?Marramiau!
La afici¨®n deber¨ªa ponerse de acuerdo. De los novillos de ayer, unos comentaban que eran gatos y otros que eran raspas. Absurda divisi¨®n de opiniones, porque no son especies homologables. En cambio s¨ª se pon¨ªa de acuerdo para corear los pases. Dec¨ªa la afici¨®n: "?Miau!"; y cuando remataba el torero la serie de muletazos insulsos, "?Marramiau!".El torero era Luis Miguel Campano, a quien alguien quiso mimar en Las Ventas, para lo cual le obsequi¨® raspas. Primero un cardenito inv¨¢lido, luego un negrito sin cara. Tampoco ten¨ªa bravura. En cambio s¨ª ten¨ªa sus reservitas de fuerza, hasta el punto de que soport¨® tres puyazos "en regla".
Creciente la protesta, aficionados en vena voceaban chanzas a causa de la insignificancia corp¨®rea del negrito. Tambi¨¦n acusaciones pregonadas en orfe¨®n. A t¨ªtulo de ejemplo: "?El palco es de Chopera!".
Plaza de Las Ventas
23 de mayo. D¨¦cima corrida de San Isidro.Cinco novillos de Jos¨¦ Luis de Vasconcellos, con casta, peque?os excepto sexto, y quinto, impresentable; primero, de Mar¨ªa Marcos, inv¨¢lido. Vicente Yestera.Pinchazo y media (silencio). Pinchazo, espadazo enhebrado -aviso con retraso- y ocho descabellos (protestas). Luis Miguel Campano. Media perpendicular muy baja y descabello (m¨¢s pitos que palmas cuando saluda). Media atravesada y descabello (bronca). Jaime Malaver. Estocada corta (oreja). Estocada corta y descabello (ovaci¨®n).
Un esc¨¢ndalo hab¨ªa, a pesar de lo cual Campano pegaba pases. Esta actitud, antitorera a¨²n indign¨® m¨¢s a la gente, y a muchos les iba a dar algo. Pero el mimado novillero ten¨ªa el precedente, acaecido en esta misma feria, de que a un toro protestado, inv¨¢lido total, burro, se le puede cortar oreja, y despu¨¦s salir a hombros por la Puerta Grande.
Quiz¨¢ hubiera alcanzado sus prop¨®sitos pero, la verdad, sus pases tampoco merec¨ªan la pena: poco temple, mucho pico. Ni con el negrito de la bronca, ni con el cardenito inv¨¢lido se centr¨®. Torerito de espejo y torito de cart¨®n no hacen fiesta. Tiempo adelante, alguna vez se preguntar¨¢: "?Qui¨¦n me empuj¨® al abismo del fracaso en aquella feria del 83?".
Pintoresco sorteo de las reses es ese que pone a disposici¨®n de Campano lo m¨¢s diminuto del corral. La sospecha de componenda tuvo confirmaci¨®n cuando apareci¨® el sexto de la tarde, gal¨¢n cuajado, serio, casi toro que parec¨ªa padre del anterior, y con fuerza para derribar violentamente al caballo. Jaime Malaver no se impresion¨® lo m¨¢s m¨ªnimo y le hizo una faena aseada y ce?ida, con destellos de calidad. El que vale, vale, y el que no, ?miau!.
No fue ese, sin embargo, el novillo importante de la corrida. Lo fue el tercero, otro cardenito terciado, que no paraba de embestir. Nos trajo al recuerdo aquel di¨¢logo, cl¨¢sico en las enciclopedias taurinas, entre el novillero principiante y el viejo matador: "Maestro, como me salga un toro bravo esta tarde, ver¨¢ usted la que armo". "Hijo, como te salga un toro bravo, est¨¢s listo".
Sometido a la severa prueba del bravur¨®metro, el cardenito no superaba el control de calidad, pero se fue arriba en banderillas y a la muleta lleg¨® crecido. Jaime Malaver le tore¨® muy bien en las primeras series de redondos y luego empez¨® a sufrir achuchones y desarmes, en uno de los cuales el novillo le hizo pur¨¦ la espadita de madera.
Estos fallos t¨¦cnicos son disculpables en un novillero, sobre todo cuando el novillo no para de embestir, como suced¨ªa. El m¨¦rito principal de Malaver consisti¨® en que no le amilan¨® la inagotable codicia del cardenito, y concluy¨® la faena con el mismo valor con que la hab¨ªa iniciado.
Estoqueado, el novillo ya hab¨ªa entrado en agon¨ªa cuando se arranc¨® hacia los medios, pidiendo pelea a¨²n, y en el mism¨ªsimo platillo muri¨®, pr¨¢cticamente de pie. El bravur¨®metro dir¨¢ misa, pero fue un toro de bandera.
El de Mar¨ªn Marcos estaba inv¨¢lido y el cuarto de Vasconcellos dio juego; ociosa diversidad para un torero hondamente preocupado por componer la figura; es decir, Yesteras. Coletudo alto, sufri¨® achuchones y volteretas, banderille¨® con vulgaridad, se empach¨® de derechazos.
En realidad todo ello hubiera tenido disculpa si no fuera porque se puso pesad¨ªsimo. Hab¨ªa tomado posesi¨®n de los novillos y, cual ministro con su poltrona, no los quer¨ªa soltar. Una vez son¨® el clar¨ªn, para enviarle un aviso, pero m¨¢s habr¨ªamos agradecido que le tocaran el himno de caballer¨ªa.
Concluido el festejo, grupos de espectadores ped¨ªan a voces que se les devolviera el importe de sus localidades. Alguien principal orden¨® cerrar las puertas del desolladero, donde son habituales las tertulias, pero en los alrededores se congregaron numerosos aficionados con el prop¨®sito de exigirles responsabilidades al presidente y a la empresa. No les perdonaban lo de los gatos y las raspas.
Enrarecido el ambiente, farruco el personal, los "?Miau, marramiau!" del tendido, en la calle derivaron a m¨¢s severas exclamaciones. "?Otra empresa, otra empresa!", gritaba la gente. Esta feria puede provocar el "golpe de estado" taurino.
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