Deterioro progresivo de un pabell¨®n del palacio de la Salina, en Salamanca
Hace varios meses que la Diputaci¨®n Provincial de Salamanca coloc¨® una enmara?ada estructura met¨¢lica para sostener uno de los pabellones de su sede-palacio, que permite la utilizaci¨®n del sal¨®n principal donde se celebran las sesiones plenarias de la corporaci¨®n. Desde el mes de febrero, la diputaci¨®n espera la llegada a Salamanca de la empresa a la que el Ministerio de Cultura adjudic¨® las obras de consolidaci¨®n de esta parte del palacio de la Salina, hoy seriamente amenazada.
Los t¨¦cnicos provinciales han dirigido durante los dos ¨²ltimos a?os las obras de conservaci¨®n, recuperaci¨®n y rehabilitaci¨®n en el palacio renacentista que alberga, desde 1881, a la Diputaci¨®n de Salamanca. El deterioro y abandono a que se ha visto sometido en los veinte ¨²ltimos a?os se ha unido a las repercusiones que en el edificio han tenido la eliminaci¨®n de una de sus plantas, que serv¨ªa como elemento de sujec¨ª¨®n, en la reforma realizada por la corporaci¨®n a finales del pasado siglo.En la actualidad, la fachada sufre un elevado ¨ªndice de desplome, reflejado en una inclinaci¨®n de, al menos, 30 cent¨ªmetros en la curvatura de las rejas interiores a los arcos de la fachada y a las amplias grietas de la misma pared frontal. ?sta corresponde al sal¨®n de sesiones, apuntalado por su parte inferior desde el mes de septiembre, ante el peligro que supon¨ªa su utilizaci¨®n normal para celebrar sesiones plenarias.
A los or¨ªgenes del palacio de la Salina, construido a principios del siglo XVI, le corresponde una de las leyendas m¨¢s celebradas en Salamanca. Seg¨²n esta historia, cuya ratificaci¨®n est¨¢ estudiando un profesor universitario, fue el arzobispo Alonso de Fonseca y Acebedo quien orden¨® la construcci¨®n del palacio para su amante, Juana Pimentel, que no fue recibida por los nobles salmantinos Cuando el arzobispo quiso que le acompa?ara durante una visita suya a la ciudad del Tormes.
El orgullo y el amor, seg¨²n las distintas cr¨®nicas, fue la causa de la existencia del palacio de la Salina, apodo que se le atribuye a la amiga del arzobispo.
Sin embargo, la evidencia de que el nombre de la Salina deriv¨® de su funci¨®n posterior de Alfoli, de dep¨®sito o expendur¨ªa de sal, se ha abierto paso con el descubrimiento de los s¨®tanos en que el producto se guardaba.
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