'Sue?os de Invierno' exigi¨® una evoluci¨®n psicol¨®gica constante en los monta?eros

Hace ya bastantes horas que finaliz¨® la escalada. Ahora, una vez descansados y en la tranquilidad de la vida cotidiana en Murcia, los protagonistas de esta aventura, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Gallego y Miguel ?ngel D¨ªez Vives, reflexionan sobre todo lo que han pasado. Vestidos normalmente, despojados de la ropa de forro polar, se les ve casi diferentes, algo m¨¢s delgados, como un par de amigos pertenecientes a la tuna de su facultad. Est¨¢n saboreando los laureles de su ¨¦xito, al abrir una v¨ªa que cuando la plante¨® Carlos Garc¨ªa Gallego, hermano de Jos¨¦ Luis, ¨¦ste la calific¨® de "imposible".Hay un aspecto del que quiz¨¢ se ha hablado poco desde que bajaron de la cima del Naranjo y que, para ellos, es fundamental, el psicol¨®gico. "La lucha psicol¨®gica que mantuvimos en la pared es la m¨¢s grande que hemos tenido que superar. Al final sufrimos bastante". Antes de comenzar a escalar se mentalizaron sobre el hecho de permanecer all¨ª entre 35 y 40 d¨ªas, pero esto les dio una idea abstracta de lo que iba a ser, porque siempre resulta distinto.
De cualquier manera, los primeros d¨ªas los soportaron muy bien, ya que iban mentalizados. Aunque al principio hab¨ªan tenido algunas tormentas, al llegar al d¨ªa 30 de permanencia en pared pensaban que quiz¨¢ pudieran terminar la escalada en 40. "Nad¨¢bamos en la ignorancia total", dice Jos¨¦ Luis. "Cuando llegamos al d¨ªa 40 tuvimos una fase de decaimiento que dur¨® hasta el 50, porque nos d¨¢bamos cuenta de que las tormentas eran una pasada y esto iba para largo".
A partir del d¨ªa 50 lleg¨® la evoluci¨®n mayor, ya que se mentalizaron ante la situaci¨®n y pensaron "como si son 200 d¨ªas, mientras tengamos comida nos da lo mismo". Entraron en una fase en la que todo les daba lo mismo. "Es la fase en la que nos hemos sentido m¨¢s lejos del mundo, porque era como sentirse preso de la monta?a. Pero como viv¨ªamos momentos buenos, nos sent¨ªamos presos, pero a gusto. Hasta nos daba igual cuando nos dec¨ªan que llegaba una tormenta de siete d¨ªas".
El ¨²nico problema de ese estado de pasotismo fue que no emplearon por completo algunos d¨ªas en los que, por hacer buen tiempo, pod¨ªan haber escalado desde muy temprano, "nos lev¨¢ntabamos a las siete, nos vest¨ªamos y comenz¨¢bamos a hablar hasta la una". Y reconocen que deb¨ªan haber estado obsesionados por progresar, igual que cuando estaban en el desplome. Sin embargo, "nos tir¨¢bamos hablando cinco o seis horas y est¨¢bamos a gusto. Nos sent¨ªamos totalmente apartados del mundo".
En la escalada hay unas cotas de cansancio f¨ªsico que son bien conocidas por los montafieros, por referencia a otras escaladas en las que se han encontrado cansados. Sin embargo, a partir del d¨ªa 60 en pared, comenzaron a sentir unos s¨ªntomas totalmente desconocidos para ellos, "esto nos asust¨® y nuevamente comenzamos a pensar en la cumbre casi obsesivamente. Hab¨ªa que salir como fuera, escalando incluso bajo la tormenta".
Dormir algo, imposible
De todos los s¨ªntomas de cansancio que ten¨ªan -dolor de articulaciones, desfallecimientos, etc-, el que m¨¢s les asust¨® fue la conjuntivitis, que se?ala una clara carencia de vitamina A, la cual se manifiesta en los ojos y puede provocar cegueras temporales.Cuando se les pregunta por lo que m¨¢s echaron de menos, en un plano material, durante su escalada, la respuesta es tajante: una cama. Es la reacci¨®n l¨®gica despu¨¦s de 69 d¨ªas en la hamaca en la que, seg¨²n Jos¨¦ Luis, "la noche que m¨¢s he dormido fueron tres horas seguidas". Los 20 primeros d¨ªas no pudieron dormir nada. Despu¨¦s se acostumbraron algo al dolor del cuerpo con el que se levantaban, "cada ma?ana sent¨ªamos esa sensaci¨®n de decir qu¨¦ mal he dormido", pero jam¨¢s descansaron bien.
"La noche 60 fue terrible. Desde hac¨ªa varios d¨ªas so?¨¢bamos con llegar a Rocasolano y, al hacerlo, salt¨® un viento que, junto con el cansancio f¨ªsico, nos impidi¨® dormir a pesar de nuestros esfuerzos, por lo que a las cinco de la madrugada nos sentamos y nos pusimos a hablar hasta que amaneci¨®". Adem¨¢s, Rocasolano estaba cubierta de hielo en pendiente, por lo que ni siquiera pudieron caminar o sentarse como esperaban.
Dentro de la hamaca, cuando no estaban durmiendo, la incomodidad tambi¨¦n era grande. Al estar sentados durante muchas horas, sin poder respaldarse contra nada, les dol¨ªa la espalda. Incluso si se colocaban algo como respaldo, ten¨ªan que hacer fuerza con el cuello pues no pod¨ªan apoyar la cabeza. Sin embargo, el mejor momento del d¨ªa, seg¨²n ellos, era cuando regresaban a la hamaca, "la escalada se realizaba con mucho fr¨ªo y, en esas condiciones, cada d¨ªa es una aventura. En la pared, durante la escalada, tampoco pod¨ªas relajarte ya que la configuraci¨®n de la pared lo imped¨ªa".
Ahora la aventura del Naranjo ha terminado felizmente. No le dan gran importancia a ser famosos y est¨¢n preparando nuevas expediciones, de las que no quieren hablar en principio porque, como dicen los monta?eros, "hay un tipo de alpinismo que, si te vas del pico no lo coges".
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