Raimon
Quince a?os despu¨¦s de aquel recital en la facultad de Econ¨®micas, siete a?os despu¨¦s de aquella fiesta pol¨ªtica en el pabell¨®n del Real Madrid, vuelve el cantante Raimon a la Villa. Eran otros tiempos. Entonces bastaba s¨®lo con dejarse barba para ser revolucionario, y la contracultura consist¨ªa en colgarse cualquier harapo californiano; por ejemplo, un coito de cobre en el estern¨®n. En esa ¨¦poca Raimon llevaba consigo un aura de gas lacrim¨®geno, y a su alrededor, dentro del humo, bailaban guardias con verga, censores con el matasellos, gobernadores de bigotito imperial, y todo el mundo iba de progresista por la vida con el morral y la cabellera de apache. Pero los j¨®venes de mayo que oyeron cantar a Raimon en el aula hoy son padres con tripita, pasajeros del div¨¢n del psiquiatra; los h¨¦roes de s¨®tano que se sentaron en una silla de tijera en la primera fila del pabell¨®n y encendieron el mechero recargable, como Di¨®genes, buscando la libertad, ahora est¨¢n c¨®modamente instalados en el Gobierno. La nostalgia es una perra dorada.Aquellos d¨ªas de rosas y panfletos han muerto, aunque, con todo, una cosa ha quedado clara: cualquier ciudadano que luce un uniforme es gente de orden. El militar con la guerrera, el juez con la toga, el cura con el alzacuellos y tambi¨¦n el ¨¢ngel del infierno con la bufanda de vidrios o la cazadora de cuero duro, el adolescente punk con la cresta de gallo y el imperdible en la oreja, el rockero salvaje que se mete el micr¨®fono por el culo, el intelectual dinamitero con arreos de neorrom¨¢ntico, y as¨ª hasta el abrecoches con la gorra. Cualquiera que lleve h¨¢bito es un conservador.
Raimon es un artista sin uniforme. Con su guitarra y sus canciones ha permanecido puro en una tarea llena de rigor. Cuando hoy ya no se lleva la moda de epatar si no es con un trabajo bien hecho, vuelve Raimon a la villa de Madrid para cantar cosas de Espriu, de Ausias March, de Joan Timoneda, de Jordi de Sant Jordi y otros versos de su propia cosecha. La cultura sin concesiones es lo m¨¢s provocativo de la nueva est¨¦tica, de forma que ¨¦ste cantante sigue siendo tan revolucionario como entonces, s¨®lo que ahora su protesta consiste en arrojar una cultura exigente a la cara del p¨²blico.
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