Marina Rossell y Mar¨ªa del Mar Bonet cantaron a dos 'Mediterr¨¢neos'
Recital compartido, anoche, el de Marina Rossell y Mar¨ªa del Mar Bonet, en el Centro Cultural de la Villa, dentro de los actos de Catalunya en la Espa?a moderna (1714-1983). Cantando cada una un Mediterr¨¢neo, el suyo. Cogieron con sus manos las puntas de un pa?uelo y as¨ª, sacudi¨¦ndolo a canciones, enviaron al p¨²blico -emocionado, entregado, enterado- los tesoros de un mar m¨¢s viejo que los pueblos que lo ci?en, m¨¢s sabio que los hombres que lo exploran. Un mar femenino y profundo, cimbre¨¢ndose entre dos gargantas.Empez¨® Marina Rossell, que ha cantado en pocas ocasiones en Madrid, y que se lanz¨® al aire con cierto nerviosismo. Vestida de hilo blanco, como un exiliado de Graham Greene, quiso cantar, y lo dijo, "a las cosas que nos unen, m¨¢s que a las que nos hacen enrollarnos mal". Y empez¨® por una nana espl¨¦ndida, No et fiis mai de la calma (Nunca te f¨ªes de la calma). Siguieron m¨¢s de veinte temas, con lo mejor de su repertorio, desde la habanera La gavina (La gaviota) hasta la Napolitana, dedicada a los emigrantes que hicieron la Am¨¦rica, pasando por el Cant dels ocells y la Petenera de la mar.
Fue esta media parte a cargo de Marina, como un aletear de golondrinas, un rebullir de cr¨ªos construyendo castillos en la arena, con los pies en el agua; era, el suyo, un Mediterr¨¢neo de barcas embreadas, vitalista y jovial. Mar¨ªa del Mar Bonet nos trajo, en cambio, un mensaje m¨¢s rec¨®ndito, m¨¢s contemplativo, de ventanas clausuradas para evitar el sol cegador y velar ausencias. Sali¨® vestida sobriamente, y la melena partida en dos le daba aspecto de mora recoleta. Cada vez m¨¢s ¨¢rabe, m¨¢s decantada a esas islas de cal y cielo turquesa, de matas bajas y almendros abatidos por el viento, Mar¨ªa del Mar canta temas populares amorosamente rescatados, poemas -como siempre- de Rossell¨®-Porcel y Andr¨¦s Vicent Estell¨¦s, y a veces nos deslumbra con descubrimientos como He perdut el meu cor (He perdido mi coraz¨®n), un tema popular portugu¨¦s de enorme melancol¨ªa.
Entre canci¨®n y canci¨®n, habl¨®, poco y con bastante pudor. Su predecesora en el recital, Marina Rossell, lo hizo mucho m¨¢s libremente, reparti¨® maracas y panderetas entre el p¨²blico a la hora de interpretar las Corrandes (Coplas), y acab¨® poniendo en pie a los espectadores con Els contrabandistes.
Es evidente que son dos mujeres opuestas, dos estilos que no tienen nada que ver. Sin embargo, del contraste surgi¨®, en la noche de anoche, el mayor atractivo del recital.
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