Carmen
Cada vez tiene menos inter¨¦s ser hombre. Es ¨¦sta una instituci¨®n decadente y fatigada. Atestada de fundamentos razonables, de honrosos sentidos del deber y abrumadoras empresas de coraje. Toda la nueva aventura est¨¢ arracimada en el pecho de la mujer, en su goce sin pron¨®stico, en la incertidumbre de su cuerpo exento que no tiene direcci¨®n ni aforo.Una proclama inaugural de amor y de conocimiento expande hoy la opci¨®n de las mujeres. Los hombres han sido propuestos hasta la usura, humillados, proclamados, sepultados y condecorados hasta el hast¨ªo. Aqu¨ª su potencia o su lealtad, all¨¢ su mezquindad, su ves¨ªcula eximia, el mapa de su cerebro. En verdad, todo lo que puede hacer de misterioso un hombre se encuentra cada vez m¨¢s conectado a su fatal relumbre. de femineidad. La mujer no es ya el otro sexo manso y sim¨¦trico en un escenario acabado. La mujer es la din¨¢mica del sexo y sus aberturas. La interminable oportunidad del secreto y del conocimiento.
Ignorada, trasportada como un animal sin lenguaje, la mujer ha sido conducida hacia el mayorazgo y el amaestramiento. La madre, la esposa o la amante, tratadas por los procedimientos de la estabulaci¨®n o de la selvicultura, se han convertido para el hombre en una ordenada y ben¨¦vola r¨¦plica de s¨ª mismo. Seres acondicionados. Bastar¨ªa atender sin embargo a esos, quiz¨¢ breves pero significativos desplantes de las hembras; bastar¨ªa mirar una vez de frente a esos ojos que nos desaf¨ªan, para adivinar la extrema memoria que ese animal, supuestamente igual y apacible, guarda todav¨ªa de su diferencia.
?Qu¨¦ cosa es el valor de la mujer, el placer de una mujer? ?De qu¨¦ modo se burla de nosotros o quiere poseernos? ?De qu¨¦ manera se posee en un arrogante deleite que nos excluye?
La Carmen de Saura tiene costurones, momentos en los que ser¨ªa mejor salir y comerse un bocadillo de sardinas en el bar del entresuelo, pero all¨ª se ha retratado a retazos ese caliente imperio del silencio. Ese designio femenino, tan sabio o incalculable que hace a los hombres rid¨ªculos escolares de este mundo. Mediocres h¨¦roes que correr¨ªan a cambiar sus gravosas y enhiestas banderas por la ambiciosa aventura de ser mujer.
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