?Qu¨¦ pasa en el Hospital universitario de Madrid?
El Hospital Cl¨ªnico hab¨ªa conseguido colocarse por delante de los dem¨¢s hospitales de Espa?a en cuanto a grado de democracia interna, autonom¨ªa y participaci¨®n. Y lo hab¨ªa conseguido tras muchos a?os de lucha dif¨ªcil y desigual. Esto coincid¨ªa con su posicionamiento correcto en relaci¨®n a los dos ministerios responsables, Educaci¨®n y Sanidad. Hac¨ªan de este hospital un lugar de encuentro de los intereses ministeriales, lo que le pon¨ªa muy cerca de alcanzar la dotaci¨®n que realmente le corresponde. Y serv¨ªa de punto de arranque de una nueva actitud que deshospitalizaba la medicina y su docencia, permitiendo la creaci¨®n del ?rea de Salud, en la cual se integrar¨ªan arm¨®nicamente todas las instituciones sanitarias de rango universitario que se quisiesen definir por ambos ministerios. Dicho de otra manera, la medicina preventiva, primaria, secundaria y terciaria quedar¨ªan integradas para la docencia y para la asistencia de un solo sistema universitario, definido como ?rea de Salud. Se empezar¨ªa a producir el tipo de m¨¦dicos que la sociedad reclama, y no exclusivamente los hospitalarios. Finalmente, se hab¨ªan roto antiguas barreras y se legislaba para todos los profesionales de la salud, y no s¨®lo para los m¨¦dicos. Todos esos logros quedaban reflejados en un decreto de Presidencia del Gobierno, aparecido en el BOE el 15 de febrero de 1982. Publicaba el acuerdo-marco suscrito por los ministerios, que deb¨ªa regular las l¨ªneas generales de los acuerdos particulares que cada universidad suscribiese con el Instituto Nacional de la Salud. Y todos estos logros quedaban pormenorizados en el acuerdo particular, suscrito por el director general del Insalud y el rector de la universidad Complutense de Madrid el 7 de octubre de 1982, que regulaba la vida del Hospital Cl¨ªnico de San Carlos. Acuerdo que, como todo lo que es perceptible, incorporaba los mecanismos necesarios de su propia correcci¨®n y mejora como hechos f¨¢ciles y normales.Esto era un logro hist¨®rico, conseguido por todo el hospital y la facultad, despu¨¦s de a?os de lucha y de b¨²squedas, llegando a una legislaci¨®n consensuada y que hab¨ªa recibido el espaldarazo oficial de la junta de gobierno del hospital y de la junta de la facultad.
El hospital ten¨ªa como ¨¢pice de su democracia interna una junta de gobierno realmente democr¨¢tica y representativa, incluso de los usuarios, a trav¨¦s del ayuntamiento y de la diputaci¨®n. El hospital ten¨ªa como expresi¨®n de su autonom¨ªa la elecci¨®n por esa junta de las personas que deb¨ªan ocupar los dos puestos de m¨¢xima categor¨ªa ejecutiva, el gerente y el director m¨¦dico. Y como broche de su participaci¨®n en la legislaci¨®n que le concern¨ªa, ten¨ªa el hospital la presencia paritaria en la comisi¨®n mixta local, junto con los representantes del Insalud, comisi¨®n encargada de generar todos los borradores de legislaci¨®n, normas, propuestas, etc¨¦tera.
Negros nubarrones
S¨²bitamente, y a partir del 280, aparecen negros nubarrones que exigen se d¨¦ bien fuerte la voz de alarma.
En primer lugar, se anuncia por el Ejecutivo que no se va a poner en marcha lo legislado, porque se piensa legislar mejor. Muy mal. As¨ª no hay sistema que resista, ni siquiera la democracia. Pero menos a¨²n si, para esa nueva legislaci¨®n te¨®rica, todav¨ªa no se ha invitado a participar al hospital, al mismo rango positivo que ten¨ªa, a trav¨¦s de su junta de gobierno, ¨²nica invitaci¨®n aceptable. Mientras, pasa el tiempo, y ese movimiento participativo, de a?os, empieza a descomponerse como todo aquello vivo que ya no crece. Est¨¢ en peligro el movimiento universitario m¨¢s genuino y participativo de los ¨²ltimos a?os en Espa?a. Y lo est¨¢ por el enga?o brutal que supone el que un Ejecutivo pueda decidir si cumple o no lo legislado antes de cambiarlo. Esa prepotencia desarbola a un movimiento cuya ra¨ªz ha sido la negociaci¨®n a todos los niveles, al escamotearle s¨²bitamente el di¨¢logo al m¨¢s alto nivel.
En segundo lugar, se ha producido el despido de uno de los m¨¢ximos cargos, elegido democr¨¢ticamente por la junta de gobierno para un mandato de cuatro a?os, con el argumento de que no era interlocutor v¨¢lido, al no ser suficientemente af¨ªn a la ideolog¨ªa del Ministerio de Sanidad. Est¨¢ en peligro la profesionalidad de los cargos t¨¦cnicos ante la exigencia previa de un determinado carn¨¦. Pero es que adem¨¢s est¨¢ en peligro la esencia de la autonom¨ªa hospitalaria ya lograda, al pisotear por encima de los acuerdos-eje de la junta de gobierno con argumentos sectarios. Lo cual ense?a una intencionalidad a¨²n peor: transformar aquel movimiento universitario, que lo era de todas las fuerzas progresistas, en una cuesti¨®n de partido.
En tercer lugar, se ha producido un decreto rectoral que modifica la manera de elegir el gerente y el director m¨¦dico. Este decreto despoja a la junta de gobierno de la potestad de nombrarlos y vuelve a la divisi¨®n de 1968, repartiendo uno por ministerio. Lo cual dinamita el concepto del hospital como lugar de encuentro de ambos ministerios. Est¨¢ en peligro que el hospital alcance el nivel que le corresponde y la intencionalidad positiva de los ministerios hacia ¨¦l, volviendo a transformarse, en las decisiones ejecutivas, en un campo de batalla de dos intereses contrapuestos, que podr¨ªamos llamar los del casero y los del inquilino. Por un lado, volvemos a 1968, y por otro, por el sectarismo, al siglo XIX.
A¨²n es tiempo de arreglar casi todo esto, si se except¨²an los da?os personales infligidos, que no son de menor cuant¨ªa, y el castigo asestado al esp¨ªritu de la reforma de la facultad y del hospital. Por eso mismo de que a¨²n se est¨¢ a tiempo hay que alertar que en el Hospital Cl¨ªnico de San Carlos nos estamos jugando la democracia interna, la autonom¨ªa hospitalaria y la participaci¨®n en el legislativo espec¨ªfico, cuando con esfuerzo y dolorosamente lo hab¨ªamos alcanzado. Nos estamos jugando el perder el car¨¢cter de ensayo piloto m¨¢s avanzado de reforma de estructuras hospitalarias, concretado en estas tres facetas fundamentales de democracia interna, autonom¨ªa y, participaci¨®n legislativa, y que podr¨ªa servir para el resto de la sanidad espa?ola. Por el contrario, se tiende a retrotraerlo a situaciones antiguas y por nadie deseadas. Y ser¨¢ un Gobierno que, por definici¨®n, deber¨ªa ser progresista en estos temas el que cargar¨¢ con la culpa hist¨®rica de esta responsabilidad. A¨²n estamos a tiempo de evitarlo.
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