El pr¨ªncipe de Asturias, en Colombia

EL PRIMER viaje oficial del pr¨ªncipe de Asturias, que representar¨¢ al Rey en la conmemoraci¨®n del 450? aniversario de la fundaci¨®n de Cartagena de Indias, significa la entrada en la vida p¨²blica del "sucesor de la Corona de Espa?a", tal y como la Constituci¨®n designa al heredero del trono. En el aeropuerto de Barajas, Alfonso Guerra, presidente en funciones del Gobierno, despidi¨® a Felipe de Borb¨®n y Grecia, portador de una misi¨®n de Estado que le conducir¨¢ hasta Colombia para participar en un acto que fundir¨¢ los recuerdos de la colonizaci¨®n espa?ola y la evocaci¨®n del movimiento libertador bolivariano. Hubiera sido dif¨ªcil, en verdad, encontrar una ocasi¨®n m¨¢s adecuada para este bautismo oficial del pr¨ªncipe de Asturias. Los ecos del pasado se unen, en esa conmemoraci¨®n, a un proyecto de futuro que podr¨ªa hacer coincidir, con estricto respeto a las soberan¨ªas nacionales, a los pa¨ªses de nuestra cultura para hacer frente comunitariamente a los desaf¨ªos de una ¨¦poca dominada por las amenazas b¨¦licas y las desigualdades en el ¨¢mbito internacional.Durante su estancia en Colombia, el pr¨ªncipe Felipe, que coincidir¨¢ en Bogot¨¢ y en Cartagena de Indias con el presidente del Gobierno, tendr¨¢ su primera oportunidad para desempe?ar personalmente las tareas asociadas ala representaci¨®n del Estado. Los sentimientos de simpat¨ªa personal que suscita la figura del heredero se combinan con la comprensi¨®n hist¨®rica de su papel institucional, garant¨ªa de que las funciones de la Corona tienen asegurada su continuidad. La imagen del pr¨ªncipe de Asturias, que ha sido educado con el rigor y la exigencia que su futuro reclama, est¨¢ asociada a las comparecencias p¨²blicas con los Reyes, desde la proclamaci¨®n de don Juan Carlos como Jefe del Estado en el hemiciclo de las Cortes hasta la parada militar del pasado domingo. Pero tambi¨¦n con momentos dram¨¢ticos, como la noche del 23 de febrero de 1981, aprendizaje inigualable de las duras tareas que incumben a un rey constitucional dispuesto a defender a cualquier precio las libertades de los ciudadanos, las instituciones democr¨¢ticas y el sistema parlamentario.

No queremos que le falte al pr¨ªncipe de Asturias, cuyo nombre est¨¢ asociado al premio otorgado hace escasos d¨ªas a EL PA?S por su labor en el campo de los medios de comunicaci¨®n, nuestra sincera enhorabuena con ocasi¨®n de su primer viaje de Estado. Ni queremos dejar de se?alar la importancia que la imagen adquiere cuando se completa con la presencia de un vicepresidente como Alfonso Guerra despidiendo al sucesor en el aeropuerto: la estabilidad pol¨ªtica espa?ola pasa por el eje de la Monarqu¨ªa parlamentaria. Y por mucho que algunos traten de presentar el r¨¦gimen democr¨¢tico como un contenido contingente de la forma mon¨¢rquica de gobierno, es evidente que la fusi¨®n de la Corona con la soberan¨ªa popular, logro hist¨®rico en el que don Juan Carlos ha tenido un indiscutible protagonismo, es la base del mantenimiento de nuestro r¨¦gimen de libertades.