuerzo de adaptaci¨®n indispensable exige una movilizaci¨®n del pa¨ªs. Y esa movilizaci¨®n se conseguir¨¢ si el pa¨ªs est¨¢ agrupado. Para conseguirlo, conviene que la sociedad francesa sea siempre m¨¢s solidaria.
P. Seg¨²n un dirigente del Partido Socialista franc¨¦s, su pol¨ªtica econ¨®mica, hoy, est¨¢ en contradicci¨®n con el proyecto socialista. ?C¨®mo analiza usted su acci¨®n de dos a?os a esta parte?
R. Ignoro de qu¨¦ dirigente se trata. Compruebo, simplemente, que, desde el 10 de mayo de 1981, nuestra pol¨ªtica econ¨®mica est¨¢ al servicio de dos objetivos: la lucha contra el desempleo y el progreso hacia una sociedad m¨¢s justa y m¨¢s solidaria. En un primer tiemp
o tuvimos que interrumpir el aumento vertiginoso del paro y corregir las desigualdades m¨¢s irritantes que proven¨ªan de la gesti¨®n precedente. Realizamos una reactivaci¨®n econ¨®mica moderada e iniciamos un conjunto de reformas sociales de una amplitud sin precedentes desde el Frente Popular de 1936.
Hemos conseguido resultados importantes: estabilizaci¨®n del paro, reducci¨®n del abanico de salarios, una fiscalidad m¨¢s justa, rebaja de, la edad de jubilaci¨®n a 60 a?os, fre
no del alza de precios, que de 1981 a 1982 pas¨® del 14% a menos del 10%. Y nuestro objetivo para el a?o 1983 es rebajarla hasta el 8%.
Al mismo tiempo, como comprobamos inmediatamente que el aparato industrial se hab¨ªa degradado durante el septenio precedente, hemos elaborado una pol¨ªtica industrial ambiciosa. Toda esta acci¨®n est¨¢ en el centro de nuestra pol¨ªtica. De todas maneras, no puede dar frutos inmediatamente. Necesitamos conducirla, a la par, con medidas coyunturales destinadas a adaptar nuestra situaci¨®n econ¨®mica a un contexto internacional muy dif¨ªcil. Por ello, hemos tenido que tomar las medidas necesarias para el enderezamiento de nuestr
o comercio exterior. Esto no significa, de ninguna manera, que hayamos renunciado a ning¨²n proyecto. En 1983, como en 1981, nuestras prioridades son las mismas. Tenemos en cuenta, naturalmente, la evoluci¨®n de la situaci¨®n internacional y, por ejemplo, el ascenso ininterrumpido del d¨®lar, que socava el conjunto de las econom¨ªas europeas.
No he observado fallos en la solidaridad gubernamental
P. La participaci¨®n del Partido Comunista Franc¨¦s en el Gobierno, dado que los comunistas defienden posiciones sensiblemente diferentes de las suyas, ?contin¨²a representando un problema, tanto en el plano diplom¨¢tico como en el
interior?
R. Desde hace dos a?os, el Gobierno de Francia cuenta con cuatro ministros que pertenecen al PCF. Es una tradici¨®n, y en la V Rep¨²blica ha sido siempre una regla el que las fuerzas componentes de la mayor¨ªa est¨¦n representadas en el Gobierno. Es cierto que el PCF no aborda ni analiza todos los temas de la misma manera que los socialistas. Esto no es nuevo para nadie. Yo, como jefe del Gobierno, no he observado ni el m¨¢s m¨ªnimo fallo a la hora de la solidaridad gubernamental. Esto es lo esencial.
P. En materia de construcci¨®n comunitaria, ?cu¨¢l ha sido la aportaci¨®n del Gobierno socialista en estos dos a?os?
R. En 1957, Francia eligi¨® claramente la construcci¨®n europea. Desde el 10 de mayo de 1981, mi Gobierno no ha dejado de manifestar su
adhesi¨®n a esta causa. Por ejemplo, en el marco de un memorando depositado en el oto?o de 1982, hemos presentado proposiciones de relanzamiento de la construcci¨®n europea. Todas las intervenciones de Francia se sit¨²an en dicha perspectiva. ?ste era el sentido del mensaje que llev¨¦ personalmente a la Comisi¨®n de Comunidades en marzo de 1982. Con esto, fui el primer jefe del Gobierno franc¨¦s que, en el marco de una reuni¨®n de esta naturaleza, se entrevist¨® con los m¨¢s
altos responsables de la comisi¨®n. Con este esp¨ªritu preparamos el Consejo Europeo de Stuttgart.
En los dos ¨²ltimos a?os hemos hecho varias proposiciones para relanzar y profundizar la construcci¨®n europea. Hemos lanzado la idea de un espacio social europeo y hemos preconizado pol¨ªticas comunes nuevas, fundadas en una visi¨®n solidaria en los sectores de la investigaci¨®n, de la energ¨ªa, de las industrias de punta. Es necesario, en efecto, evitar que la construcci¨®n comunitaria no sea m¨¢s que la suma de intereses ego¨ªstas. Por lo que toca a la ampliaci¨®n de la Comunidad Econ¨®mica Europea, nos preocupamos por una ampliaci¨®n de la Comunidad, por una ampliaci¨®n estudiada de antemano para que los nuevos miembros no conozcan, en el futuro, dificultades de adaptaci¨®n por falta de una preparaci¨®n suficiente.
