Brasil: el mito de S¨ªsifo
Estuve en Brasil a comienzos de noviembre del a?o pasado, hace s¨®lo seis meses, lo que es muy poco tiempo en la historia de un pa¨ªs. Sin embargo, parecer¨ªa que el Cono Sur entra en un per¨ªodo de aceleraci¨®n de la historia. A comienzos de noviembre, Brasil se preparaba para sus primeras elecciones serias, con posibilidades reales de triunfo de la oposici¨®n, despu¨¦s de 18 a?os de revoluci¨®n militar.Se anticipaba que los candidatos de la oposici¨®n ganar¨ªan en algunos de los principales Estados, y esto, en un sistema federal como el brasile?o, planteaba interrogantes y dudas sobre la continuaci¨®n del proceso de apertura democr¨¢tica. Por ejemp!o, no era f¨¢cil imaginar que Leonel Brizola, s¨ªmbolo de lo m¨¢s explosivo y provocativo del r¨¦gimen, depuesto en 1964, pudiera asumir de un modo pac¨ªfico la gobernaci¨®n del estado de R¨ªo de Janeiro, en el caso, que parec¨ªa bastante probable, de resultar elegido. El fiero Brizola, que se hab¨ªa caracterizado por su pol¨ªtica de nacionalizaciones aceleradas como gobernador de R¨ªo Grande do Sul, bajo la presidencia de su cu?ado Jo?o Goulart, regres¨® al pa¨ªs, en los d¨ªas de la amnist¨ªa general, amansado, casi domesticado. Todo el mundo pensaba, a pesar de eso, en la vieja historia del le¨®n disfrazado con piel de oveja. ?Reconocer¨ªan los militares el triunfo de su adversario m¨¢s estridente, el hombre que hab¨ªa so?ado en alguna oportunidad, desde su exilio en Uruguay, con organizar una expedici¨®n armada contra Brasil con ayuda de Fidel Castro?
Para los cariocas, ver a Brizola de gobernador de R¨ªo, en pleno r¨¦gimen militar, era como para los chilenos ver a Carlos Altamirano, el m¨¢s virulento de los dirigentes de la Unidad Popular, de alcalde de una comuna de Santiago. El mismo Altamirano, con 10 a?os m¨¢s, convertido en alcalde pac¨ªfico, de cuello, y corbata, dedicado a la construcci¨®n de escuelas y a la plantaci¨®n de jardines p¨²blicos. ?En pleno Gobierno de Pinochet! Ficci¨®n pura, sin la menor duda.
Pues bien, ocurre que Brasil, en un continente que nunca tuvo necesidad de inventar o de importar el surrealismo, es uno de los pa¨ªses m¨¢s imprevisibles. Brizola gan¨® las elecciones en R¨ªo por amplio margen, gracias, seg¨²n coment¨® un poeta, al esp¨ªritu arlequinesco de los cariocas, y ocup¨® su cargo sin mayores problemas. En estos d¨ªas ha viajado a Br asilia y se ha entrevistado con Figueiredo, que complet¨® as¨ª una rueda de reuniones entre el poder ejecutivo federal y los nuevos gobernadores de los estados. Como en un pa¨ªs enteramente normalizado.
A todo esto, el gran problema pol¨ªtico del Brasil de hoy, despu¨¦s de haber superado con ¨¦xito la etapa de las elecciones de noviembre, es el de la sucesi¨®n presidencial. El colegio electoral que debe designar al sucesor de Figueiredo en enero de 1985, pese a que surgi¨® de las elecciones ¨²ltimas, sigue controlado por el Gobierno, que hab¨ªa empleado todo el c¨¦lebre casuismo de la pol¨ªtica brasile?a para que as¨ª fuera. S¨®lo el general De Gaulle, en los mejores tiempos de la V Rep¨²blica francesa, era capaz de maniobrar en una forma semejante para conseguir mayor¨ªas de poder con minor¨ªas de votos. Pero el problema consiste, en Brasil, en que ning¨²n sucesor oficialista de Figueiredo, designado por el actual colegio electoral de espaldas a la opini¨®n mayoritaria del pa¨ªs, podr¨ªa controlar la situaci¨®n durante los seis a?os de su mandato.
Una propuesta de la oposici¨®n
Frente a este problema, la oposici¨®n acaba de proponer una prolongaci¨®n por dos a?os del per¨ªodo de Jo?o Figueiredo, a condici¨®n de que la enmienda de la Constituci¨®n, indispensable para obtener esta pr¨®rroga, consagre para despu¨¦s un sistema de elecciones presidenciales populares y directas. En sus ¨²ltimas declaraciones, Figueiredo dijo que la enmienda constitucional le parec¨ªa "¨¦tica, oportuna y democr¨¢tica".
En un discurso reciente, al referirse a los problemas econ¨®micos abrumadores de Am¨¦rica Latina, cuya deuda externa parece imposible de manejar, Belisario Betancur, el presidente de Colombia, dijo que parecemos condenados "a estar metidos en una rueda y a estar corriendo a todo el tren que dan las piernas, en direcci¨®n. contraria de la rueda, con el objeto de permanecer en el mismo punto. Como Alicia en el pa¨ªs de las maravillas...".
Belisario Betancur pens¨® en la aventura de Alicia. Uno podr¨ªa pensar en una versi¨®n latinoamericana de? mito de S¨ªsifo. Ya,sabernos que la rueda de Brasil gira con un lastre de 80.000 millones de d¨®lares de deuda externa. M¨¢s que rueda es una verdadera piedra de molino. Pero los brasile?os corren con astucia, buscando caminos por las pistas de la negociaci¨®n financiera y de la democracia restaurada. En ambas, la imagen internacional de Brasil juega un papel decisivo.
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