Giner
El toro de la reyerta se sube por las paredes, ay negro toro de Espa?a, ay blanco muro de pena, y, don Francisco Giner de los R¨ªos sale por el otro toril, llevado en andas por el regeneracionismo, el institucionismo andal¨² de los psoes ("carrocillas con trenka", seg¨²n las pasotas de Ruiz); el metal turbio de los sanisidros "amanece clar¨ªn", tocado por un alguacilillo vestido de Rimbaud, y los costaleros del Ejecutivo traen un paso llamado Remoci¨®n.Aqu¨ª las dos Espa?as puede que no sean verdad, peto se levantan peleonas cada ma?ana. Juan Cruz, isle?o de humo y velocidad, me pide un art¨ªculo taurino para este matutino/manchego, y compruebo una vez m¨¢s, haci¨¦ndolo, que la escritura nos lee. Sobre todo la nuestra. S¨®lo con las afinidades toros/pol¨ªtica puede explicarse Espa?a. El antitaurinismo pol¨ªtico viene de Giner de los R¨ªos y llega hasta Manuel Vicent, pasando por aquel bohemio culibajo, hijo de sacrist¨¢n, Balzac de la Puerta del Sol, que fue Eugenio Noel. De entre los psoe/ regeneracionistas, puede que hayan le¨ªdo el institucionismo Alfonso Guerra, Castellano y G¨®mez Llorente. Presidente Gonz¨¢lez prefiere leer Aza?a, pues que ¨¦l mismo encarna un aza?ismo joven y no feo, que tambi¨¦n ha tenido su trance con lo f¨¢ctico y tambi¨¦n metaforiza, para la derecha/derecha, como don Manuel, "el resentimiento". S¨®lo que el resentimiento atribuido a aquel ni?o de derechas del jard¨ªn de los frailes era meramente burocr¨¢tico -"un pasantillo que nos quiere hacer masones"-, y "el resentimiento" de Felipe es grandioso, almenado desiglos, arabigoandaluz. Un resentimiento que viene de "la Espa?a de las tres culturas", como la definiera para siempre Am¨¦rico Castro.
Uno es el Challenger que gira en torno a los cinturones de Madrid (cintur¨®n de miseria, cintur¨®n industrial, cintur¨®n rojo, cintur¨®n/dormitorio), y en Pinto encuentro rojos y boetas, y la gente, por todos estos "arrabales de senectud", combate la carest¨ªa de la vida con economatos de alimentaci¨®n; son tribus a la orilla del Orinoco, de la carretera de circunvalaci¨®n; pagan mal el recibo de la luz, sacan pancartas, tocan rock (el tecno se ha quedado aqu¨ª por el centro); crecen con el balonmano, ponen los primeros porteros autom¨¢ticos, sacan revistas, lavan sus autos con chainp¨², compran del decomiso, bordan, se hacen la estetici¨¦n -ellas-, van al videoclub, est¨¢n coritra el juez se?or Jim¨¦nez Alfaro, tienen, "bares solidarios, cainripings con unicornios de suburbio, farolas alfonsinas, asesor¨ªa jur¨ªdica para divorcios y separaciones, asociaciones de padres, primeras comuniones, cantautores, churrer¨ªas y papeles pintados, pasteles amargos, Rafael Alberti, "boutiques fara¨®nicas", creps, gr¨²as, l¨¢mparas, poetas como Carlos Altena, colectivos literarios Miguel Hern¨¢ndez, homenajes a Le¨®n Felipe y alcaldes j¨®venes. O sea, el regeneracionismo que se est¨¢ regenerando a s¨ª mismo. No s¨®lo -?s¨®lo?- son los diez millones de votos, sino el desperezo de todo un pueblo. Viene Jos¨¦ Carri¨®n, poeta, "el tiempo es un animal lejano que trota llev¨¢ndose la noche a las espaldas"; vienen los cantautores, Amancio Prada con su delicada flor medieval; V¨ªctor Manuel, con su c¨¢lido recado cantabroastur; se venden m¨¢s discos de Brassens que nunca, en Madrid, entre la juventud que pasa de viejos ancianos imitadores y guitarreros que vivieron de arrastrar la vaga asonancia/resonancia griega del pseud¨®nimo. Vuelven Raimon y Serrat.
O sea, como si volvi¨¦ramos a empezar, pero con el psocialismo dispuesto a "profundas reformas" para los pr¨®ximos meses, y la iconograrla gigante de Juan Gomila glosada por Molina Foix: "Al escritor Umbral, de quien se sabe bien su permanente autorrevelaci¨®n y su ir¨®nico ocultamiento, en las palabras, Gomila le sit¨²a entre campos de azul, con trazo aculebrado que se ci?e y da fuerza al gesto, reflexivo y la mirada abstracta. Mira de haut en bas, como el observador punzante y puntilloso". Por un toril, el t¨®tem/tab¨² del casticismo. Por una portalada del barroco jesuita, Taranc¨®n, profeta del cambio.
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