Misiles y cebollas
El Gobierno espa?ol est¨¢ jugando muy bien el juego del misil y la cebolla, que es como el marro que jug¨¢bamos de peque?os, pero m¨¢s.T¨² me das un misil a m¨ª, yo te doy una cebolla a ti. T¨² me metes en el Mercado Com¨²n Ideol¨®gico de las cebollas, yo te dejo plantar un misil en mi huerto de Voltaire. Al mundo le hemos interesado siempre para la cosa de la guerra, no se sabe bien por qu¨¦. O, mejor dicho, no se sab¨ªa hasta que nos los explicaron mediante la geopol¨ªtica, que es cuando qued¨® ya definitivamente confuso, al menos para m¨ª. Pero Gonz¨¢lez/Guerra/ Mor¨¢n han tomado conciencia de eso y est¨¢n jugando bien el juego. La derecha cree que estamos todav¨ªa en el pu?o y la rosa. Realmente estamos en el pu?o y la cebolla. .Para qu¨¦ enga?amos. La rosa naif de los p¨®sters fue siempre una cebolla de domingo. Lo que ofrec¨ªamos al mundo, con marca socialista, era la colaboraci¨®n de un pa¨ªs agropecuario, de uno de los graneros de Europa, que por algo la CEE nos quiere rebajar ahora las tasas agr¨ªcolas. Les espanta nuestra grandeza campesina. En la cosa de la guerra hay que entrar, porque si no entras, te meten. Cada medio siglo, a media tarde, o haces una guerra o te la hacen. Y digo esto con la inocencia, que pudiera parecer cinismo, de quien escribe desde los balnearios metaf¨ªsicos de la tercera edad o "arrabal de senectud", por decirlo con Jorge Manrique y el COU. Habr¨¢ una tercera y quiz¨¢ ¨²ltima guerra mundial, a ver qu¨¦ vida, pero si quieren que muramos como militantes, y no como particulares -a nadie le gusta morir solo-, que nos metan en el Mercado Com¨²n.
Franco, o sea el General¨ªsimo, con tal de que le pegase un abrazo Eisenhower, se abr¨ªa de brazos y lo entregaba todo, que es que estaba falto de cari?o, eso. Pero los psoes tienen el alma de nardo encebollado del ¨¢rabe espa?ol y, como los nardos no cotizan en Bolsa (que nos hemos pasado un siglo de floristas de Europa, "con los nardos apoyaos en la cadera"), cambian la flor l¨ªrica por una hortaliza codiciada, se lo hacen de Damas de las Camelias/cebollas y fascinan en plan Greta Garbo al Armando Duval que rige los destinos de ese mercado en Les Halles que, desaparecido el parisino, es hoy Europa. A m¨ª me parece que est¨¢ como bien pensado, o sea. OTAN/CEE. Los yanquis se inquietan por el misil y los, europeos por las nanas de la cebolla que les viene cantando nuestra diplomacia directa/indirecta. Lo cual que Miguel Hern¨¢ndez y Josefina Manresa son intraducibles. O sea que el mundo no acaba de aclararse con los j¨®venes nacionalistas espa?oles, porque es que les tenemos en un grito. Numerosos que somos. Espa?a de la rabia y la cebolla, ya lo dijo Machado, que los poetan eran la televisi¨®n de cuando no hab¨ªa televisi¨®n. Los encuentros en la tercera fase, claro, son ya inevitables, que Reagan/Andropov est¨¢n necesitando cascar la elipse/nuez de Kepler, la figura/planetario m¨¢s elegante que se le ha ocurrido a la humanidad, la representaci¨®n m¨¢s art/ dec¨® de nuestro sistema solar. Pero, mientras eso llega, Mor¨¢n juega, no con el nombre de la rosa, que es la mala novela de un se?or que no es novelista, sino con el nombre de la cebolla.
Contento me tienen. Lo he escrito aqu¨ª alguna vez. Todo va mal en la pol¨ªtica espa?ola, menos la pol¨ªtica. Aclaro el conceptismo: no tenemos por qu¨¦ abrirnos de brazos, como una dictadura. Espa?a, como democracia coronada, como socialismo mon¨¢rquico, es un lujo pol¨ªtico del mundo y sus cebollas se han vuelto bizantinas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.