Una iniciativa ejemplar
SI EL conocimiento mutuo y en profundidad constituye un elemento esencial para resolver las diferencias y recelos que teje la historia, la exposici¨®n Catalunya en la Espa?a Moderna, inaugurada el martes en Madrid, supone una iniciativa ejemplar. El conocimiento no es, sin embargo, el ¨²nico elemento necesario para limar los problemas de convivencia. En Espa?a han fallado tambi¨¦n, tradicionalmente, cosas tan esenciales como el respeto, la tolerancia, la comprensi¨®n e incluso -hay ejemplos recientes- la educaci¨®n. Pero s¨®lo a partir de una veraz informaci¨®n sobre los hechos hist¨®ricos, culturales, econ¨®micos y sociales existe la posibilidad de que esos otros elementos vayan soldando poco a poco un Estado plural y solidario.La exposici¨®n tiene un nombre nada ambiguo: Catalu?a en la Espa?a moderna. Supone as¨ª una muestra concreta y tangible de la historia y caracter¨ªsticas sociales espec¨ªficas de los catalanes que son, al tiempo, enriquecedoras para el conjunto de la historia moderna de Espa?a. Sintetiza con suma claridad visual y conceptual las aportaciones catalanas a la historia colectiva reciente, refleja la universalidad y el localismo multiforme en los que se mueve la cultura catalana, describe la tenacidad y el dramatismo de la lucha de, Catalu?a por la libertad y por el reconocimiento de su especificidad, y muestra la coherencia entre sus realizaciones y la dimensi¨®n mediterr¨¢nea y europea de Espa?a.
Es significativo que esta exposici¨®n se celebre en un momento en que Madrid vive una eclosi¨®n de inter¨¦s por diferentes manifestaciones culturales catalanas. Las colas ante la exposici¨®n de Dal¨ª, el calor que ha rodeado los recitales de Raimon y Serrat, el ¨¦xito multitudinario de La Trinca y el descubrimiento un¨¢nime aunque p¨®stumo de los valores universales de Merc¨¨ Rodoreda dan la medida de la creciente inquietud que existe en la capital del Estado por reconocer el valor de las otras caras de la luna cultural espa?ola. El r¨¦gimen anterior, en su celo punitivo y represivo de todo lo nacionalista, hizo mucho para fomentar el desconocimiento y la animadversi¨®n hacia todo lo catal¨¢n. En Catalu?a, una concepci¨®n revanchista de la catalanidad contribuy¨® a erigir un muro de rechazo frontal ante cualquier intento integrador de lo espa?ol, colgando el ep¨ªteto de centralista o sucursalista a todo lo que no encajara en sus estrechas coordenadas. Es imprescindible que ahora, en el contexto de la democracia recuperada, la Constituci¨®n y el Estatuto de autonom¨ªa, caminemos hacia una paz cultural.
Ser¨ªa iluso ignorar que entre el Gobierno de Madrid y las autoridades aut¨®nomas catalanas existen contenciosos pol¨ªticos serios, espinosos y de complicada resoluci¨®n. Las transferencias, las cuestiones presupuestarias y fiscales, la configuraci¨®n de la LOAPA..., todo eso sigue ah¨ª. Pero las negociaciones futuras pueden resultar m¨¢s serias y fruct¨ªferas si, a partir del conocimiento y del abandono del victimismo sistem¨¢tico, se realizan en el contexto que parece buscar la exposici¨®n que acaba de inaugurarse. La cordialidad que presidi¨® su misma sesi¨®n inaugural, a la que asistieron el presidente del Gobierno y el de la Generalitat, ha servido para dejar atr¨¢s los incidentes de la apertura de la muestra de Dal¨ª. Que eso sea todo un anticipo de su eficacia futura. Y que la exposici¨®n catalana constituya el primer eslab¨®n de una serie de cert¨¢menes parecidos que acerquen a la capital de Espa?a el sentir y los valores de otras autonom¨ªas tan desconocidas o m¨¢s que la catalana.
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