La verbena
"Que nos quiten lo bailao", dec¨ªa la afici¨®n. "No habr¨¦is tra¨ªdo toros, pero en la verbena lo hemos pasado como enanos". De los ocho animales que saltaron a la arena, para medirla, apenas un par de ellos parec¨ªan toros. Yiyo aprovech¨® uno y le hizo faena. Anto?ete no aprovech¨® el otro y no le hizo faena.La faena de Yiyo fue buena, dej¨¢ndose ver, enjundioso el redondo, y con unas finales fragancias de torer¨ªa. De cualquier forma, hubo distancia entre este Yiyo y el Yiyo torerazo del pasado mi¨¦rcoles, quiz¨¢ porque ayer le agarrotaba el peso de la responsabilidad adquirida.
Al sexto animal lo embisti¨® ¨¦l, con perd¨®n. El sexto animal era un burro con vocaci¨®n de buey, o un buey con vocaci¨®n de burro (eruditos discrepan, al respecto), el cual debi¨® quedarse en el campo para tirar de la carreta. Puesto en Las Ventas, y con un Yiyo delante que est¨¢ decidido a ser figura del toreo, no tuvo m¨¢s remedio que seguir los vuelos de su muleta. Lo hac¨ªa con rencor, pero se trag¨® entera una faena valerosa, vibrante, sobria, ideada de forma que el burrobuey no escapara a tablas, por las que suspiraba. Finalmente" pidi¨® ¨¢rn¨ªca. Se la recet¨® Yiyo de un espadazo y, por tercera vez en la feria, sal¨ªa triunfador, oreja en mano, de la primera plaza del mundo.
Plaza de Las Ventas
21? corrida de San Isidro.Tres toros de Juan Andr¨¦s Garz¨®n; segundo, tercero y quinto, de Santiago Mart¨ªn. Excepto tercero y cuarto, descastados e inv¨¢lidos. Quinto, derrengado, sustituido por un sobrero de Santiago Mart¨ªn y ¨¦ste, asimismo in¨²til, por otro de la misma ganader¨ªa, sospechoso de pitones. Anto?ete. Bajonazo (ovaci¨®n y sallda al tercio). Pinchazo y estocada (bronca). Tom¨¢s Campuzano. Pinchazo y bajonazo descarado (silencio). Dos pinchazos y se tumba el manso (aplausos). Yiyo. Pinchazo bajo y metisaca (vuelta). Estocada ca¨ªda (oreja).
La no-faena de Anto?ete consisti¨® en dejarse enganchar la pa?osa y no fiarse ni un pelo del Garz¨®n, que le embest¨ªa con la cara alta. Hubo otro proyecto de faena por p¨²rte de Anto?ete, al borrego tullido que abri¨® plaza. Para tientas, estaban bien los naturales que instrument¨®, muchos y buenos, pero no para corrida real y en la c¨¢tedra. El maestro no dict¨® su lecci¨®n ayer.
Otros proyectos de faena estuvieron a cargo de Tom¨¢s Campuzano, quien perdi¨® pie en la brega, fue lanzado por su lisiado enemigo bajo el estribo, pas¨® gran peligro, y tard¨® un rato en reponerse del susto. Esos proyectos de faena se los hizo a grandes inv¨¢lidos, tronados pensionistas del r¨¦gimen especial de la seguridad social del ganado chotuno. Sin embargo falt¨® decoro, pues no resulta edificante moler a derechazos, encima con su artificio de pico, a depauperados pensionistas, aunque pertenezcan al r¨¦gimen especial de la seguridad social del ganado chotuno.
Lo que enviaron a Madrid El Viti y su cu?ado Juan Andr¨¦s Garz¨®n, ganaderos seg¨²n dicen, era moruchada. O fue en corrales donde negra mano convirti¨® en cutral el g¨¦nero. De cualquier forma, es lo que ten¨ªan preparado para consolidar el ojedismo -inquietante palabro. El titular de la causa, Paco Ojeda, que estaba lesionado, no pudo comparecer y le sustituy¨® Yiyo. Perdi¨® la gloriosa oportunidad de pendular franela a los chotunos, mas la gente no le ech¨® de menos.
La gente se re¨ªa; ja, ja, ja toda la tarde. Los aficionados del 7 y del 8 al fin han comprendido que, aparte de pagar rieligiosamente la en trada, su obligaci¨®n consiste en destacar lo positivo, y aplaud¨ªan a rabiar. Ca¨ªa el toro, se levantaban ellos. Palmoteaban de gozo. ?Viva la fiesta!. Organizaron verbena, con gran emoci¨®n de los taurinos, cuyo secular sue?o es que el p¨²blico vaya a los toros no con rigor reglamentista, sino a divertirse.
Se divert¨ªan, los de la andanada 8 no menos se divert¨ªan que los del tendido 7. Contaron chistes, entonaron canciones, vitorearon a la autoridad, se echaban novia. La alegr¨ªa contagi¨® a toda la plaza y en los altos del 4 uno de chalina cantaba flamenco. Buler¨ªas se palmeaban por doquier. Lo espectadores concertaban citas, tentaban botas, daban tabaco. Faltaron panderetas, pero,ya llegar¨¢n. Los hocicazos de los animales alborozaban el tendido. No com¨® d¨ªas atr¨¢s, en los que la afici¨®n mostraba un reprobable talante derrotista y, con ralea demon¨ªaca, protestaba -?protestaba!, ?qu¨¦ desfachatez, qu¨¦ horror, qu¨¦ falta de compostura!- sin esperar a que los toreros terminaran sus faenas. Uno dict¨® el lema: "As¨ª debe ser la fiesta: terminada la faena, t¨ªrese de la cadena".
Carnestolendas hubo despu¨¦s de que Yiyo abandonara, en triunfo, el coso. De madrugada los aficionados callejear¨ªan cantando "Asturias patria querida", vengan puros y licor, y empalmar¨ªan la juerga con la corrida de hoy, para que la alegr¨ªa no decaiga. Los taurinos han alcanzado su secular sue?o, y la autoridad los bendice No habr¨¢ toros, cada d¨ªa el g¨¦nero ser¨¢ m¨¢s manso y pensionista, pero la verbena no ha de faltar. As¨ª es la fiesta, tal como la quieren los que de ella viven y el poder. S¨ª tambi¨¦n el poder.
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