Matanza en los Andes peruanos
Una comisi¨®n independiente divulga sus resultados sobre el asesinato de ocho periodistas
Casi cuatro meses despu¨¦s de producirse el asesinato de ocho periodistas peruanos en el departamento andino de Ayacucho, donde opera el movimiento guerrillero Sendero Luminoso, de car¨¢cter maoista, ninguno de los responsables del hecho ha sido detenido o procesado. Una comisi¨®n investigadora independiente, presidida por el prestigioso escritor Mario Vargas Llosa, acaba de hacer p¨²blicos los resultados de su encuesta sobre este crimen m¨²ltiple. El informe constituye tambi¨¦n una clar¨ªsima llamada de alerta a la democracia peruana.
La matanza de los periodistas fue obra de los pobladores de la aldea de Uchuraccay, sin que participaran en ella fuerzas del orden, aunque s¨ª jugaron un papel decisivo en esta acci¨®n los consejos dados a los campesinos por miembros de las patrullas antiterroristas de la Guardia Civil peruana de que atacaran a los extra?os que aparecieran por su regi¨®n.?sta es una de las conclusiones a que lleg¨® la comisi¨®n independiente designada por el presidente Fernando Bela¨²nde Terry para investigar lo que se ha llamado "el mayor asesinato colectivo de periodistas del mundo". Aunque este informe tiene exclusivamente un valor moral, y no jur¨ªdico o policial, desmiente, la versi¨®n dada inicialmente por el general Clemente Noel, la m¨¢xima autoridad en esta zona andina donde, desde 1980 act¨²a el extra?o grupo maoista Sendero Luminoso.
Seg¨²n la reconstrucci¨®n de los hechos que han conseguido hacer los investigadores, la decisi¨®n de viajar al interior del departamento se tom¨® por el grupo de periodistas en el hostal Santa Rosa, propiedad de un espa?ol conocido cari?osamente por los reporteros como Don Paco, que era la sede habitual de los enviados especiales, peruanos y extranjeros, en Ayacucho, una bella ciudad colonial situada en la sierra central andina, a unos 600 kil¨®metros al sureste de Lima.
Amador Garc¨ªa, reportero gr¨¢fico de la revista Oiga, fue uno de los periodistas que m¨¢s influy¨® en que se realizara esta expedici¨®n, dirigida fundamentalmente a investigar las informaciones oficiales de que, el 23 de enero, varios senderistas hab¨ªan muerto, a manos de los campesinos, en las alturas de Huanta y, m¨¢s precisamente, en la comunidad de Huaychao.
Ignorantes del peligro
El escepticismo que hab¨ªa creado esta noticia en la Prensa y en amplios sectores de la poblaci¨®n acentu¨® el inter¨¦s de los reporteros peruanos por viajar al lugar de las hechos. La comisi¨®n investigadora confirma que la expedici¨®n se prepar¨® a la luz p¨²blica, con discusiones a favor y en contra dentro del hostal Santa Rosa. Las autoridades del Ej¨¦rcito y la Guardia Civil de Ayacucho afirmaron que no hab¨ªan tenido conocimiento previo de la visita de los periodistas, aunque todos los enviados especiales que nos alojamos,en el hostal en aquel mes de enero pudimos comprobar que buena parte de los hu¨¦spedes eran agentes de la PIP, la polic¨ªa secreta peruana.Los periodistas salieron de Ayacucho, en un taxi conducido por Salvador Luna, a las cinco de la madrugada del d¨ªa 26 de enero. El ambiente era festivo, con bromas constantes, y ninguno de ellos parec¨ªa consciente aquel d¨ªa del peligro a que se expon¨ªan en su viaje. Pasaron un solo control policial, sin dificultades, y continuaron hacia Yanaorco, donde, seg¨²n algunas informaciones, los guerrilleros hab¨ªan volado una torre de microondas. La noticia result¨® ser falsa y los reporteros, tras despedir el taxi, prosiguieron viaje a pie hacia Chacabamba. Una caminata dif¨ªcil, por terreno escarpado y a unos 4.000 metros de altitud, que les llev¨® varias horas.
Desde Chacabamba, y guiados por Juan Argumedo, que conoce bien los vericuetos de la sierra, los periodistas emprenden viaje a Huaychao, situado unos ocho kil¨®metros m¨¢s all¨¢ de Uchuraccay, por un sendero abrupto y pedregoso. Jorge Seda?o, de La Rep¨²blica, que es el de mayor edad y peso, viaja a lomos de una mula. No hab¨ªa ninguna sensaci¨®n de alarma e incluso los reporteros cre¨ªan que su condici¨®n de periodistas les proteger¨ªa de cualquier peligro que pudiera presentarse.
Seg¨²n la comisi¨®n investigadora, los comuneros (pobladores) de Uchuraccay confundieron a los nueve forasteros que se acercaban a la aldea con un destacamento de senderistas, que ven¨ªa a vengar el linchamiento de dos de los suyos registrado all¨ª mismo unos d¨ªas antes. El estado de tensi¨®n existente entre los campesinos fue una de las causas fundamentales del ata que, que tuvo que producirse de, manera imprevista y sin que mediaran palabras. Tres de los perio distas muertos, Octavio Infante F¨¦lix Gavil¨¢n y Amador Garc¨ªa, hablaban quechua y podr¨ªan haber deshecho cualquier malentendido de los comuneros, que en su inmensa mayor¨ªa no hablan castellano.
