?Qu¨¦ teme el europeo?
LOS CIUDADANOS de nueve de las principales democracias industriales del mundo se definen ante los diez riesgos principales que amenazan su comunidad (encuesta Louis Harris, EL PA?S, 16 de abril de 1983): es dif¨ªcil separar cada uno de estos riesgos. Cada uno depende de los otros, es al mismo tiempo multiplicando y multiplicador. Por ejemplo, la "crisis energ¨¦tica" interviene de una manera directa en la "amenaza de guerra" y en la producci¨®n mayor de "armas nucleares" -las dos, a su vez, estrechamente relacionadas-; rearme y energ¨ªa escasa o cara dibujan una situaci¨®n econ¨®mica determinada en la que se produce "inflaci¨®n" y "desempleo", el cual, a su vez, est¨¢ en relaci¨®n clara con la noci¨®n de "injusticia social" (advi¨¦rtase que, salvo en Jap¨®n, las respuestas sobre "desempleo" e "injusticia social" est¨¢n proporcionalmente relacionadas), en la cual hay que ver un determinante de "criminalidad".Es, naturalmente, una encuesta de s¨ªntomas, de percepciones: de sensibilidad. Es l¨®gico, por tanto, que en el desglose influyan factores de ¨¢mbito. En un ¨¢mbito global, la preocupaci¨®n principal es la del "paro/desempleo", seguida por las de "amenaza de guerra" y "armas nucleares". En los ¨¢mbitos nacionales entran las caracter¨ªsticas, las situaciones propias, los temas acuciantes. En Espa?a es tambi¨¦n el "desempleo", pero en una proporci¨®n mucho mayor que en cualquiera de los otros pa¨ªses: consecuencia, sin duda, de que es mayor que en las otras potencias industriales estudiadas y, m¨¢s probablemente, de que sus efectos est¨¢n peor paliados, en parte porque los subsidios son menores o est¨¢n peor repartidos, en parte porque las reservas del que se encuentra en situaci¨®n de paro y quienes pueden ayudarle son menores. Es interesante que Espa?a sea el pa¨ªs que, en cuanto a responsabilidades econ¨®micas, m¨¢s culpabilice a los empresarios por no ser "suficientemente din¨¢micos" y el que m¨¢s (inmediatamente despu¨¦s de Jap¨®n) acuse a la "pol¨ªtica econ¨®mica de Estados Unidos"; el que m¨¢s, con grandes diferencias, piense en el trasvase de los gastos militares a "gastos sociales, sanidad y educaci¨®n", el que m¨¢s propondr¨ªa "aumentar los intercambios comerciales con la URSS y los pa¨ªses del Este". Y el que m¨¢s aceptar¨ªa sacrificios personales para crear nuevos puestos de trabajo.
Tomando como base ese juego de m¨¢ximos, este retrato actual -segunda quincena de marzo- vendr¨ªa a coincidir con el del "espa?ol electoral" del 28 de octubre, ratificado con variables estimables en las recientes elecciones municipales/auton¨®micas, de lo cual ser¨ªa corolario el hecho de que el espa?ol es el occidental que menos acusa de los riesgos al "pobre liderazgo pol¨ªtico", con diferencia notable sobre la encuesta anterior (septiembre pasado: UCD-Calvo Sotelo): la diferencia va del 5% actual al 11% en la encuesta anterior. La oferta socialista parece haber incidido mejor en el cuadro de temores, esperanzas y aun pesimismos del espa?ol que la realizada por otros partidos. Puede que en esa oferta electoral del PSOE y en los primeros espect¨¢culos de su Gobierno haya influido el conocimiento del elector; puede, tambi¨¦n, que a su vez las primeras medidas gubernamentales y su divulgaci¨®n hayan influido en la emisi¨®n de opiniones de los encuestados: la impresi¨®n de que ha disminuido la criminalidad, la aceptaci¨®n de que no hay excesivos gastos gubernamentales (lo cree el 9%, s¨®lo superado positivamente por el 8% de Noruega y, negativamente, por el 10% del Reino Unido, de donde se salta al 21 % de Francia y de Italia) y la considerable creencia de que las soluciones s¨®lo pueden ser de orden internacional (es la opini¨®n del 35% de, espa?oles; el 20% que estiman que habr¨¢ una reactivaci¨®n si se toma medidas internacionales puede formar un 55%, frente al 37% que creen que la soluci¨®n es interna, 23% a largo plazo y 14% en el plazo de dos a?os).
La posibilidad de que los datos generales y concretos sigan siendo los mismos en las pr¨®ximas encuestas depender¨¢ de que la oferta socialista se mantenga como acci¨®n de Gobierno y de que no haya cambios de programa en los otros partidos, o partidos nuevos, capaces de personalizar ese conjunto psicol¨®gico-social del espa?ol. Es interesante tambi¨¦n observar que Espa?a es el pa¨ªs que menos cree en la necesidad de reducir la intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa nacional y simult¨¢neamente el que m¨¢s cree en la protecci¨®n a los productores nacionales con aranceles aduaneros m¨¢s elevados (naturalmente, con la excepci¨®n de Estados Unidos).
Volviendo al punto de vista global, y sin olvidarla enorme influencia de cada ¨¢mbito local, parece haber una diferencia considerable en la apreciaci¨®n de circunstancias entre el n¨²cleo europeo y el de Estados Unidos (Jap¨®n, en s¨ª mismo, es una peculiaridad, sobre todo por la falta de concreci¨®n de,sus respuestas: es donde m¨¢s abundan los que se acogen al "no sabe, no contesta"). Estados Unidos es el pa¨ªs que cree m¨¢s abundantemente en que Occidente tiene una "defensa inadecuada", uno de los que menos estiman "la amenaza de guerra" (s¨®lo superado en un punto por la RFA); uno de los que menos creen, en el peligro de las "armas nucleares" (s¨®lo un punto menos en Francia); pero tambi¨¦n el que m¨¢s cree en la pobreza del liderazgo pol¨ªtico y en el excesivo gasto gubernamental. Aun con algunas contradicciones internas se puede hallar en esta diferencia una respuesta a la conocida tensi¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social por la cual Europa se manifiesta frecuentemente m¨¢s partidariade una reducci¨®n general de tensiones que Estados Unidos. Son dos formas de un mismo miedo.
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