Oro de barrio
Exactamente as¨ª imaginaba yo una de esas televisiones libres; m¨¢s o menos piratas, rabiosamente locales, de ¨¢mbito y vocaci¨®n suburbial, como La edad de oro que inaugur¨® Paloma Chamorro el martes por la Segunda. Una alegre y zumbante confusi¨®n de amiguetes del barrio que se intercambian sonidos, gestos, maquillajes, gui?os de acera, parlas esquineras, aventuras surgidas en el disco-bar favorito. Todo muy puro, contado con desparpajo cotidiano, confundiendo provocadoramente la historia vecinal con la universal.Confieso que fue uno de los programas m¨¢s ricos en informaci¨®n callejera que he logrado atrapar en los ¨²ltimos tiempos. Hasta ' el martes lo ignoraba todo de la gran revoluci¨®n que implic¨® Kaka de Luxe en la cultura juvenil espa?ola; y por lo visto, no s¨®lo en la revoluci¨®n musical, sino tambi¨¦n en la literaria y la pl¨¢stica. El grupo homenajeado por Paloma Chamorro fue, a lo que parece, el origen de Alaska y los Pegamoides, Modes y Radio Futura; y tambi¨¦n de un pu?ado de irreductibles fanzines de los que, hasta la fecha, lo admito avergonzado, no ten¨ªa la menor noticia. Y no es que no me interese el asunto marginal, es que no conozco ese concreto barrio madrile?o que fue el escenario sagrado de los primeros y ¨²ltimo! estertores de Kaka de Luxe. Bochorno cultural que comparto -es mi consuelo- con el resto de los espa?oles que no vivimos en Madrid. Incluso que comparto con la nada desde?able poblaci¨®n madrile?a que no suele frecuentar esa m¨ªtica zona de rastro y oro donde se produjo el acontecimiento celebrado con tanto fervor historiogr¨¢fico.
Lo sospechoso es que los antiguos miembros del grupo fundacional no compart¨ªan precisamente el entusiasmo hist¨®rico y ruidoso de la divertida Paloma Chamorro. Aquellos muchachos de los pelos crom¨¢ticos, las crestas de guerra, las letras y las indumentarias altamente subversivas, dec¨ªan e insist¨ªan que apenas hab¨ªan sido escuchados en su tiempo por una minor¨ªa de colegas, que la famosa experiencia de Kaka se limit¨® a ser un tard¨ªo eco perif¨¦rico de Sex Pistols y compa?¨ªa, que entonces ni siquiera sab¨ªan manipular los instrumentos electrizantes. Y pronunciaban estas humildades con acento franciscano y desde una encantadora sensatez tan ins¨®lita en la peque?a pantalla, que en eso mismo consisti¨® el verdadero espect¨¢culo de la noche en que la pl¨²mbea y pedag¨®gica televisi¨®n p¨²blica se disfraz¨® de ligera emisi¨®n pirata de barrio malasa?ero.
Ahora, a esperar que le toque el turno a todos los suburbios duros y dorados de Espa?a en donde, tambi¨¦n desde la nada, se formaron ef¨ªmeros grupos de imitaci¨®n punk y los hijos ap¨®crifos de David Bowie editaban fanzines tan iguales a los mostrados el martes pasado en el programa. Entonces, habr¨¢ que. felicitar sinceramente a Paloma Chamorro, por su espl¨¦ndida pirater¨ªa televisiva. Excepto que se trate de televisi¨®n pirata de un solo barrio.
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