Las acusaciones de que los re porteros llegaron al poblado enarbolando una bandera roja y dando mueras al Gobierno y a los sinchis el grupo antiterrorista de la Guardia Civil, son absolutamente falsas, de acuerdo con el informe de la comisi¨®n investigadora. Posiblemente, los asesinos, una vez comprendido su error, inventaron la historia de la bandera roja para justificarse y se apresuraron a enterrar los cad¨¢veres.
Licencia para matar
La decisi¨®n colectiva tomada por los habitantes de Uchuraccay de matar a los terroristas que se acercaran por su territorio, que fue adoptada en una asamblea comunal, se tom¨® principalmente dada la seguridad que ten¨ªan los pobladores de contar con autorizaci¨®n de los sinchis para actuar de tal modo. Uno de los comuneros declar¨® que efectivos antiterroristas que Regaron al poblado en helic¨®ptero dijeron a los campesinos que si ven¨ªan guerrilleros debi¨¢n defenderse de ellos y matarlos.
La comisi¨®n presidida por Vargas Llosa est¨¢ convencida de que los sinchis no instigaron sistem¨¢ticamente al asesinato como medida de represalia o defensa, pero cree que apoyaron tales acciones de manera aislada.
Entre los escasos efectos personales de los reporteros asesinados que fueron entregados a las autoridades se encontraban un teleobjetivo, unos maletines y unos carretes de pel¨ªcula, que resultaron no estar impresionados. Las c¨¢maras y el restante equipo desaparecieron, lo que hizo pensar a los investigadores m¨¢s que en un robo en una forma de ocultar pruebas por parte de los campesinos.
Despu¨¦s de publicado el informe de la comisi¨®n, hace escasamente una semana, una patrulla del Ej¨¦rcito peruano encontr¨® una c¨¢mara, m¨¢s carretes y los cuadernos de notas de los periodistas Willy Retto y Pedro S¨¢nchez, que podr¨¢n aportar sin duda nuevas luces a las pesquisas y que est¨¢n ya a dispoci¨®n del juez encargado del sumario.
El tr¨¢gico suceso de Uchuraccay no puede desligarse, subraya la comisi¨®n, del contexto general de violencia y el "ambiente de guerre que reina en el departamento de Ayacucho desde que Sendero Luminoso inici¨® su insurrecci¨®n armada, que ha producido hasta ahora cerca de 300 muertos, la mayor¨ªa de ellos civiles. La estrategia senderista, inspirada en la revoluci¨®n china, de librar una "guerra popular desde el canipo a la ciudad" incluye la intimidaci¨®n de los campesinos para que cosechen exclusivamente los productos necesanos para su consumo, con el fin de desabastecer a las ciudades.
Muchos campesinos acusaron a los senderistas de robarle; sus alimentos y animales, durante las asambleas comunales celebradas en la zona de Iquicha. Fue precisamente en esta regi¨®n donde, en 1824, los iquichanos tomaron la decisi¨®n de combatir contra la naciente Rep¨²blica peruana y a favor de la Corona espa?ola.
La violencia terrorista tuvo su contrapartida en la violencia antisubversiva, de los sinchis y otras fuerzas del orden, que con frecuencia se extralimitaron en sus funciones. Todo contribuy¨® a crear esa atm¨®sfera de miedo y tensi¨®n, que estall¨® en varios linchamientos, entre ellos los de los periodistas.
El car¨¢cter primitivo de los habitantes de estas zonas aisladas y atrasadas y la violencia estructural existente en esas comunidades, son citadas tambi¨¦n por la comision investigadora como factores a tener en cuenta al analizar la matanza de Uchuraccay. Los cr¨ªmenes parecen tener un matiz m¨¢gico-religioso. Los cad¨¢veres presentaban huellas de haber sido maltratados, especialmente en la boca y en los ojos, seguramente por la vieja creencia andina de que la v¨ªctima sacrificada debe ser privada de los ojos, para que: no pueda reconocer a sus inmoladores, y de la lengua, para que no pueda denunciarlos. Los cuerpos de los reporteros fueron sepultados boca abajo, como se entierra tradicionalmente a los diablos y en lugar perif¨¦rico, como para resaltar su condici¨®n de forasteros.
Democracia y terrorismo
La comisi¨®n investigadora insiste en repetidas ocasiones en "el grave problema jur¨ªdico y moral que esos Unchamientos (constituyen para un sistema democr¨¢tico". El alborozo mostrado por algunas autoridades peruanas y ciertos medios de comunicaci¨®n ante la sana reacci¨®n de los campesinos, al enfrentarse a los terroristas, merece el reproche de los investigadores, que recuerdan que un. sistema democr¨¢tico "no puede olvidar jam¨¢s, ni siquiera cuando lucha por su supervivencia, que su superioridad moral sobre los sistemas autoritarios y totalitarios radica en que, en su caso, como dijo Albert Camus, son los medios los, que justifican los fines".
Mario Vargas Llosa, Abraham Guzm¨¢n Figueroa y Mario Castro Arenas subrayan tambi¨¦n que un r¨¦gimen democr¨¢tico no puede adoptar m¨¦todos ilegales para combatir al terrorismo, porque quedar¨ªa privado de su legitimidad moral y legal, al aceptar en cierto modo las reglas de juego e stablecidas por los terroristas. "El dilema -defender el sistema democr¨¢tico mediante actos rigurosamente l¨ªcitos que en la pr¨¢ctica pueden condenar a las fuerzas del orden a la par¨¢lisis o al sacrificio, o combatir a la subversi¨®n violentando la ley- lo han vivido todos los pa¨ªses democr¨¢ticos amenazados por el terror ideol¨®gico y ahora lo vive nuestro pa¨ªs", concluyen.
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