La ampliaci¨®n de la CEE no debe ligarse a vencimientos pol¨ªticos
P. En un libro aparecido hace dos semanas (La Comunidad Europea: ?declive o renovaci¨®n?), publicado por cinco institutos de relaciones internacionales de Francia, Rep¨²blica Federal de Alemania, Reino Unido, Italia y Holanda, se puede leer, a prop¨®sito de la ampliaci¨®n: "Las negociaciones (con Espa?a y Portugal) tendr¨ªan que acabar en una fecha imperativ
a, que no podr¨ªa retrasarse en funci¨®n de los vencimientos pol¨ªticos de los diferentes Estados miembros". ?Qu¨¦ piensa usted por lo que se refiere a la adhesi¨®n de Espa?a?
R. El desarrollo de las negociaciones de adhesi¨®n no debe ligarse a los vencimientos pol¨ªticos en los diversos Estados miembros de la comunidad. Esto me parece una verdad indiscutible. ?Fijar una fecha imperativa para el cierre de las negociaciones? La Comunidad, hasta hoy, jam¨¢s se ha pronunciado en t¨¦rmino
s de calendario preestablecido. El problema, en efecto, es otro. Como dice la obra citada, la Comunidad debe prepararse para acoger a los nuevos miembros y los pa¨ªses candidatos deber¨¢n las adaptaciones necesarias para aceptar las condiciones de adhesi¨®n. Los t¨¦rminos de la adhesi¨®n deben clarificarse si se quiere que la ampliaci¨®n sea un ¨¦xito. Este proceso est¨¢ en marcha. Como usted sabe, Francia no deja de proponer a los miembros de la Comunidad reformas en
sectores como la agricultura o la financiaci¨®n del presupuesto de la CEE. ?Cu¨¢ndo terminar¨¢ este proceso? Por nuestra parte, esperamos que sea lo m¨¢s r¨¢pidamente posible para responder a la leg¨ªtima aspiraci¨®n de un pa¨ªs que, como Espa?a, quiere y de
be encontrar su puesto en una Comunidad fuerte y capaz de encarar el futuro.
P. La Regada de los socialistas al poder en Espa?a, ?favorece un acercamiento com¨²n de los dos pa¨ªses sobre esta cuesti¨®n?
R. Como le dec¨ªa hace un momento, Espa?a debe encontrar su puesto en el seno de la Comunidad. Sobre este punto, nuestra posici¨®n es clara, y deseamos, evidentemente, que el proceso de adhesi¨®n, tanto de Espa?a como el de Portugal, se haga en las mejores condiciones posibles para ellos y para Europa. Nosotros queremos desembocar en un reforzamiento de la Comunidad. Est¨¢ claro que la llegada de nuestros amigos socialistas al Gobierno en Espa?a debe facilitar el di¨¢logo entre los dos Gobiernos sobre este punto y, m¨¢s globalmente, sobre el conjunto de las relaciones entre nuestros pa¨ªses. Los contactos ministeriales y administrativos entre los dos pa¨ªses ya se han desarrollado durante los ¨²ltimos meses. Nos conocemos bien; sobre muchos puntos nuestras preocupaciones son convergentes. Todo ello debe facilitar un examen atento entre los dos pa¨ªses de todas las cuestiones bilaterales y comunitarias.
EI problema vasco es esencialmente espa?ol
P. ?C¨®mo analiza usted, h
hoy, el problema vasco y el contencioso que ha creado entre los dos pa¨ªses?
R. Cuando se habla del problema vasco se evocan las dificultades planteadas por la realizaci¨®n de un estatuto institucional particular en beneficio de las poblaciones vascas. ?stas han tenido hist¨®ricamente un puesto aparte en la comunidad espa?ola. Esta autonom¨ªa, tras peripecias conocidas, fue restringida o, pr¨¢cticamente, suprimida en el siglo XIX, y despu¨¦s, entre 1936 y 1977, como reacci¨®n, naci¨® un movimiento nacionalista. El recurso a la violencia y al terrorismo pod¨ªa explicarse por falta de di¨¢logo democr¨¢tico hasta 1977. La puesta en marcha de un estatuto de autonom¨ªa, el restablecimiento de las libertades democr¨¢ticas y el reconocimiento de la especificidad vasca deber¨ªan permitir a las autoridades de Madrid y de Vitoria llegar a acuerdos satisfactorios para las dos partes. El problema vasco, como usted ve, es, en consecuencia, esencialmente espa?ol. De todas maneras, por razones evidentes de vecindad, han podido producirse dificultades entre los Gobiernos espa?ol y franc¨¦s. El di¨¢logo que se mantiene actualmente, sobre todo desde la formaci¨®n de un Gobierno socialista en
Madrid, ya ha permitido disipar muchos malentendidos.
P. Desde que los socialistas gobiernan en Espa?a, no ha habido ning¨²n contacto oficial entre usted y el presidente del Gobierno espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez. ?Se debe a alguna raz¨®n particular y, en cualquier caso, ha previsto usted un viaje a Madrid o recibir a Gonz¨¢lez en Francia?
R. Usted puede imaginar que, desde que mi amigo Felipe Gonz¨¢lez asume la direcci¨®n del Gobierno espa?ol, los contactos no han faltado entre nuestros Gobiernos, a
nivel de ministros o a otros niveles. Si hasta hoy ninguna visita oficial se ha efectuado ni en un sentido ni en otro, sobre todo no vea el hecho con malicia. Por lo dem¨¢s, en enero ¨²ltimo, en Par¨ªs, he tenido la ocasi¨®n de encontrarme con Felipe Gonz¨¢lez y de entrevistarme ampliamente con ¨¦l cuando se celebr¨® la reuni¨®n de los actores del cambio. Sin duda, lo volver¨¦ a ver pr¨®ximamente y viajar¨¦ con mucho gusto a Espa?a para continuar nuestras conversaciones a partir del momento en que nuestras agendas respectivas nos lo permitan.
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