Konrad Kujau, alias 'el General'
La 'dolce vita' del presunto falsificador de los diarios de Hitler
Konrad Kujau, alias Fischer, alias el General, el presunto falsificador de los diarios de Adolfo Hitler, que se entreg¨® ayer a la polic¨ªa de la Rep¨²blica Federal de Alemania, era un personaje conocido en las casas de lenocinio de Stuttgart, donde a veces cerraba el local e invitaba a todos a champa?a, financiado, probablemente, con los 500 millones de pesetas pagados por la revista Stern. La polic¨ªa registr¨® el viernes el domicilio particular de Kujau, donde encontraron cuadros de Goya, Rembrandt y Durero -probablemente tan falsos como los diarios de Hitler-, y se hizo cargo de gran cantidad de material para probar si ¨¦l fue el autor de la falsificaci¨®n.
Los vecinos le conoc¨ªan como doctor Kujau y le describen como un "se?or simp¨¢tico, muy amable, que saludaba cada vez que le encontr¨¢bamos". Kujau reun¨ªa todos los requisitos para ser bien considerado en el ambiente peque?o-burgu¨¦s de un pueblo de los alrededores de Stuttgart.Sobre Kujau se centran todas las sospechas de haber estafado a Stern con los diarios de Hitler. Desde el pasado 6 de mayo, Kujau desapareci¨®, despu¨¦s de advertir a la se?ora de la limpieza que se marchaba "por alg¨²n tiempo". Ayer se entreg¨® a la polic¨ªa y neg¨® que fuese el falsificador, ya que no domina la t¨¦cnica para hacerlo.
Kujau era conocido en los locales de la noche en Stuttgart, donde acostumbraba a invitar a champa?a de 14.000 pesetas cada botella y de cuando en cuando met¨ªa un billete de 1.000 marcos (55.000 pesetas) en el escote de las chicas. A cambio de estos favores, Kujau quer¨ªa que le llamasen general, y le gustaba que le saludasen brazo en alto, como a su admirado F¨¹hrer.
Vac¨ªo en la noche de Stuttgart
A veces, a Kujau le invad¨ªa la nostalgia y hablaba de marcharse con mis amigos a Argentina". La detenci¨®n de este personaje, de 44 a?os, que sol¨ªa vestir un abrigo de cuero marr¨®n y sombrero de cuadritos, deja un hueco dif¨ªcil de cubrir en la noche de Stuttgart, donde el due?o de un local de dudosa reputaci¨®n recuerda, nost¨¢lgico, que "pagaba cada mes sus cuentas, que llegaban hasta 30.000 marcos" (1.650.000 pesetas).El propietario de un restaurante asegura haberle visto una vez con una cartera que conten¨ªa dos millones de marcos en billetes (110 millones de pesetas), y explica que le advirti¨® sobre el peligro de que le robaran. Kujau respondi¨®: "?Qui¨¦n va a pensar que llevo tanto dinero encima?".
El presunto falsificador explicaba que estaba trabajando para Stern en una historia sobre la vida de Hitler. Sus compa?eros de la noche no le tomaban en serio, ignorantes de que las sumas que el general gastaba proced¨ªan, probablemente, de la revista de Hamburgo, que pagaba a Kujau rel¨ªgiosamente por cada entrega de los falsos diarios de Hitler.
El otro beneficiario de la ingenuidad de Stern fue el redactor Gerd Heydemann, que a lo largo de 28 meses recibi¨® de la revista m¨¢s de 80 millones de pesetas como premio a su trabajo de "sabueso period¨ªstico" en busca d¨¦ los diarios de Hitler.
En StuTgart se recuerda todav¨ªa aquella noche en que Kujau apareci¨®, en uno de los locales que frecuentaba, vestido de general de las SS y cerr¨® las puertas e invit¨® a todos hasta la llegada del alba. No era ro?oso Kujau, y de ello da fe un taxista, quien declar¨® que siempre pagaba con un billete de 100 marcos (5.500 pesetas), aunque la carrera s¨®lo costase 500 pesetas. Eso s¨ª, ten¨ªa que llamarle general.
El dinero de Stern no s¨®lo lo gast¨® en alcohol y mujeres, sino que lo invirti¨® en previsi¨®n de d¨ªas peores. Kujau compr¨® una vivienda a nombre de su amiga Edith Lieblang y otro piso lo puso a nombre de la mujer de la limpieza. Seg¨²n algunas informaciones, Kujau adquri¨® tambi¨¦n cl¨ªnicas privadas en Munich y Estados Unidos. Para la polic¨ªa, Kujau no era del todo desconocido, porque en el a?o 1976 le abrieron un sumario por uso indebido de t¨ªtulo. Su negocio de venta de recuerdos hitlerianos tuvo problemas con la ley, por carecer de la licencia.
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